Un estudio del Hospital Infantil de Boston, en Estados Unidos, publicado este martes por la revista 'Molecular Psychiatry', revela que ciertas neuronas en el hipotálamo juegan un papel central en la ansiedad clínica, hasta ahora desconocido en el desencadenamiento de este trastorno. Dirigirse a ellas, en lugar de a todo el cerebro, potencialmente podría proporcionar un tratamiento más eficaz para la ansiedad y quizás otros trastornos psiquiátricos, según los investigadores Joseph Majzoub y Rong Zhang, de la División de Endocrinología.
Los experimentos en ratones mostraron que bloquear selectivamente la hormona del estrés liberadora de la hormona corticotropina (CRH, por sus siglas en inglés) en este grupo de neuronas eliminó los temores naturales de los animales. Los ratones en los que se realizó esta intervención caminaban fácilmente por pasarelas elevadas, exploraron zonas muy iluminadas y se acercaron a objetos nuevos, acciones que los ratones normales no realizan.
La CRH, descubierta hace casi 40 años, coordina nuestra respuesta al estrés físico y conductual, a menudo denominada la respuesta de "lucha o huida". Esta respuesta nos ayuda a sobrevivir a pesar de las amenazas, pero cuando se activa en el momento equivocado o demasiado intensamente, puede conducir a la ansiedad y/o depresión.
Por esta razón, varias compañías farmacéuticas han desarrollado medicamentos que bloquean CRH como posibles alternativas a los SSRIs (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) y las benzodiazepinas, que tienen efectos secundarios, para el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Sin embargo, los resultados han sido decepcionantes: de los ocho ensayos de antagonistas de CRH que completaron la fase II y III para la depresión o la ansiedad, seis han sido publicados, con resultados negativos en gran medida, dice Majzoub.
Zhang tuvo el presentimiento de que el bloqueo de CRH en el cerebro, como se hizo en los ensayos de fármacos anteriormente, no es el mejor enfoque. "El bloqueo de los receptores de CRH en todo el cerebro no funciona -afirma esta experta--. Creemos que los efectos actúan unos contra otros de alguna manera. Puede ser que CRH tiene efectos diferentes dependiendo de en qué parte del cerebro se produce".
Mediante el uso de la ingeniería genética, Zhang y sus colegas eliminaron selectivamente el gen CRH de aproximadamente mil células nerviosas en el hipotálamo de los ratones. Las células diana estaban en el núcleo paraventricular, un área del hipotálamo conocida por controlar la liberación de hormonas de estrés (como cortisol).
POSIBLE TERAPIA PARA REDUCIR COMPORTAMIENTOS DE ANSIEDAD
Pero para sorpresa de Zhang, la pérdida de CRH en esas células afectó no sólo a la secreción de hormonas, sino que también redujo drásticamente los comportamientos de ansiedad (vigilancia, desconfianza y miedo) en los ratones. "Fue un hallazgo muy fuerte: todos los parámetros miramos indicó que este animal era mucho menos inhibido", resalta.
Por ejemplo, en el experimento de "pasarela", los ratones alterados genéticamente estaban perfectamente dispuestos a aventurarse en un laberinto elevado, incluso con una parte "abierta", cuyas paredes fueron retiradas. Del mismo modo, cuando los ratones se presentaron con un campo abierto, los ratones modificados exploraron mucho más de su centro, en lugar de pasar el rato en la periferia, como los ratones de control.
Otra sorpresa fue que la CRH secretada en el núcleo paraventricular va a más lugares en el cerebro de los que se pensaba, incluyendo las áreas que controlan la respuesta conductual del estrés. "Fue una sorpresa total para nosotros que el sitio de control se encuentre en una pequeña parte del hipotálamo", dice Majzoub.
Majzoub reconoce que el bloqueo de la producción de CRH en tan sólo un subconjunto de neuronas sería técnicamente difícil en los seres humanos, pero considera que si se pudiera hacer, podría ser útil para el tratamiento de trastornos de ansiedad severa o trastorno de estrés postraumático (TEPT).
"Bloquear sólo ciertas neuronas que liberan CRH sería suficiente para alterar el comportamiento de una manera importante", dice este investigador. "No sabemos cómo hacerlo, pero al menos tenemos un punto de partida", concluye Majzoub.
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