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Neurobiología, personalidad, impulsividad

  • Autor/autores: E. Negueruela Azarola, I. Linares Vallejo, C. García Moja, J. Vicente García y Jesús de la Gándara.

    ,Artículo,Trastorno control impulsos,


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Artículo | Fecha de publicación: 19/02/2001
Artículo revisado por nuestra redacción | Trastorno control de los impulsos (Infantil)

Este capítulo es una aproximación a los vínculos entre la neurobiología y la personalidad, o lo que es lo mismo, un intento de integración del cuerpo y del espíritu, de lo material y lo inmaterial, de lo concreto y de lo abstracto, en definitiva, un compromiso serio y decidido por superar la dualidad que clásicamente postularon los pensadores de la antigua Grecia. Analizamos a través del m...



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Este capítulo es una aproximación a los vínculos entre la neurobiología y la personalidad, o lo que es lo mismo, un intento de integración del cuerpo y del espíritu, de lo material y lo inmaterial, de lo concreto y de lo abstracto, en definitiva, un compromiso serio y decidido por superar la dualidad que clásicamente postularon los pensadores de la antigua Grecia. Analizamos a través del modelo de personalidad propuesto por Cloninger los aspectos genéticos y de neurotransmisión implicados en los rasgos de carácter y temperamento del ser humano. De esta forma intentamos arrojar algo de luz sobre algunos planteamientos filosóficos y teóricos relacionados con el determinismo genético, con el papel que el ambiente juega en nuestro desarrollo e incluso con la predestinación de las almas, pero también pretendemos abordar aquellos aspectos científicos que puedan llevarnos a una mejor comprensión de los problemas de personalidad incidiendo sobre el interés diagnóstico que puedan tener futuros marcadores biológicos en psiquiatría y sobre nuevas líneas de acción terapéutica que puedan surgir como consecuencia de estos estudios.

Genética y personalidad

La genética ha experimentado en los dos últimos siglos pero de forma más significativa en los últimos 50 años un extraordinario desarrollo que ha culminado con la secuenciación completa del genoma humano en el año 2000. En 1953 James Watson y Francis Crick dedujeron la estructura tridimensional del DNA (Acido desoxirribonucleico) e inmediatamente interpretaron su mecanismo de replicación. Algunos años después Severo Ochoa junto a investigadores japoneses descifraron el lenguaje de los genes. Desde entonces toda una serie de investigadores han llenado la medicina actual de un extenso vocabulario (codón, exón, intrón, deleción, etc) que, en ocasiones, difícilmente alcanzamos a comprender plenamente. Por otro lado sus investigaciones, en concreto en el caso de las ciencias de la conducta, han suscitado multitud de estudios con relación a la personalidad. Existe un entusiasmo creciente con relación a las aproximaciones biológicas a la personalidad, especialmente en la investigación de genes para observar su responsabilidad en los rasgos del carácter y del temperamento.

La controvertida relación entre genética y personalidad ha sido abordada empleando diversas herramientas metodológicas. Estas incluyen los estudios de gemelos (monocigóticos) y mellizos (dicigóticos) - criados tanto juntos como por separado -, los estudios familiares, los estudios entre hermanos, los de hijos en adopción, etc. Todos estos métodos intentan dilucidar, mediante todo tipo de análisis y comparaciones, qué protagonismo tienen los genes y qué papel juega el ambiente en la expresión de un determinado genotipo. En los estudios analizados en este capítulo se emplearon las más diversas técnicas confirmándose invariablemente la importancia de la influencia genética en la personalidad humana.

¿Debemos rechazar, o al menos, cuestionarnos entonces la existencia del libre albedrio? En 1989 Eaves et al. y en 1993 Loehlin fueron más allá concluyendo que la similitud entre las personalidades de los miembros de una familia estaba más relacionada con variables genéticas que con influencias ambientales. Esta nos parece una clara y arriesgada apuesta en favor de los genes como responsables de “lo que nosotros somos”. Veamos más detalladamente ahora qué riesgos corre quién se aventure a defender estos postulados.

