SEPARACIÓN, MONOPARENTALIDAD, RECONSTITUCIÓN: ETAPAS POSIBLES DE LA FAMILIA POSMODERNA Decía en el resumen de presentación que: nunca como hoy es más obligatorio mirar el contexto sociocultural donde se inscriben las conductas, eludirlo constituye una posición no ética. Qué mejor que citar a dos escritores actuales y comentar la descripción que ellos tienen de la pareja y la familia e...
SEPARACIÓN, MONOPARENTALIDAD, RECONSTITUCIÓN: ETAPAS POSIBLES DE LA FAMILIA POSMODERNA
Decía en el resumen de presentación que: nunca como hoy es más obligatorio mirar el contexto sociocultural donde se inscriben las conductas, eludirlo constituye una posición no ética. Qué mejor que citar a dos escritores actuales y comentar la descripción que ellos tienen de la pareja y la familia en la actualidad. Uno de ellos, es un artículo publicado en el País por Vicente Verdú: La nueva pareja: unida y suelta (El País 11-5-2000). Dice así: hace casi medio siglo reinaba la pareja fusional mientras hoy aparecen entre las gentes de 25 a 35 años la pareja fisional (de separación). Ayer imperaba la idea de formar una sola cosa, crear un proceso de unidad común, y los novios se abocaban sobre las novias para copar su voluntad, sus gustos y hasta el doméstico destino de sus vidas. La gran demanda de la pareja era convertir el dúo en uno; amarse hasta la fusión total. Ahora, no obstante, la demanda de individualidad personal no cesa, y desde ese pilar irrenunciable se construye una sociedad sin remover la concreta identidad de cada uno.
Cito a este autor porque con bellas palabras describe el cambio que ha ocurrido en la pareja; de moderna a postmoderna y explica en parte, que si la satisfacción individual no se logra en el interior de la pareja, los individuos que la componen propongan o produzcan bajo este conjunto de significados que constituye el contexto social- la ruptura como el camino más lógico.
Así mismo, el novelista francés Michel Houellebecq 2 en su novela Partículas elementales dice: ... es chocante comprobar que a veces se ha presentado la liberación sexual como si fuera un sueño comunitario, cuando en realidad se trataba de un nuevo escalón en la progresiva escalada histórica del individualismo. Como indica la bonita palabra francesa mènage (continúa diciendo el autor), la pareja y la familia eran el último islote de comunismo primitivo en el seno de la sociedad liberal. La liberación sexual provocó la destrucción de esas comunidades intermedias, las últimas que separaban al individuo del mercado y, concluye el autor, este proceso de destrucción continúa en la actualidad (p.: 116).
De acuerdo o no, apoyemos o denostemos esta realidad, los terapeutas familiares deberemos confrontarnos con ella y buscar mapas que guíen la reflexión y con ellos la intervención.
Decir que los procesos de separación y divorcio han ido incrementándose en la sociedad occidental hasta llegar en algunas culturas hasta el 50% no es una novedad. Como dice Díaz-Usandivaras 3: Entre las empresas intentadas por el hombre, seguramente existen muy pocas con un índice tan talo de fracasos como el matrimonio. Si creemos que estos primeros divorcios o, mejor dicho, el divorcio del primer matrimonio, es debido a que la pareja fue producto de un error juvenil o de falta de experiencia, las estadísticas se encargan de desmontar la hipótesis: los segundos matrimonios fracasan porcentualmente más que los primeros (Carter 1, 1991).
Por todo esto debemos admitir que el divorcio es una posibilidad más del ciclo evolutivo normal de la vida familiar. Consecuentemente, la familia monoparental y la reconstitución de parejas con hijos de matrimonios anteriores es en la actualidad o será en el futuro, una realidad social y, por ende, terapéutica.
