-Los TEA funcionan “como un factor de vulnerabilidad” para cualquier otro trastorno mental, lo que provoca que la prevalencia de trastornos por uso de sustancias y adicciones comportamentales sea por regla general mayor entre este grupo de población que entre la población normotípica.
-La dificultad para las relaciones sociales está detrás de muchas de las adicciones con o sin sustancia que sufren las personas con TEA, siendo los trastornos por uso de alcohol y de cannabis y el trastorno por juego dual los más frecuentes.
-“A veces el uso excesivo de internet tiene una función socializadora, o en el caso del uso de sustancias, un efecto de disminución de la ansiedad social o de mejor tolerancia a las relaciones o a la saturación de la interacción”.
-“Es necesario buscar alternativas más saludables a las necesidades de interacción social si esto es lo que el cannabis o alcohol están facilitando, por ejemplo. En el caso de intereses restringidos que se convierten en adicciones, por su parte, hay que buscar alternativas de uso del tiempo educativas o vocacionales, y menos perjudiciales”.
La alta incidencia de la coexistencia de adicciones y otros trastornos mentales, conocida como Patología Dual, está avalada por múltiples estudios y tiene clara evidencia científica en trastornos mentales como la depresión, la psicosis, el trastorno bipolar, los trastornos de la personalidad o el TDAH, entre muchos otros. Sin embargo, y pese a que esa evidencia también existe en el caos del Trastorno del Espectro Autista (TEA), los expertos señalan que “en muchas ocasiones se atribuye al diagnóstico principal toda la problemática y no se presta suficiente atención a las comorbilidades y su tratamiento específico”, lo que le ha valido el sobrenombre de la patología dual olvidada.
“En el caso del TEA, además, los intereses restringidos, intensos y obsesivos pueden ser difíciles de diferenciar de las adicciones comportamentales, y el uso de sustancias como el alcohol o el cannabis muchas veces se minusvalora o se “justifica” por las dificultades sociales de las personas con este trastorno”, afirmó la doctora Mara Parellada, psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD).
Durante su intervención en el 8º Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y del 26º Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), que reunió la semana pasada en Mallorca a más de 2.000 expertos internacionales vinculados al ámbito de la salud mental, la experta destacó que los TEA funcionan “como un factor de vulnerabilidad” para cualquier otro trastorno mental, lo que provoca que la prevalencia de trastornos por uso de sustancias y adicciones comportamentales sea por regla general mayor entre este grupo de población que entre la población normotípica, aunque haya diferencias sustanciales en función de la edad.
“En la adolescencia, por ejemplo, es menos frecuente entre las personas TEA el uso de alcohol o cannabis que en población normotípica. Sin embargo, en la edad adulta joven es más frecuente. Por lo que respecta a las adicciones sin sustancia, también son más frecuentes, en parte por el uso excesivo de Internet que muchos pacientes hacen por la facilidad relativa para las relaciones online en comparación con las relaciones en la vida real”, expuso la doctora Parellada. La dificultad para las relaciones sociales, de hecho y tal como ejemplificó la psiquiatra, está detrás de muchas de las adicciones con o sin sustancia que sufren las personas con TEA, siendo los trastornos por uso de alcohol y de cannabis y el trastorno por juego dual los más frecuentes.
“A veces el uso excesivo de internet tiene una función socializadora, o en el caso del uso de sustancias, un efecto de disminución de la ansiedad social o de mejor tolerancia a las relaciones o a la saturación de la interacción”, afirmó la experta, que destacó en ese sentido que los pacientes que más frecuentemente caen en adicciones a sustancias son aquellos “con suficiente inteligencia y autonomía como para poder relacionarse con otras personas en medios sociales fuera de la familia, pero sin las competencias sociales suficientes como para crear una red social propia”; mientras que las adicciones comportamentales son más habituales entre aquellas personas que tienen poco deseo de relaciones personales o más dificultades para éstas, ya que el uso de videojuegos presenta varios beneficios iniciales para ellos al ofrecerles entornos donde las interacciones son más predecibles, lo que les facilita mostrar sus competencias y, en ocasiones, les reportan una valoración de otros que no encuentran en entornos reales. “El problema es que a veces se enganchan, pudiendo producirse una adicción con más facilidad que otras personas con más fuentes de valoración externa”, explicó la doctora Parellada.
Por lo que respecta al tratamiento de las personas TEA duales, la experta señaló como primer y necesario paso la valoración de la función del síntoma para cada paciente y la disfuncionalidad real que ese síntoma provoca en la vida del mismo.
“Esto es necesario para buscar alternativas más saludables a las necesidades de interacción social si esto es lo que el cannabis o alcohol están facilitando, por ejemplo. En el caso de intereses restringidos que se convierten en adicciones, por su parte, hay que buscar alternativas de uso del tiempo educativas o vocacionales, y menos perjudiciales”, concluyó.