La apnea obstructiva del sueño (AOS) produce una falta de oxigenación por la interrupción de la respiración (hipoxia intermitente), además de un incremento del esfuerzo ventilatorio para vencer a la obstrucción de las vías respiratorias, lo que produce cambios en la presión intratorácica que también son negativos para el corazón. Estos dos factores parecen tener una relación fundamental con el desarrollo de la hipertensión, según ha explicado la jefa clínica de la Unidad del Sueño y de Función Pulmonar del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau de Barcelona y vocal de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES), Mercè Mayos.
Un estudio publicado en la 'Revista Española de Cardiología', estima que el 42,6 por ciento de la población española mayor de 18 años es hipertensa, siendo la incidencia de esta patología cardiovascular superior en el caso de los varones (49,9%) que de las mujeres (37,1%).
La presencia de hipertensión arterial (HTA) coexiste en muchas ocasiones con la presencia de un trastorno del sueño, la apnea obstructiva del sueño (AOS), caracterizado por la presencia de pausas frecuentes en la respiración (apneas) inducidas por el sueño. No en vano, se calcula que más del 30 por ciento de los pacientes con hipertensión arterial presentan AOS, un porcentaje que se dispara hasta el 70 por ciento en aquellos pacientes con HTA resistente.
La hipertensión es un factor de riesgo "importantísimo" para el desarrollo de otras enfermedades cardiovasculares como la insuficiencia cardiaca, el infarto o el ictus, por lo que el tratamiento de la apnea obstructiva del sueño es "fundamental", explica la experta."El tratamiento de los pacientes con CPAP reduce la presión arterial y, por tanto, mejora el control de la hipertensión.
Este efecto es especialmente notable en los pacientes con hipertensión resistente refractaria y en los pacientes non-dipper, aquellos en los que no se produce un descenso de la presión arterial durante la noche con respecto al día. En esos pacientes es donde se observa el mayor efecto de la CPAP", ha señalado la especialista.La hipertensión no es la única enfermedad cardiovascular relacionada con la apnea obstructiva del sueño. Se estima que la AOS incrementa entre dos y tres veces el riesgo de sufrir un ictus y que empeora el pronóstico y la recuperación funcional de los pacientes tras un accidente cerebrovascular.
En ese sentido, Mayos ha participado en un estudio que se publicará próximamente en la revista científica 'Sleep' en el que, mediante una nueva técnica de espectografía, los investigadores han analizado las alteraciones hemodinámicas cerebrales que se producen durante los episodios de apnea.
"Hemos visto que aquellos pacientes con apnea grave, en el momento en el que realizan la apnea presentan unos cambios a nivel de la microcirculación y de hemodinámica cerebral. Hemos observado una caída del 20 por ciento del flujo cerebral, una hipoxia intermitente a nivel cerebral que, igual que ocurre en el caso de la hipertensión, también podría relacionarse con el riesgo de ictus", explica la vocal de FESMES, que añade por último que estudios recientes apuntan que el tratamiento con CPAP disminuye también la incidencia de nuevos episodios de enfermedad cerebrovascular en los pacientes con apnea del sueño y antecedentes de ictus.