El modelo de la personalidad propuesto por Robert Cloninger

Los avances en la cuantificación psicométrica y en la objetivación de perfiles neurohormonales y cognitivos, creando “nubes” o “clusters” (claustros) selectivos en el espacio dimensional, agrupando por su afinidad distintos tipos de personalidades de forma estadística basándose en su frecuencia en la población general, están permitiendo delimitar los tipos básicos mucho mejor que hasta ahora. Es posible que se confirmen las intuiciones clínicas más clásicas pero es posible también q-ue surjan tonalidades nuevas e imprevistas. Los creadores de test psicométricos juegan en este empeño un papel decisivo.

Varios teóricos de la conducta propusieron en las últimas tres décadas descripciones dimensionales de la estructura de la personalidad. Destacan entre ellos Eysenk y Eysenk (1969, 1976) , McCrae y Costa (1989), Tellengen (1985) y Cloninger (1986, 1987, 1988, 1991) en quién naturalmente nos centraremos.



Robert Cloninger desarrolló su Cuestionario tridimensional de pesonalidad (Tridimensional Personality Questionnaire) (TPQ) proponiendo un módelo que subdivide la personalidad en forma de dimensiones que se agrupan en dos bloques: El temperamento y el carácter. Cloninger denomina temperamento a aquellos rasgos dependientes de factores neurobiológicos heredables y carácter a aquellos rasgos modulados por entes externos a la biología del individuo.

Los rasgos de temperamento definidos por Cloninger se organizaron en tres dimensiones originariamente, cada una de las cuales incluían cuatro subescalas. Posteriormente se definió una cuarta dimensión, la persistencia, que en el modelo anterior estaba incluída en la dimensión de dependencia de la recompensa. Coninger consideró más adecuado considerar la persistencia como variable independiente, dado el comportamiento estadístico de esta subescala. Nos surge una duda: ¿Es posible definir suficientemente la personalidad, por ejemplo de cualquiera de nosotros, solo con estas cuatro dimensiones o irán surgiendo otras nuevas como ya ocurrió en este caso?

Foto El modelo de la personalidad propuesto por Robert Cloninger

Herencia y personalidad

Para responder a esta pregunta revisaremos un estudio de Heath et al. realizado en 1994 con una muestra de gemelos australianos en los que se estudiaba la heredabilidad del alcoholismo y de otros trastornos psiquiátricos. En estos estudios se concluyó que los modelos de personalidad de Cloninger y de Eynsenk antes mencionados no hacían referencia solamente a modelos alternativos de las variables heredables de personalidad sino que ambos modelos ofrecían una descripción incompleta y complementaria de las diferencias heredables de la personalidad. Por tanto, si ambos cuestionarios no son entendidos como excluyentes sino como complementarios estaremos midiendo al menos cinco a seis dimensiones de la personalidad influenciadas genéticamente y al menos seis de influencia principalmente ambiental. Los esfuerzos futuros deberán dirigirse al planteamiento de modelos de personalidad integradores de los existentes actualmente.

En los citados estudios se obtuvieron además los primeros indicios de una influencia genética significativa en las escalas definidas por Cloninger de Evitación del Daño (HA), Dependencia de la Recompensa (RD) y Búsqueda de novedades (NS). Desde ese momento múltiples estudios con gemelos han sido realizados buscando desvelar el papel de los genes en la personalidad. Se puede concluir como consecuencia de todos estos estudios que, si hablamos de la heredabilidad entendida ampliamente, ésta alcanzaría valores de un 54% a un 61% de la varianza en las escalas de HA, RD y NS. La mitad de nuestro temperamento para estas tres dimensiones vendría prefijado, por tanto, al nacer y a través del desarrollo de nuestro soporte neurobiológico.

En todas las escalas de personalidad medidas por Cloninger, se observaron correlaciones acordes con la existencia, tanto en hombres como en mujeres, de una importante contribución genética a las diferencias en la personalidad. Esta correlación era más intensa en gemelos monocigóticos y mellizos dicigóticos del mismo sexo. Nuestra condición sexual se costituiría, según esto, en un importante determinante de los rasgos de nuestro temperamento.