Si las cosas son así, la primera actitud de los profesionales de lo familiar será aceptar que el divorcio o la separación en la sociedad actual es un hecho normal, funcional y que en sí mismo no debe ser iatrogénico, es una etapa diferente del ciclo vital familiar, es un hecho que complejiza el grupo familiar, que puede ser enriquecedor si la organización postdivorcio no se transforma en disfuncional; en una palabra, si luego del divorcio de logra rehacer una parentalidad cooperativa.
Decimos que el sistema familiar se complejiza porque el divorcio, que se suele representar como un hecho, fulano de tal se divorció es en realidad un proceso que dura en el tiempo, que suele ser doloroso, -enredado relacionalmente-, largo, y por ello se atasca fácilmente, se desvía y termina en organizaciones disfuncionales.
Díaz-Usandivaras 3 dice que el proceso de divorcio consiste en la disociación instrumental y funcional de la pareja parental y marital; que en el matrimonio no divorciado están fusionadas. Esta disociación va a permitir que ambos tipos de pareja sigan vías distintas. En el divorcio, la pareja marital se separa y la pareja parental debe permanecer unida mientras las funciones coparentales sigan siendo necesarias. Así el matrimonio deberá continuar como pareja parental ya no hasta que la muerte los separe, como cuando la pareja era fusional, sino hasta que la madurez de los hijos no haga necesaria la co-parentalidad (siguiendo la idea postmoderna de pareja fisional).
¿Qué es lo que se encuentra en los divorcios llamados atascados o malignos? Lo habitual son parejas maritales insuficientemente divorciadas y/o parejas parentales demasiado divorciadas que ha claudicado las funciones parentales.
Abelshon 4 (1983) distingue dentro de las funciones parentales las nutritivas que son las que implican dar afecto, cuidados, alimentación, abrigo, etc. y las normativas que promueven la adaptación de los hijos a la realidad y que requieren la actuación conjunta de ambos progenitores de forma coordinadas para que éstas sean efectivas ya que están ligadas al no, a la prohibición, a la contención emocional. Son frustrantes y exigen más amor parental.
El dramatismo de los divorcios malignos está fijado al fracaso de la co-parentalidad. No solamente porque fracase lo normativo, sino porque viene de la mano, en general, de la insuficiente separación marital; lo que en consecuencia produce sabotajes encubiertos, coaliciones con los hijos, coaliciones que violan las fronteras entre los subsistemas y socavan la estructura jerárquica de la familia, atrapando a los hijos en dramáticos conflictos de lealtades, en situaciones imposibles de sobrellevar. Son hijos tironeados por el falso amor de una madre o padre que lo posicionan en contra del otro. Producto de estos divorcios malignos ha aparecido una figura, relativamente nueva, pero no por ello menos dramática: la alienación de uno de los padres; se le denomina síndrome de alienación parental o proceso de exclusión parental, donde un hijo se niega, tiene temor, pánico u odio ancestral y no ve a su progenitor no custodio. Hablo del drama en varios sentido: primero, Wallenstein y Kelly 5 realizaron un estudio longitudinal con hijos de divorciados y demostraron que los hijos crecen y se desarrollan mejor cuando mantienen contacto regular y continuado con ambos progenitores; segundo, la posibilidad de reconciliación con el padre, revinculación con el padre no custodio (alienado) es inversamente proporcional al tiempo que el niño o niña carece de contacto con ese padre, a la larga el vínculo desaparece definitivamente; por último, en nuestra casuística de divorcios con padres alienados el niño o niña, en un alto porcentaje, suelen adquirir las características negativas de dicho padre.
