En las últimas décadas, ha habido un aumento significativo en el conocimiento y la conciencia sobre el trastorno del espectro autista (TEA), especialmente en relación con su prevalencia y el impacto en la vida de los afectados. Aunque las causas exactas del TEA aún no están claras, la evidencia actual sugiere que la neuroinflamación podría ser un factor crucial.
Investigadores de la Universidad de Fukui en Japón, en un estudio reciente publicado en la revista Psychiatry and Clinical Neurosciences, han descubierto un vínculo significativo entre los niveles de ciertos hidroxiácidos grasos en la sangre del cordón umbilical y los síntomas del TEA. El estudio exploró la asociación entre los metabolitos de los ácidos grasos poliinsaturados en la sangre del cordón umbilical y los síntomas del TEA, así como el funcionamiento adaptativo en niños.
El Prof. Hideo Matsuzaki del Centro de Investigación para el Desarrollo Mental Infantil de la Universidad de Fukui explicó que el metabolismo del citocromo P450 (CYP) forma ácidos grasos epoxi (EpFA) con efectos antiinflamatorios, y ácidos grasos dihidroxi, o 'dioles', que poseen propiedades inflamatorias. La hipótesis era que los niveles más bajos de EpFA, los niveles más altos de diol, y/o mayores enzimas metabólicas de EpFA durante el período fetal podrían influir en los síntomas del TEA y en las dificultades de funcionamiento diario de los niños después del nacimiento.
Para probar esta hipótesis, los investigadores analizaron la relación entre los metabolitos de PUFA en la sangre del cordón umbilical y las puntuaciones de TEA en 200 niños. Las muestras de sangre del cordón umbilical se recogieron inmediatamente después del nacimiento y se conservaron adecuadamente, mientras que los síntomas de TEA y el funcionamiento adaptativo se evaluaron a los seis años con la ayuda de sus madres.
Los resultados revelaron que un compuesto específico en la sangre del cordón umbilical, el ácido 11,12-dihidroxieicosatrienoico (diHETrE), un ácido graso dihidroxi derivado del ácido araquidónico, tenía fuertes implicaciones para la severidad del TEA.
Los niveles de diHETrE al nacer estaban significativamente asociados con síntomas posteriores de TEA y con un deterioro del funcionamiento adaptativo.Los investigadores encontraron que los niveles más altos de 11,12-diHETrE impactaban en las interacciones sociales, mientras que los niveles bajos de 8,9-diHETrE afectaban a las conductas repetitivas y restrictivas, siendo esta correlación más específica para las niñas.
Estos hallazgos sugieren que medir los niveles de diHETrE al nacer podría predecir la probabilidad de desarrollo del TEA en los niños, ofreciendo una nueva dirección para futuras investigaciones que podrían desvelar las incógnitas científicas que aún rodean al TEA. Este entendimiento mejorado y un diagnóstico temprano podrían mejorar significativamente la vida de las personas con esta condición.