Para complicar más las cosas los complejos rasgos de personalidad humana están, casi con certeza, regulados de forma poligénica. Detrás de cada rasgo de temperamento se esconderían una serie de genes que, interactuando entre sí, nos convertirían en lo que somos. La forma en que unos genes influyen sobre otros varía según el rasgo de personalidad que estudiemos. Este planteamiento teórico se concretó en los estudios citados. Se encontraron efectos genéticos aditivos y no aditivos significativos para las cuatro subescalas de Evitación del daño (HA), para las escalas de desorden (NS4) y persistencia (RD2). Para el resto de las escalas la información disponible hasta ahora es concordante con un modelo genético aditivo simple de herencia. Las contribuciones ambientales “interfamiliares” en las diferencias de personalidad, según el estudio, suponen menos de un 4% de la varianza en el caso de las escalas del TPQ. Las influencias ambientales “dentro de la familia” parecen ser, no obstante, bastante más importantes y determinantes a la hora de tener un determinado carácter y temperamento.

Todavía no conocemos el potencial real que la teoría de Cloninger para la estructura de la personalidad acabará teniendo en la clarificación de la importancia de todos estos aspectos del carácter y el temperamento, aunque sin duda su cuestionario se ha convertido ya en un instrumento básico de trabajo como lo demuestran la multitud de estudios realizados en los que esta escala ha sido empleada.

Neurotransmirores, genética y personalidad

Intentaremos desbrozar ahora los descubrimientos concretos realizados en el campo de la genética y la personalidad. La mayoría de estos hallazgos están en relación con el papel de los neurotransmisores cerebrales, mensajeros entre las neuronas cuya concentración varía modificando al menos en teoría nuestra conducta. Analizaremos aquí exclusivamente aquellos estudios que emplearon como herramienta metodológica el TPQ.

A. Dopamina y rasgos de personalidad

La dopamina, catecolamina que da nombre a este sistema de interconexiones neuronales, se encuentra implicada principalmente en cuatro vías mediante las que interviene en la coordinación motora, el tono emocional, los mecanismos de recompensa cerebral, la adaptación al estrés, la motivación, la organización temporal de la conducta, la relación social y las funciones neuroendocrinas hipotálamo-hipofisarias. El sistema dopaminérgico estaría además implicado en la frecuencia de aparición de patologías como el abuso de sustancias y la esquizofrenia. La dopamina se une a diversos receptores D1, D2, D3, D4 y D5 a través de los cuales realiza su acción sobre neuronas diana.

Foto A. Dopamina y rasgos de personalidad

En 1986 y 1987 Cloninger postuló la existencia de una serie de rasgos de comportamiento heredables entre los que se encontraba la Búsqueda de Novedades (NS) cuya heredabilidad se aproximaba como ya comentamos al 50%. Cloninger planteaba la existencia de un sustrato biológico para este rasgo de personalidad en el Sistema Dopaminérgico y concretamente en la Zona ventral medioencefálica.



Ante este desafío teórico múltiples estudios se han llevado a cabo sobre la codificación genética de los receptores D2, D3 y D4 de la dopamina relacionándola con los rasgos de personalidad utilizando el TPQ como medidor. Veamos qué se sabe de cada receptor:

DRD2. En estudios sobre el receptor tipo 2 de la dopamina (DRD2) Farde y cols. relatan una asociación significativa entre éste y el “desapego” en sujetos sanos. Por otro lado Breier (1998) parece encontrar una relación significativa entre la densidad de receptores DRD2 y el “desapego” lo que apoyaría la implicación de la dopamina en los factores de personalidad y de este modo, probablemente, en el trastorno esquizoide de personalidad y en la sintomatología negativa de la esquizofrenia. Sin embargo sólo el 25% de la varianza fue valorada por las dos escalas (Escala Karolinska y Cloninger) empleadas por el estudio citado mientras que el resto fue captada solamente por una de ellas, encontrándose en cada escala aspectos independientes del “desapego” y no encontrándose asociación al utilizar la escala de Cloninger. ¿Se muestra insuficiente el TPQ para medir ciertos rasgos de interés potencial en psiquiatría?

DRD3. El receptor DRD3 fue analizado por un estudio reciente en pacientes bipolares, en él los portadores del alelo largo mostraron valores de búsqueda de novedades significativamente más bajos comparados con los pacientes sin dicho alelo.



DRD4. Se estudió el polimorfismo genético que presenta el gen que codifica al receptor de dopamina tipo 4 y que consiste en la repetición de 48 pares de bases entre dos y ocho veces en el exón III de ese gen. El número de repeticiones parece asociarse a diferencias de tipo farmacológico basadas en variaciones en la afinidad de la dopamina por estos receptores cerebrales, pero además, cuando las repeticiones son más de 6, los estudios encontraron puntuaciones más elevadas para búsqueda de novedades en los sujetos portadores.

