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La psicoterapia muestra mejorías en ratas genéticamente deprimidas

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Noticia | 31/03/2016
MADR


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ID, 30 Mar. (EUROPA PRESS)

Los genes no determinan necesariamente si una persona va a sufrir depresión porque el medio ambiente es un factor importante y la formación puede anular esa herencia genética, informa un nuevo estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad Northwester, en Chicago, Illinois, Estados Unidos.

Cuando ratas criadas genéticamente para tener depresión recibieron el equivalente a “psicoterapia” en roedores, se alivió su comportamiento deprimido. Y, después de que las ratas con depresión se sometieron a la terapia, algunos de sus biomarcadores de sangre para la depresión cambiaron a niveles no deprimidos.

“El medio ambiente puede modificar una predisposición genética a la depresión”, afirma la investigadora principal del estudio, Eva Redei, profesora de Psiquiatría y Ciencias Conductuales de la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern.

“Si una persona tiene una fuerte historia de depresión en su familia y tiene miedo de ella o sus hijos en el futuro desarrollarán depresión, nuestro estudio es tranquilizador. Sugiere que incluso con una alta predisposición a la depresión, la psicoterapia o la terapia de activación conductual puede aliviarla”, agrega.

El estudio también encontró influencias genéticas y ambientales sobre la depresión que es probable que funcionen a través de diferentes vías moleculares. Ratas criadas para tener depresión y ratas que estaban deprimidas por su entorno mostraron cambios en los niveles de los marcadores sanguíneos completamente diferentes para la depresión.

Ser capaz de diferenciar entre los dos tipos de depresión eventualmente podría conducir a un tratamiento más preciso con medicamentos o psicoterapia, según los autores de esta investigación, que se detalla en un artículo que se publica este martes en ‘Transaltional Psychiatry’, una revista de ‘Nature’.

Las ratas en el estudio de la Northwestern habían sido criadas para tener un comportamiento depresivo durante 33 generaciones y mostraron desesperación extrema. “No hay personas que estén predispuestas genéticamente por completo a la depresión de la forma en que lo estaban las ratas –dice Redei–. Si se puede modificar la depresión en estas ratas, sin duda debemos ser capaces de hacerlo en los seres humanos”.

LA TERAPIA REDUCE DRÁSTICAMENTE LA DEPRESIÓN

El modelo de rata genética de la depresión es biológicamente similar a la depresión humana, sobre el que Redei informó en investigaciones anteriores acerca de los biomarcadores de sangre para la depresión. En este estudio de Northwestern, Redei y sus colegas querían ver si podían alterar la depresión por causas genéticas de las ratas cambiando su entorno.

Los investigadores pusieron a las ratas deprimidas en jaulas grandes con un montón de juguetes para masticar y lugares para que pudieran esconderse y trepar, una especie de Disneylandia para ratas. Las ratas permanecieron en este patio de recreo durante un mes.

“Lo llamamos psicoterapia de rata -relata Redei– porque este enriquecimiento les permite participar con el medio ambiente y más entre sí”. Los resultados de un mes en este patio de recreo fueron que su comportamiento depresivo se redujo drásticamente.

Después de la psicoterapia en este lugar de ocio, se puso a las ratas en un tanque de agua porque su comportamiento en ese depósito es una medida de la depresión. Las ratas de control nadaron alrededor, buscando una forma de escapar, mientras las ratas deprimidas simplemente flotaron, mostrando el comportamiento de desesperación. Después del mes en el patio de recreo, las ratas genéticamente deprimidas nadaron enérgicamente alrededor del tanque, en busca de una salida. “No mostraron la desesperación”, subraya Redei.

Estos científicos también querían ver si el estrés ambiental podría desencadenar la depresión en ratas no deprimidas criadas para ser el grupo de control del experimento. Estas ratas no mostraron comportamiento de desesperación en un principio.

Las ratas de control fueron sometidas a una situación psicológicamente estresante, que implicó una restricción de dos horas al día durante dos semanas. Después de las dos semanas, las ratas estresados de control mostraron un comportamiento deprimido cuando se les puso en un tanque de agua, simplemente flotando –comportamiento de desesperación– y sin tratar de escapar.

Después de haber sido sometidas al estrés ambiental, algunos de los biomarcadores de sangre para la depresión pasaron de niveles no deprimidos a los niveles observados en ratas genéticamente deprimidas. El siguiente paso es averiguar si los biomarcadores en realidad causan cambios de comportamiento en respuesta al medio ambiente.

“Si es así, entonces tal vez podamos encontrar nuevos fármacos para cambiar el nivel de biomarcadores en ratas deprimidas a los de los roedores de control no deprimidos y, por lo tanto, descubrir nuevos medicamentos antidepresivos”, adelanta Redei.

Acceso gratuito al texto completo.
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Transaltional Psychiatry
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