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Cuidar el sueño, esencial para preservar la salud mental de niños y adolescentes



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Noticia | 23/01/2025

 


La evidencia científica ha consolidado en los últimos años al sueño como tercer pilar de salud junto a la alimentación y el ejercicio físico. Sin embargo, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), un 10% de la población española presenta algún trastorno del sueño y otro 30% se despierta cada día con la sensación de no haber tenido un sueño reparador o finaliza el día muy cansado. Las cifras no son mejores para la población en edad pediátrica: según datos de la Sociedad Española de Sueño (SES), se estima que uno de cada tres menores entre 2 y 14 años presenta algún problema o trastorno del sueño.


Las consecuencias de la falta de sueño sobre la salud no son baladí. Entre otras cosas, como informan desde los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), dormir poco o mal tiene un impacto directo sobre el sistema inmune y sobre el desarrollo físico y cerebral, e incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, la hipertensión y otras patologías de índole cardiovascular.



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La salud mental tampoco se libra. “Si se tiene deficiencia de sueño es probable que se tengan problemas para tomar decisiones, resolver problemas, manejar las emociones y conductas, y adaptarse a los cambios. La deficiencia de sueño también se ha vinculado a la depresión, el suicidio y las conductas de riesgo”, puede leerse en la web del NIH.


Muchas veces cuando hablamos de la relación entre sueño y salud pensamos únicamente en personas adultas y en personas mayores, pero esta relación es importante desde las primeras etapas de la vida. La falta de sueño deja huella desde edades muy tempranas y favorece la aparición de trastornos mentales, por lo que es importante preservar el descanso desde la infancia”, sostiene Gonzalo Pin, coordinador del grupo de sueño y cronobiología de la Asociación Española de Pediatría (AEP).


De hecho, según un metaanálisis publicado en la revista Sleep Medicine en el que se analizaron 74 estudios con más de 350.000 adolescentes, dormir menos horas de las recomendadas para esta franja de edad se asoció con un incremento del 55% en la probabilidad de déficits en el estado de ánimo (depresión, ansiedad, ira, afecto positivo y afecto negativo).


Otro estudio reciente, publicado el pasado mes de septiembre en la revista científica JAMA (Sleep Disturbance and Subsequent Suicidal Behaviors in Preadolescence), ha ahondado en esa relación entre sueño y salud mental en la infancia. Los autores de la investigación siguieron durante dos años a más de 8.800 niños y niñas estadounidenses participantes en el Estudio del Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente.


La conclusión fue que los niños con altos niveles de alteración del sueño al inicio del estudio (9-10 años) tenían un 39% más de probabilidades de tener ideación o comportamiento suicida dos años después, a los 12 años; mientras que aquellos con alteración grave del sueño al inicio presentaban un 268% más de probabilidades.


Para Gonzalo Pin, los resultados de este estudio son importantes porque vienen a demostrar que los problemas de sueño en la infancia “dejan huella” en la salud mental.


“La ideación suicida es el punto final. Antes está todo el sufrimiento que esos niños han experimentado a unas edades que, en principio, deberían ser más tranquilas”, afirma. En el mismo sentido se pronuncia el psicólogo Francisco Segarra, miembro de la Sociedad Española de Sueño (SES).


Aunque llama a la cautela a la hora de relacionar directamente las alteraciones del sueño con las ideas suicidas, señala la existencia de varios estudios [como el publicado en 2021 en la revista científica Research, Society and Development, titulado Trastornos del sueño-vigilia como marcadores de ideación suicida: una revisión sistemática de la literatura] que han demostrado la existencia de una relación bidireccional entre el mal sueño y los trastornos mentales.


“Con un insomnio crónico de más de ocho o nueve meses de evolución, lo que primero nota el paciente es una alteración importante de su nivel anímico, especialmente a nivel depresivo. Y cuando una persona está con depresión, esta también puede convertirse en un factor perpetuador del insomnio, así que muchas veces se entra en un bucle”, explica Segarra.


Para acceder al artículo completo pinche aquí


 


 



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Fuente: El País
Palabras clave: sueño, salud mental, adolescentes, niños

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