Foto parrafo

* En dos estudios, que utilizaron el Test Cloninger de personalidad, se encontró asociación significativa entre la búsqueda de novedades (NS) (individuos impulsivos, exploradores y extrovertidos) y el polimorfismo existente en el gen del receptor tipo 4 de la dopamina (DRD4). Sin embargo, al menos otros dos estudios no se encontró dicha asociación significativa manteniéndose la controversia sobre este tema en la actualidad. No se puede afirmar ni excluir la posibilidad de una relación entre ambas variables.



Para resolver estas dificultades se analizaron las posibles causas de este resultado concluyendo que probablemente existan otros factores que introducen confusión en el análisis y que deben ser tenidos en cuenta en el futuro. Entre estos factores se encuentran:

· La afinidad que tenga la dopamina por otros receptores dopaminérgicos.

En esta hipótesis se basan los siguientes trabajos que relacionan DRD2 Y DRD4. En 1998 EP Noble y sus colaboradores encontraron relación significativa entre búsqueda de novedades medida a través del TPQ y el polimorfismo genético de DRD2 y DRD4. Objetivaron que aquellos sujetos con elevado número de repeticiones en los genes codificadores de estos receptores tenían una búsqueda de novedades significativamente más alta que aquellos sin ese alelo. Esto ocurría tanto para DRD2 como para DRD4 valorados de forma independiente. Encontraron además algo que requerirá un mayor estudio, curiosamente la mayor significación se daba cuando los dos alelos largos de DRD2 y DRD4 aparecían asociados en el mismo sujeto. En estas situaciones la significación alcanzada era muy superior a la encontrada cuando los genes codificadores de los receptores dopaminérgicos eran considerados de forma individualizada.

· Estos estudios sólo tienen en cuenta el número de repeticiones dentro del gen sin entrar a valorar la secuencia concreta de pares de bases que estas contienen o el orden de las mismas.

· Se valoró la importancia de tener en cuenta en el futuro las diferentes variaciones raciales y demográficas a la hora de hacer el diseño de los estudios ya que se aprecian diferencias en estas dos variables estadísticas que podrían interferir de manera importante en la formulación de conclusiones.

B. Serotonina y rasgos de personalidad

El sistema serotoninérgico (5HT) está implicado en las respuestas de ansiedad y en la regulación del estado de ánimo, la actividad motora, el sueño, el apetito, la conducta agresiva, el ritmo circadiano, el impulso sexual, la secreción hormonal y la termorregulación. Existen también, como en el caso de la dopamina, distintos tipos de receptores neuronales serotoninérgicos, siendo dos presinápticos 5HT1A y 5HT1D, y éstos junto a 5HT2C, 5HT3, 5HT4, etc. postsinápticos.

Foto B. Serotonina y rasgos de personalidad

Según Cloninger et al. la evitación del daño estaría asociada a un sustrato biológico relacionado con el sistema serotoninérgico. La evitación del daño podría ser uno de los factores determinantes de la ansiedad.

Según Lesch et al. el polimorfismo de 5HTT LRP (Región reguladora del gen transportador de la serotonina) podría contribuir a un 3-4% de un 7-10% de la varianza genética de la ansiedad. La proteína transportadora de la serotonina (5HTT), que actúa en la membrana celular promoviendo la recaptación de dicha neurohormona, está codificada por un gen situado en el segmento q12 del cromosoma 17. La región de dicho gen que se encarga del control transcripcional muestra un polimorfismo del cual depende la eficacia en la expresión y en la funcionalidad del transportador.

Foto parrafo

Lesch et al. Comunicaron un polimorfismo de 44 pares de bases de inserción-deleción en la región de control de la transcripción previa a la secuencia codificadora del gen transportador de la serotonina. En este estudio los individuos sin el alelo “corto” (menor número de repeticiones) tuvieron puntuaciones más bajas en los rasgos de personalidad relacionados con la ansiedad.

Se comunicó que los homocigotos y heterocigotos con SLC6A4*14 (también llamado alelo corto “s”)(aquel con 14 repeticiones y, por tanto, una menor actividad serotoninérgica basal) tenían elevadas puntuaciones en HA1 y HA2 comparados con homocigotos SLC6A4*16 (con una mayor actividad transcriptora con aumento de utilización de AMPc y aumento de la protein kinasa C). Se piensa que esto puede estar relacionado con una elevada ansiedad.

