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Obsesiones sexuales en el trastorno obsesivo-compulsivo pediátrico: Características clínicas y resultados de tratamiento.
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Autor/autores: Lorena Fernández de la Cruz; Faye Barrow; Koen Bolhuis B.Sc
,Artículo,Depression and Anxiety.,
Artículo |
Fecha de publicación: 04/02/2014
Artículo revisado por nuestra redacción
Antecedentes. Las obsesiones sexuales son comunes en adultos con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), causan gran distrés, y a veces son mal interpretadas como indicadores de riesgo para otros. Se sabe poco acerca de la prevalencia, los correlatos clínicos y el pronóstico de tales síntomas en las personas jóvenes.
Métodos. A trescientos ochenta y tres pacientes remitidos a un especialista en pediatría clínica para TOC se les administraron una serie de medidas en la ingesta y, para los tratados en la clínica, una vez más después del tratamiento. Se compararon las características socio-demográficas y clínicas en pacientes con y sin obsesiones sexuales. Los análisis de modelos mixtos de varianza compararon los resultados del tratamiento en ambos grupos.
Resultados. Una cuarta parte de los pacientes tuvo obsesiones sexuales al inicio del estudio (rango de edad 8-17), tuvieron síntomas un poco más severos de TOC y estaban más deprimidos que los que no tenían obsesiones sexuales. Las obsesiones agresivas y religiosas, el pensamiento mágico, el miedo a decir ciertas cosas, los rituales repetitivos, juegos supersticiosos, rituales mentales, y la necesidad de contar, preguntar o confesar fueron más frecuentes en los participantes con obsesiones sexuales. Fundamentalmente, no se encontraron diferencias en los resultados del tratamiento entre los grupos.
Conclusiones. Las obsesiones sexuales son comunes en el TOC pediátrico, incluso en niños muy pequeños. A pesar de que pueden estar asociadas con características clínicas particulares, no interfieran con la respuesta al tratamiento. La presencia de obsesiones sexuales en los niños debe ser reconocida y estos síntomas deben ser entendidos como más normales, síntomas del TOC no amenazantes, que no representan riesgo para los demás. Ellos responden a las estrategias de tratamiento estándar, por lo tanto los niños y las familias deben recibir el mensaje habitual de optimismo respecto a las posibilidades de recuperación.
Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original:onlinelibrary.wiley.com/journal/10.1002/(ISSN)1520-6394
Background. Sexual obsessions are common in adults with obsessive-compulsive disorder (OCD), cause great distress, and are sometimes misinterpreted as indicating risk to others. Little is known about the prevalence, clinical correlates, and prognosis of such symptoms in young people.
Methods. Three hundred and eighty-three patients referred to a specialist pediatric OCD clinic were administered a series of measures at intake and, for those treated at the clinic, again after treatment. Patients with and without sexual obsessions were compared on socio-demographic and clinical characteristics. Mixed model analyses of variance compared treatment outcomes in both groups.
Results. A quarter of patients had sexual obsessions at baseline (age range 817); they had slightly more severe OCD symptoms and were more depressed than those without sexual obsessions. Aggressive and religious obsessions, magical thinking, fear of saying certain things, repeating rituals, superstitious games, mental rituals, and the need to tell, ask, or confess were more frequent in participants with sexual obsessions. Crucially, no differences in treatment outcome were found between the groups.
Conclusions. Sexual obsessions are common in pediatric OCD, even in very young children. Although they may be associated with particular clinical features, they do not interfere with treatment response. The occurrence of sexual obsessions in children should be recognized and these symptoms understood as ordinary, nonthreatening OCD symptoms, which pose no risk to others. They respond to the standard treatment strategies, so children and families should receive the usual message of optimism regarding the chances of recovery.
Artículo revisado por nuestra redacción
Resumen Antecedentes. Las obsesiones sexuales son comunes en adultos con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), causan gran distrés, y a veces son mal interpretadas como indicadores de riesgo para otros. Se sabe poco acerca de la prevalencia, los correlatos clínicos y el pronóstico de tales síntomas en las personas jóvenes. Métodos. A trescientos ochenta y tres pacientes remitidos a un esp...
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Resumen
Antecedentes. Las obsesiones sexuales son comunes en adultos con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), causan gran distrés, y a veces son mal interpretadas como indicadores de riesgo para otros. Se sabe poco acerca de la prevalencia, los correlatos clínicos y el pronóstico de tales síntomas en las personas jóvenes.
Métodos. A trescientos ochenta y tres pacientes remitidos a un especialista en pediatría clínica para TOC se les administraron una serie de medidas en la ingesta y, para los tratados en la clínica, una vez más después del tratamiento. Se compararon las características socio-demográficas y clínicas en pacientes con y sin obsesiones sexuales. Los análisis de modelos mixtos de varianza compararon los resultados del tratamiento en ambos grupos.
Resultados. Una cuarta parte de los pacientes tuvo obsesiones sexuales al inicio del estudio (rango de edad 8-17), tuvieron síntomas un poco más severos de TOC y estaban más deprimidos que los que no tenían obsesiones sexuales. Las obsesiones agresivas y religiosas, el pensamiento mágico, el miedo a decir ciertas cosas, los rituales repetitivos, juegos supersticiosos, rituales mentales, y la necesidad de contar, preguntar o confesar fueron más frecuentes en los participantes con obsesiones sexuales. Fundamentalmente, no se encontraron diferencias en los resultados del tratamiento entre los grupos.
Conclusiones. Las obsesiones sexuales son comunes en el TOC pediátrico, incluso en niños muy pequeños. A pesar de que pueden estar asociadas con características clínicas particulares, no interfieran con la respuesta al tratamiento. La presencia de obsesiones sexuales en los niños debe ser reconocida y estos síntomas deben ser entendidos como más normales, síntomas del TOC no amenazantes, que no representan riesgo para los demás. Ellos responden a las estrategias de tratamiento estándar, por lo tanto los niños y las familias deben recibir el mensaje habitual de optimismo respecto a las posibilidades de recuperación.
Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original:onlinelibrary.wiley.com/journal/10.1002/(ISSN)1520-6394
Abstract
Background. Sexual obsessions are common in adults with obsessive-compulsive disorder (OCD), cause great distress, and are sometimes misinterpreted as indicating risk to others. Little is known about the prevalence, clinical correlates, and prognosis of such symptoms in young people.
Methods. Three hundred and eighty-three patients referred to a specialist pediatric OCD clinic were administered a series of measures at intake and, for those treated at the clinic, again after treatment. Patients with and without sexual obsessions were compared on socio-demographic and clinical characteristics. Mixed model analyses of variance compared treatment outcomes in both groups.
Results. A quarter of patients had sexual obsessions at baseline (age range 817); they had slightly more severe OCD symptoms and were more depressed than those without sexual obsessions. Aggressive and religious obsessions, magical thinking, fear of saying certain things, repeating rituals, superstitious games, mental rituals, and the need to tell, ask, or confess were more frequent in participants with sexual obsessions. Crucially, no differences in treatment outcome were found between the groups.
Conclusions. Sexual obsessions are common in pediatric OCD, even in very young children. Although they may be associated with particular clinical features, they do not interfere with treatment response. The occurrence of sexual obsessions in children should be recognized and these symptoms understood as ordinary, nonthreatening OCD symptoms, which pose no risk to others. They respond to the standard treatment strategies, so children and families should receive the usual message of optimism regarding the chances of recovery.
