Hasta el día de hoy, se ha logrado un gran progreso en el desarrollo de psicoterapias basadas en la evidencia para una amplia gama de trastornos mentales. Sin embargo, existen importantes brechas socioeconómicas y socioculturales en el acceso a estas intervenciones. La disponibilidad de psicoterapias para una gran proporción de la población mundial presenta un gran desafío para el futuro de la atención de la salud mental.
Actualmente existen barreras tanto estructurales como actitudinales para acceder a las psicoterapias. En relación con las barreras estructurales, un problema importante es que, en muchos países del mundo, las psicoterapias basadas en evidencia apenas están disponibles en los servicios públicos de salud mental, siendo practicadas en su mayoría por psicólogos y psiquiatras en sus consultorios privados, lo que crea una brecha socioeconómica para acceder a ellas.
Las barreras de actitud juegan un papel igualmente importante, si no más. El modelo dominante de psicoterapia es en gran parte pro-ricos y pro-altamente educados, y por lo tanto, se encuentra con sospecha y se siente fuera del alcance de muchos.
Estos problemas se ven exacerbados por la migración internacional a gran escala de familias que presentan las consecuencias del impacto psicológico duradero del desplazamiento, el desarraigo y el cambio cultural.
¿Qué se puede hacer para aumentar el acceso a las psicoterapias, en particular por parte de las personas socioeconómicamente desfavorecidas y las minorías socioculturales? En primer lugar, es necesario ampliar la aplicabilidad de las psicoterapias para incluir proveedores de servicios no tradicionales e intervenciones de autoayuda. Los programas en curso en países de ingresos bajos y medianos para capacitar a terapeutas "descalzos" mediante la creación de plataformas de aprendizaje electrónico representan un modelo importante.
En segundo lugar, las intervenciones deben adaptarse a poblaciones específicas. Los estudios sugieren que, cuando las intervenciones para los problemas de salud mental se adaptan para que sean culturalmente apropiadas, suelen ser tan eficaces en los grupos minoritarios como en las poblaciones para las que se crearon y probaron originalmente. En tercer lugar, el campo de la salud mental necesita comprometerse activamente con los problemas raciales y de otras desigualdades. Finalmente, la forma en que los medios de comunicación describen la eficacia de las psicoterapias para los problemas de salud mental puede tener un impacto importante en su uso y quizás también en su eficacia, disminuyendo o reforzando el estigma relacionado con los problemas de salud mental.
Necesitamos capacitar una fuerza de trabajo masiva y confiable para brindar psicoterapias efectivas a la gran cantidad de personas que las necesitan en nuestras sociedades. Esto, requerirá no sólo un cambio significativo en la habilidad de quienes dan estos tratamientos, sino también una mayor disposición por parte de los profesionales de la salud mental.
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