Parece existir una gran influencia de factores raciales y de genero en la predicción de la evitación del daño, existiendo interacciones con el genotipo del sistema promotor en los estudios descritos. La evitación del daño era mayor, en el estudio citado, en aquellos pacientes con uno o dos alelos “cortos” en comparación a los individuos con alelos “largos”. Sin embargo, en las mujeres los resultados iban en dirección opuesta. Respecto a la cuestión racial, estadounidenses de ascendencia europea con uno o dos alelos “cortos” tenían un neuroticismo más elevado que sus compatriotas de origen no europeo. De hecho, en estadounidenses de origen africano con trastorno de personalidad y abuso de sustancias, existía un aumento de la forma “larga”, en relación con estadounidenses de origen europeo con las mismas características. La forma corta parecía comportarse como dominante sobre la forma larga.

Confirmando este último punto observamos en un estudio japonés que no se encontraron diferencias significativas en relación con el neuroticismo, evitación del daño y ansiedad. Se encontró sin embargo en los sujetos estudiados (población japonesa) un elevado número de formas cortas del alelo (menor número de repeticiones) en relación con la encontrada en otras poblaciones. Se halló además, en la muestra japonesa estudiada, una relación significativa entre la cooperatividad y el genotipo estudiado. (La cooperatividad estaría relacionada con la dependencia de la recompensa, rasgo también heredable).

Al menos dos estudios realizados recientemente no encontraron relación con la evitación del daño ni con el TPQ desincentivando los hallazgos de estudios previos y cuestionando la existencia de otras variables no tenidas en cuenta. No obstante las variables de confusión que se describen podrían estar en el origen del problema y una vez aisladadas y eliminadas podríamos estar más cerca que nunca de ver codificados en forma de genes nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestra personalidad. Se calcula que, mediante estos estudios, se podría llegar a conocer alrededor del 7-9% del temperamento de la emotividad que es específicamente heredada.

Otros aspectos biológicos de la personalidad

Se trabaja también en otros aspectos biológicos de la personalidad entre los que se encuentran los potenciales evocados, los niveles plasmáticos de diversas sustancias y sobre todo, con un creciente interés en la actualidad, los estudios de neuroimagen. Se intenta estudiar así el temperamento de forma completa, ya que éste no sólo viene definido por los genes sino también por el comportamiento neuroendocrino de nuestro organismo.

Sabemos, por ejemplo, que la Búsqueda de novedades y la Búsqueda de sensaciones en TPQ se correlacionaron positivamente con los niveles plasmáticos de noradrenalina, testosterona y prolactina sugiriendo que la noradrenalina desencadenaría una serie de procesos bioquímicos que, junto a otros cambios neuroendocrinos, podría ser responsable del grado y desarrollo de este rasgo del temperamento. La noradrenalina, además, podría estar implicada en la fijación de conductas reforzadas positivamente influyendo así en la dependencia de la recompensa y la persistencia.

También se han estudiado los potenciales evocados P300, que parecen correlacionarse en su amplitud con la dimensión de Búsqueda de novedades y negativamente con la dimensión de evitación del daño y dependencia de la recompensa. Estas personas tendrían más iniciativa y serían más extrovertidas. No se ha encontrado correlación entre la latencia P300 y el tiempo de reacción en relación con el TPQ. Probablemente debajo de este mecanismo se encuentre una actividad serotoninérgica central baja que justifique tanto la personalidad impulsiva como la dependencia de la intensidad del dipolo tangencial en el cortex auditivo primario.

Conclusión

Las estrategias de búsqueda de muchos de estos factores están empezando a cambiar. Muchos aspectos metodológicos han sido profundamente cuestionados y están siendo mejorados, desde la definición de fenotipo al tratamiento estadístico de los datos. Sin duda el estudio incipiente de las vinculaciones genéticas y biológicas de la personalidad dará aun mucho que hablar. Por otro lado el TPQ de Cloninger ha revolucionado la concepción de los rasgos de personalidad y su relación con la biología, la genética, la endocrinología y la neurología, planteando, no obstante, la necesidad de un modelo más complejo y probablemente más completo de la personalidad. El futuro sin duda nos dará la posibilidad de conocernos mejor a nosotros mismos.

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