Leer la historia de la humanidad es leer una historia de migración. Desde los primeros éxodos humanos de África, pasando por los imperios Griego y Romano que buscaban la expansión territorial, los primeros viajes de exploración de la dinastía Ming, la fuga de minorías étnicas, religiosas, políticas y sexuales que han escapado de la persecución de diversos regímenes autoritarios o conflictos internos, hasta los migrantes económicos de Europa continental, Asia, Oriente Medio y Sudamérica y Centroamérica, que buscan en nuevos continentes mejores vidas para sí mismos y sus familias, la migración seguramente es la característica definitoria de una experiencia humana singular que liga nuestro pasado, presente y futuro. Los factores impulsores y las consecuencias de la migración también dejan marcas indelebles en la historia de la humanidad. Tal vez en igual proporción, den lugar a avances para la civilización –enriqueciendo la diversidad cultural, social, genética y económica y el desarrollo humano– y manchas que sirven para recordarnos de los límites aparentemente incansables de la crueldad y brutalidad humana (véase también Silove et al.1 en este número de la revista). Para un epidemiólogo psiquiátrico, la migración presumiblemente se asocia a una de las desigualdades en salud pública definitorias de los últimos 100 años: que determinados migrantes, sus hijos y los hijos de sus hijos tienen hasta 10 tantos más probabilidades de cumplir criterios diagnósticos para un trastorno psicótico que la mayoría de la población (por lo general caucásica blanca) en un determinado contexto2 . La magnitud exacta de este riesgo varía dependiendo de determinado grupo migrante y el contexto en el cual se lleve a cabo el estudio. En el Reino Unido, por ejemplo, el riesgo de psicosis fluctúa desde ligeros incrementos (de 1,5 o menos) para los migrantes caucásicos, hasta un aumento de 2-4 tantos en el riesgo para las personas de origen pakistaní y bangladesí, y una tasa de hasta 10 tantos más alta entre grupos de negros caribeños y africanos3 .En otras partes, el riesgo elevado también sigue a los flujos de migración histórica, como por ejemplo entre las poblaciones surinameses y marroquíes de Países Bajos2 , o los migrantes de África del Este a Suecia4 . La investigación emergente de países que han experimentado presiones de inmigración contemporánea sin precedentes5 también demuestra que las tasas de incidencia son elevadas entre los grupos de migrantes...
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