Siguiendo esta línea de pensamiento podemos dejar sentado algo en lo que casi todos los autores están de acuerdo: la custodia del hijo deberá ser siempre para aquél padre que favorezca, que garantice mejor el acceso del otro progenitor y de su familia al hijo que él custodia. Hay otra figura que no debemos dejar pasar: la custodia compartida. Figura poco conocida y poco desarrollada en España. Presenta algunas dificultades especiales del tipo, edad de los niños, necesaria proximidad física de los ex cónyuges, buena resolución emocional de la separación conyugal, etcétera. Pero dada la situación social actual madre trabajadora, padres nutricios, abuelas distantes físicamente- creemos que la custodia compartida puede ser una solución acorde a este contexto social. Entre otras cosas porque evita en parte el distanciamiento del padre no custodio (la desvinculación) con lo que ello conlleva desde el punto de vista emocional para ambos (hijo y padre no custodio). No es lo mismo ser padre de fin de semana alterno, que ser padre tres o cuatro días todas las semanas. No es lo mismo desayunar con los hijos los días laborables, recogerlos del colegio, colaborar en las tareas educativas, controlar la hora de llegada por la noche, etc. que tener los hijos de visita cada quince días.
Llegado a este punto debo hacer un inciso. Dentro del tema de la separación matrimonial no puedo terminar este complejo problema sin señalar un camino terapéutico, preventivo, que es la mediación en conflictos de separación y divorcio. Este conjunto de técnicas que favorecen la resolución de diferencias e intereses dentro de un proceso de divorcio, pueden evitar el camino hacia un divorcio maligno, estancado, destructivo para todos los miembros de la familia. El tema de la mediación merece un capítulo aparte pero no podía dejar de pasar la ocasión de mencionarla como una opción, la gran opción para la resolución alternativa de conflictos que siempre emergen en las rupturas matrimoniales.
Pasemos al punto de las familias monoparentales.
Uno de los motivos de mi presentación es la intención de romper con los mitos sociales, de des-patologizar a las familias divorciadas, monoparentales y reconstituidas, haciendo desaparecer el estigma social que en sí mismas son disfuncionales. - ¡ah, usted es divorciada!, ya entiendo por qué su hijo tiene problemas. Como si los problemas fueran producto de estas neoformaciones familiares. ¡Esto no es así! En sí mismo no son disfuncionales, sólo son constelaciones familiares diferentes.
El incremento de la monoparentalidad en EE.UU. hacía esperar que en 1990 hubiera una de cada tres familias monoparentales y que el 92% de la monoparentalidad sea femenina. La primera consecuencia negativa es económica, ya que la familia suele en general estar mantenida por el padre custodio solamente y como la inmensa mayoría son mujeres, que se empobrecen mas luego del divorcio, los sociólogos han denominado a este fenómeno la feminización de la pobreza.
¿Cuáles son los problemas que se le presentan al padre custodio a raíz de la monoparentalidad?. En forma muy resumida tiene tres problemas a resolver:
1. La manutención de la familia, como señalábamos.
2. La función parental debe ser nutricia y normativa en una sola persona, sin posibilidad de compartir la responsabilidad.
3. La necesidad de la mujer de resolver su desarrollo individual, profesional, sexual, el ocio, etcétera. Como se quejaba una hija amargamente de su madre: cuando estás con tus amigas no nos haces ningún caso.
La monoparentalidad ya no es sólo producto de divorcio y separaciones. Cada vez más padres optan por ser progenitores únicos. Éstos han alumbrado una nueva clase de familias; familias que tienen derechos propios para reclamar legitimidad y, como dice Walters 1 (1991): hay beneficios en la monoparentalidad. En forma resumida podemos encontrar:
1. Una sola línea de autoridad que evita conflictos, triangulaciones, descalificaciones, etc.
2. La obligatoriedad de tener los dos roles en una sola persona (nutricio y normativo) evita la disociación clásica, madre nutritiva / padre normativo.
3. Mayor posibilidad de relaciones didácticas intensas, profundas, sin interferencias, lo que permite, pensando en Bowen 6 (1991), una mayor diferenciación.
4. Las tareas domésticas son de todos, desaparecen las diferencias de género, y los niños crecen más rápido.
Se pasaría a una sociedad familiar donde, en la tarea de sobrevivir, todos son socios, pero con una jerarquía que permita el crecimiento y la salida de los hijos.
