MADRID (EUROPA PRESS) -
Los datos de un ensayo clínico han demostrado que la forma en que las personas responden al tratamiento para el trastorno bipolar puede verse influida por su peso y la calidad general de su dieta, incluso si consumen una dieta rica en alimentos que se cree contribuyen a la inflamación general.
Estos resultados tempranos, presentados en el 31º Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ENCP, por sus siglas en inglés), avanzan que, si se repiten en otros estudios, puede significar que el tratamiento de algunos problemas de salud mental podría beneficiarse de la inclusión de consejos dietéticos.
Este grupo de científicos australianos, alemanes y estadounidenses ha demostrado que aquellos que tienen una dieta de alta calidad, una dieta menos inflamatoria y/o un IMC bajo (Índice de masa corporal) pueden responder mejor a un tratamiento complementario dietético proporcionado como parte de un ensayo clínico.
"Si podemos confirmar estos resultados, entonces es una buena noticia para las personas con trastorno bipolar, ya que hay una gran necesidad de mejores tratamientos para la fase depresiva del trastorno bipolar", apunta la investigadora principal, Melanie Ashton, de la Universidad Deakin en Australia.
En el estudio, se asignó al azar a un total de 133 participantes a tomar una combinación de nutracéuticos (compuestos derivados de alimentos como vitaminas o minerales que tratan o previenen una enfermedad o trastorno), incluido el aminoácido antiinflamatorio n-acetilcisteína (NAC), o un placebo durante 16 semanas.
Los participantes recibieron la medicación del estudio además de cualquier tratamiento estable que ya estuvieran recibiendo. Los investigadores midieron el IMC al comienzo del estudio y luego midieron la depresión. Además, también evaluaron si un participante estaba mejorando y, de ser así, cuánto en las próximas 20 semanas.
Después, los sujetos del estudio completaron un cuestionario sobre lo que comen habitualmente durante el año y los investigadores calcularon un puntaje de calidad de la dieta, donde las dietas buenas incluían muchas frutas y verduras, mientras que las dietas de peor calidad tenían más grasas saturadas, carbohidratos refinados y alcohol. Estos tipos de dietas se clasificaron como antiinflamatorios o proinflamatorios, según los alimentos que afectan la inflamación.
"Encontramos que las personas que tenían una dieta de mejor calidad, una dieta con propiedades antiinflamatorias o un IMC más bajo, mostraron una mejor respuesta al tratamiento nutracéutico adicional que las que informaron una dieta de baja calidad, una con alimentos que promuevan la inflamación o con sobrepeso", concluye Ashton.