El descenso de la producción de algunas hormonas a lo largo de la vida es un hecho científico probado. Partiendo de esa realidad, algunas personas creen hallar las claves para acabar con los estragos del paso del tiempo: si se administran dosis suplementarias de hormonas al organismo, el hombre no envejecerá del mismo modo que lo hace ahora. Entre estos supuestos «milagros antivejez» se encuentran la hormona de crecimiento (GH) o la Dehidroepiandrosterona (DHEA). Ambas se comercializan sin trabas en miles de páginas de internet, en las que se enumeran una larga lista de supuestas propiedades terapéuticas.
En el caso de la hormona del crecimiento, su uso ilegal se estructura en dos vertientes: como anabolizante entre algunos deportistas, favorece el aumento de la masa muscular y reduce la grasa, y también como tratamiento antienvejecimiento. La mejora del rendimiento deportivo y la búsqueda de la «eterna juventud» alimentan un creciente mercado negro que, además de constituir un fructífero negocio, también supone un riesgo para la salud del que la consume. Sus efectos secundarios son conocidos, entre otros, hipertensión, retención de líquidos, edemas, calambres y hormigueos en las manos. La sangre se torna más densa con el consiguiente riesgo de accidente cerebrovascular y, dado que se trata de una hormona diabetógena, los niveles de azúcar se disparan. «Dar hormona de crecimiento a quien no presenta un déficit es un error. No hay estudios serios que muestren que se obtenga ninguna mejoría real. Si en algún caso se logra algún beneficio transitorio, los perjuicios y riesgos siempre son mayores», asegura Juan Soler, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y jefe del servicio en el Hospital de Bellvitge de Barcelona.
Hace unos veinte años la hormona se obtenía de la hipófisis de cadáveres. Hoy, se obtiene mediante ingeniería genética. Sólo un laboratorio fabrica GH en España. El proceso de producción en nuestro país es más barato que en otras naciones. El volumen de fabricación de esta hormona ha ido creciendo en los últimos años. Mientras que, en 1994, se fabricaban en España unos 1.000 gramos de GH mientras que el año pasado, la producción total se elevó a 13.000 g., aunque el destino de muchos lotes son los mercados extranjeros.
Paralelo a la producción y venta legal, «existe un mercado brutal, sobre todo relacionado con el culturismo», añade Soler. Antonia Aranega, senadora del PSOE y profesora de la Facultad de Medicina de Granada, denuncia que «se han detectado falsas recetas para conseguir la hormona, que se vende a domicilio y se anuncia sin problemas en internet».
La hormona de crecimiento (GH) se produce en la glándula pituitaria o hipófisis. Su déficit en la infancia provoca problemas de desarrollo en los niños y, con el fin de evitar trastornos como el enanismo, se administra con receta médica. El otro uso admitido en este momento es en los casos de adultos con una deficiencia en su producción debido a un tumor hipofisiario. Fuera de estas dos indicaciones terapéuticas, hay quien también busca en la GH el remedio para eliminar las arrugas, combatir el cansancio o evitar la aparición de canas.
Para que la Sanidad pública financie la administración de la hormona, el tratamiento debe ser aprobado por un Comité Asesor. Sin embargo, «si un endocrinólogo privado quiere recetar la GH a un paciente y éste sufraga los gastos da igual que no haya un déficit de la hormona», explica José Luis Guijarro, director médico de la clínica Incosol de Marbella.
Varios ensayos clínicos que se llevan a cabo actualmente en Estados Unidos y Alemania intentan explorar el posible beneficio de la administración de la hormona en la población general. «Dentro de unos años, cuando concluyan los estudios, habría que plantearse algunas cosas si éstos mostrasen una mejoría con GH. Pero, en cualquier caso, e casi seguro que no se obtendría una mejoría tan clara como la que nos intentan vender. El cambio no es espectacular. Puede que se convierta en una nueva indicación de la GH en el futuro, pero nunca un milagro antienvejecimiento», afirma Guillem Cuatrecasas, jefe del servicio de Endocrinología de la clínica Teknon de Barcelona.
Los mecanismos de actuación de la hormona son conocidos. «En realidad, no es que los niveles de la GH en sangre se reduzcan con la edad, pero sí la tasa de producción diaria. Además de su acción directa, la hormona influye en varios factores de crecimiento», explica Juan Soler. En el niño o joven su principal efecto es provocar el crecimiento; en adultos, el desarrollo de acciones metabólicas. Sin embargo, un hecho desmonta muchas teorías acerca a los sorprendentes efectos de la GH. «Cuando un niño no crece y la causa no es un déficit de la hormona, éste no crecerá porque se le administre una dosis externa de la misma», explica Juan Soler.
Son los adultos con una buena posición socioeconómica los que, junto con los deportistas, buscan que un médico les recete la hormona o adquirirla en el mercado negro. Con una inversión suficiente es posible fabricarla en laboratorios clandestinos.