Por último, quisiera decir dos palabras sobre familias reconstituidas. También tienen mala prensa, la imagen del padrastro violento o la clásica Cenicienta con su madrastra, siguen como estigma social. Esto no tiene por qué se así. Como decíamos antes, si la reconstitución es funcional el enriquecimiento es factible y puede ser real.
Debemos terminar con el mito fantaseado acerca de que la familia reconstituida ha de ser igual a la familia intacta nuclear de primeras nupcias, o casi igual. ¡No es así!. Aquello que pensábamos los sistémicos acerca de que la nueva familia debía comportarse como un nuevo sistema donde la jerarquía debía ser llevada por los dos cónyuges (el padre biológico y la nueva mujer o la madre biológica y el nuevo cónyuge) ha sido un error. La familia reconstituida tiene un padre o madre de sus hijos y un cónyuge que ayuda a su pareja en la conyugalidad y no en la parentalidad (si fuera posible trazar una línea así de radical).
Dice Carter 1: ... necesitamos contar con un paradigma enteramente nuevo de la familia para dar cabida a las relaciones y los roles complejos existentes en las familias resultantes de segundas nupcias (...) el intento de remedar a la familia nuclear conduce a problemas de adaptación que gira en torno a conflictos de roles entre los miembros de la familia original y los de la familia actual (1991, p.: 365). Problemas de lealtad a los padres biológicos y a los nuevos cónyuges se mezclan y crean situaciones irresolubles. Familia y hogar ya no son lo mismo.
La imagen que nos dejó Jannine Roberts en su Seminario sobre Narrativa acerca del país y su embajada es válida. Cada niño deberá tener en la casa de su padre biológico un espacio que sea el símil de la embajada nacional en territorio extranjero; ese sitio es su embajada, donde la foto que prime sea la del padre ausente (el presidente de su país) y no la del nuevo cónyuge. Es territorio que no se puede invadir.
¿A qué puede aspirar el nuevo cónyuge? A lo máximo podrá ser como un padrino, un tío cercano o un amigo mayor. Nunca un padre sustituto, el niño lo tiene y debe mantenerlo aunque esté en otro edificio.
¿Qué decir de las necesidades económicas o afectivas que el padre custodio precisa para sus hijos? Clásico ha sido pensar tú serás la madre de mi hijo, mi ex-esposa es un desastre o ayúdame económicamente mi ex-marido no me pasa la pensión para mis hijos. Ambas situaciones son falaces. No es posible, por doloroso que sea, reconstituir una familia nuclear donde aparece una reconstituida y, si se hace, irá probablemente abocada al fracaso. Los hijos tienen sus padres biológicos y ellos serán los responsables de la crianza, de la coparentalidad y no es posible ni beneficioso la sustitución a priori. Existen excepciones, pero creo a modo de conclusión, de acuerdo con Carter 1, que debemos pensar que este tipo de familias, las reconstituidas, son de otro orden diferente a las nucleares y por ella deben regirse por un nuevo paradigma.
BIBLIOGRAFÍA
- ABELSOHN, D.: Dealing with the Abdication Dynamic in the Postdivorce Family. Family Process, 3: 359-383 (New York, 1983).
- BOWEN, M.: De la familia al individuo. Paidós (Barcelona, 1991).
- DÍAZ USANDIVARAS, C.M.: Revista Terapia Familiar nº 15 (Buenos Aires, 1986).
- HOUELLEBECQ, M.: Partículas elementales. Anagrama (Barcelona, 1999).
- WALTERS, M.; CARTER, B.; PAPP, P.; SILVERSTEIN, O.: La red invisible. Paidós (Barcelona, 1991).
- WALLENSTEIN, J.; KELLY, J.: The effects of parental divorce. The adolescent experience. Cap. 19 de New Directions in Childhood Psychopathology. Vol. 1. International University Press (New York, 1980).