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Confirman que la respuesta de alerta es menos intensa en estados afectivos positivos

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Noticia | 25/03/2014
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quipo de científicos de la Universidad de Sevilla ha demostrado la relación existente entre el estado emocional en el que se encuentra una persona y un mecanismo denominado inhibición prepulso, relacionado con las respuestas de alerta y de sobresalto. El estudio confirma que este proceso, implicado en la forma en que organizamos perceptivamente el mundo que nos rodea, está modulado por los niveles de dopamina, un neurotransmisor que se produce en exceso en algunos pacientes psiquiátricos. Sus conclusiones abren una nueva vía de estudio en torno al tipo de medicamentos más apropiados para ellos en función de su sintomatología.

El Grupo de Investigación Aprendizaje y Cognición de la Universidad de Sevilla, dirigido por Gonzalo De la Casa, ha realizado un ensayo en humanos que demuestra que existen cambios en el proceso atencional en función del estado emocional y que éstos afectan a la respuesta de alerta o sobresalto, que se produce de forma refleja ante estímulos intensos. La investigación se ha publicado en la revista International Journal of Psychophysiology bajo el título Startle response and prepulse inhibition modulation by positive- and negative-induced affect.

Se han centrado en un mecanismo conductual muy básico, que sirve para organizar la percepción de nuestro entorno, denominado Inhibición prepulso. Se puede inducir de manera simple en el laboratorio, tanto en roedores como en humanos, y cumple con la función de concentrar la atención en aquello que estamos analizando, sin que se produzcan distracciones por el resto de los estímulos que nos rodean.

La respuesta de alerta tiene un carácter adaptativo, ya que prepara al individuo para la defensa o el ataque. Se trata de una reacción involuntaria que se produce ante un estímulo inesperado de suficiente intensidad. Esta respuesta se debilita en individuos sin patologías si antes de dicho estímulo aparece otro de menor intensidad. Este último mecanismo es el que se denomina inhibición prepulso.

Inhibición Prepulso

El fenómeno se puede ejemplificar así: si estás en el despacho trabajando y alguien abre la puerta y entra, lo normal es que te sobresaltes. Pero si antes de entrar llaman a la puerta, la llamada actúa como un preaviso que hace que el organismo se prepare ante el estímulo nuevo y reaccione de manera más adecuada, con una respuesta de alerta de menor intensidad.

“Se presenta un estímulo breve muy intenso (un sonido de 120 decibelios) y se mide la respuesta de alerta que produce. En ensayos posteriores, se presenta ese mismo estímulo intenso precedido de un estímulo más débil (un sonido de 80 decibelios) y la respuesta de alerta aparece debilitada hasta en un 40%”, indica a la Fundación Descubre el catedrático de psicología Gonzalo De la Casa.

La inhibición prepulso es un mecanismo de filtrado de estímulos, ya que mientras procesamos el primero de ellos (el menos intenso), se bloquean todos los canales neurales encargados de analizar este tipo de información. Por ello se responde con menor intensidad ante el estímulo más fuerte que aparece a continuación.

Este fenómeno conductual no funciona correctamente en personas que padecen patologías caracterizadas por alteraciones en el sistema dopaminérgico, como la esquizofrenia. “En la fase aguda de la enfermedad se produce más dopamina, lo que afecta al proceso atencional y anula el efecto de inhibición prepulso”, indica el profesor De la Casa.

Alerta y afectos

Los psicólogos sevillanos han reproducido este fenómeno en el laboratorio y han propiciado situaciones que producen un incremento de la dopamina en los participantes en el experimento, a través de la inducción de afectos positivos, con el objetivo de analizar cómo afectan a la respuesta de alerta y a la inhibición prepulso.

Para ello han realizado dos experimentos en personas sin patologías. En cada uno, la muestra estaba formada por 30 personas, divididas en tres grupos de 10. El procedimiento de actuación era el mismo en ambos ensayos. Se introdujo a los participantes, uno a uno, en una habitación pequeña, sin ruidos y con poca luz. A través de unos auriculares, se presentaron los sonidos, denominados pulsos. Primero, el sonido más débil, de 80 decibelios. Más tarde (con una diferencia entre ellos de 40 o 60 milisegundos, casi imperceptible) se emitió el sonido más intenso, con una magnitud de 120 decibelios. Por medio de tres electrodos se registraba la respuesta del músculo orbicular, responsable del parpadeo, para medir la respuesta de alerta.

Mientras, se proyectaban en la pantalla de un ordenador diferentes clips de películas en función del grupo al que perteneciera el sujeto. En el primero, se proyectó una película de dibujos animados, para inducir en la persona un estado afectivo positivo. En el segundo grupo, las imágenes eran de contenido sangriento y provocaban un estado afectivo negativo. El tercer grupo, que ejercía de control, visualizaba contenido neutro que no inducía ningún estado afectivo.

En el grupo de afecto positivo, la respuesta de alerta disminuyó y el fenómeno de inhibición prepulso se incrementó. En el grupo de afecto negativo, la respuesta de alerta aumentó, al igual que la inhibición prepulso. “Si este mecanismo consiste en una reducción de la respuesta de alerta, tanto en la condición de afecto positivo como en la de afecto negativo se produjo una inhibición todavía mayor de esa respuesta”, señala Gonzalo De la Casa.

La interpretación de estos resultados está en función de cómo el proceso atencional cambia según el estado afectivo y en cómo esto afecta a las respuestas de alerta. Si una persona se encuentra en un estado afectivo positivo (está contenta, etc.) y percibe un estímulo potencialmente amenazante, lo valora como menos peligroso. “Pero cuando estás en un estado afectivo negativo (triste, enfadado, etc.), tiendes a concentrarte en los estímulos potencialmente nocivos, dando una respuesta más intensa ante ellos”, indica el responsable del estudio.

Estos resultados están en consonancia con los obtenidos por el equipo en estudios anteriores, que han confirmado el papel de la dopamina como factor modulador del circuito de inhibición prepulso. “Esto abre una nueva línea de investigación, en torno al tipo de medicamentos que sería más adecuado para el tratamiento de la esquizofrenia, en función de la sintomatología predominante en el paciente. Nos induce a investigar, por ejemplo, si en los casos en que se observen muchas alteraciones relacionadas con el proceso atencional sería recomendable introducir antipsicóticos típicos, ya que en los experimentos que hemos realizado con roedores parecen regular mejor el fenómeno de la inhibición prepulso”, concluye el profesor De la Casa.

Para acceder al texto completo es necesario consultar las características de suscripción de la fuente original:  http://www.sciencedirect.com/science/journal/01678760
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International Journal of Psychophysiology

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