Tanto el cerebro como la piel derivan de la capa tisular más externa del embrión durante la gestación, sin duda compartiendo vínculos privilegiados. Nuestro tegumento es un órgano sensorial extremadamente diversificado, tal como muestra la complejidad de su anatomía y las interacciones entre redes y terminaciones nerviosas, el complejo hístico inmunitario y el propio epitelio. Representa una envoltura protectora frente a las agresiones del medio circundante, así como un excelente regulador térmico y participante de la dinámica metabólica; sin decir, un órgano único de la vida de participación y interrelación social desde una edad temprana.
El conocido estadio del espejo designa el justo momento ontológico y psíquico de la evolución humana acontecido entre los 6 y 18 meses de vida, etapa en la que el infante anticipa el dominio e integración de su ego como estructura corporal independiente, individualizada y unificada; por supuesto, este intrincado fenómeno natural requiere la estimulante identificación e interpretación de su YO a partir de la imagen de un semejante próximo, el reflejo idóneo de la percepción de sí mismo proyectada en el congénere de enfrente. «Le State du miroir comme formateur de la fonction du Je» es el principal escrito de Jaques Lacan, un renombrado psicoanalista francés en el que concibe el concepto de la ley del espejo tras numerosos estudios experimentales; argumentando el preciso instante de la incorporación egocéntrica y el potencial nacimiento del narcisismo, el instante oportuno del establecimiento de la conciencia de sí mismo.
Es un hábito frecuente, muchas veces inconsciente e ilusorio el proyectarnos en la figura de los demás atribuyendo defectos y virtudes que sólo nuestros sentidos desean percibir; la teoría del espejo propuesta por el autor nos invita a cambiar esta perspectiva errática a la plena concientización racional de las cualidades y deficiencias que realmente poseemos sin esperar la refracción del espejo asentado en los demás con la magnífica oportunidad de relacionarnos con el ambiente cercano y de manera reciproca descubrirnos y encontrarnos así mismos.