La foto de dos gemelos recién nacidos y abrazados en la cuna de un hospital en los años 90 recorrió el mundo.
Los niños varones, que nacieron hace 12 años en Estados Unidos, llegaron al mundo prematuramente y con bajo peso. Ambos fueron colocados en sendas incubadoras y recibieron los cuidados médicos necesarios.
Uno de los recién nacidos fue evolucionando con normalidad y ganando peso, mientras que el otro bebé no mejoraba.
Decidieron ponerlos juntos en la misma incubadora pensando que el más débil podría sentirse mejor al sentir la presencia cercana de su hermano.
La enfermera observó como el bebé más fuerte enseguida colocó su diminuto brazo sobre su hermano, como si tratara de abrazarlo y protegerlo, y los dos siguieron evolucionando favorablemente.
Según Manuel Moro, jefe del servicio de Neonatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y profesor titular de Pediatría de la Universidad Complutense de Madrid, los años 60 ``fueron la prehistoria de esta subespecialidad pediátrica que se ocupa del recién nacido''.
En esa época, ''se pensaba que los bebés poseían un cerebro totalmente inmaduro, no receptivo a los estímulos emocionales del exterior, y hasta incapaz de captar las sensaciones dolorosas'', señaló.
Los avances de las últimas cuatro décadas revelan que los recién nacidos poseen una mente maravillosa capaz de captar emocionalmente los estímulos externos.
Diversos estudios controlados mediante modernas técnicas de electroencefalografía y otras pruebas de diagnóstico por imagen, no invasivas ni cruentas, revelan que, antes de que puedan andar y expresarse verbalmente, su mente es capaz de sentir emociones complejas, como los celos, la empatía o la frustración; reacciones naturales de estímulo a determinadas sensaciones luego de su nacimiento .
El bebé es ''muy sensible a las muestras de afecto'', explica el neonatólogo.
El experto indica que la gran revolución no tecnológica en la moderna neonatología ha sido el contacto inmediato y directo con los padres.
Por ejemplo, los prematuros aislados en sus incubadoras y conectados a cables y aparatos resultan altamente beneficiados con los cambios.
''Ahora los padres los pueden acariciar, besar, abrazar, tomar, hablar con dulzura y eso los ayuda a sentirse más protegidos'', explica Moro.
La ecografía cuatridimensional (4D) también ayuda al avance en el conocimiento del cerebro del bebé antes de su nacimiento.
El estudio ayuda a comprobar si el desarrollo de la mente fetal es el adecuado, e incluso a prever ciertos problemas como la parálisis cerebral.
En los años 70, los trabajos del doctor Martin Hoffman, profesor de Psicología de la Universidad de Nueva York, sobre empatía en los primeros meses de vida demostraban que los bebés al oír el llanto de otros pequeños, comenzaban a llorar.
Hoffman se preguntaba si era por ''solidaridad hacia un semejante'' o simplemente ``por enfado, porque les molestaba el ruido''.
Otros estudios realizados en Italia, a partir del trabajo de Hoffman, descubrieron que cuando su propio llanto era emitido tras ser grabado en cintas magnetofónicas, los bebés no se inmutaban al escucharse a sí mismos.
Tanto Hoffman como otros investigadores, piensan que existe una ``rudimentaria empatía desde el nacimiento''.