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Aproximaciones a la problemática del Cuidado de la Salud Mental desde la perspectiva de género

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Autor/autores: Sandra Susacasa
Fecha Publicación: 01/04/2019
Área temática: Salud mental .
Tipo de trabajo:  Conferencia

Departamento de Pedagogía Médica. Facultad de Ciencias Médicas. Universidad Nacional de La Plata. Rep. Argentina

RESUMEN

Los resultados del PI 11H/657-UNLP, permiten continuar nuestra línea de Investigación aplicada, cuanticualitativa, sostenida en interdisciplinariedad. Propone generar conocimientos que aporten al cuidado de la salud mediante estudiar demandas sociales emergentes, acciones de formación implementadas por diferentes instituciones de salud y educación, y respuestas a problemáticas vinculadas a la salud en diversos ámbitos. Los datos confrontar resultados de distintos estudios posibilitando fundamentar propuestas de intervención. Una de las cuestiones emergentes muestra que Género es categoría de análisis ineludible si pretendemos comprender problemáticas complejas como las que atraviesan la Salud Mental (SM). Aporta una nueva dimensión de análisis de las demandas sociales que atraviesan el cuidado de la SM.

El cuidado de la salud exige formación apropiada de todos los responsables, suficiente para generar competencias generales y específicas. Implica incluir inter y transdisciplinarmente contenidos disciplinares de SM. El estado de la cuestión desafía a abordar problemáticas como: violencia, desigualdad, estrés, pánico y muchas otras evidenciables en espacios específicos como el ámbito laboral. Se observan cuestiones que reclaman ser indagadas en todas sus particularidades desde nuevas perspectivas. Aquí focalizamos en el trabajo docente, mayormente ejercido por mujeres, donde el poder lo desempeñan los varones. La implicancia ética revela que las desigualdades deben ser superadas. Las políticas públicas deben transformar la inequidad a través de planes estratégicos integrales, sostenidos en resultados de investigaciones que aporten fundamento y marcos teóricos consistentes. Resulta imprescindible el desarrollo académico de indagaciones con enfoque holístico, respetuosos de la complejidad de esta problemática actual del cuidado de la SM.

Palabras clave: Género, Cuidado de la Salud Mental; Educación para la salud


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APROXIMACIONES A LA PROBLEMÁTICA DEL CUIDADO DE LA SALUD MENTAL DESDE
LA PERSPECTIVA DE GÉNERO
Sandra Susacasa
susacasa@gmail.com
Salud Mental- Género-Cuidado-Desigualdad

RESUMEN
Los resultados del PI 11H/657-UNLP, permiten continuar nuestra línea de Investigación
aplicada, cuanticualitativa, sostenida en interdisciplinariedad. Propone generar conocimientos
que aporten al cuidado de la salud mediante estudiar demandas sociales emergentes, acciones
de formación implementadas por diferentes instituciones de salud y educación, y respuestas
a problemáticas vinculadas a la salud en diversos ámbitos. Los datos confrontar resultados de
distintos estudios posibilitando fundamentar propuestas de intervención.
Una de las cuestiones emergentes muestra que Género es categoría de análisis ineludible si
pretendemos comprender problemáticas complejas como las que atraviesan la Salud Mental
(SM). Aporta una nueva dimensión de análisis de las demandas sociales que atraviesan el
cuidado de la SM.
El cuidado de la salud exige formación apropiada de todos los responsables, suficiente para
generar competencias generales y específicas. Implica incluir inter y transdisciplinarmente
contenidos disciplinares de SM.
El estado de la cuestión desafía a abordar problemáticas como: violencia, desigualdad, estrés,
pánico y muchas otras evidenciables en espacios específicos como el ámbito laboral.
Se observan cuestiones que reclaman ser indagadas en todas sus particularidades desde
nuevas perspectivas. Aquí focalizamos en el trabajo docente, mayormente ejercido por
mujeres, donde el poder lo desempeñan los varones.
La implicancia ética revela que las desigualdades deben ser superadas. Las políticas públicas
deben transformar la inequidad a través de planes estratégicos integrales, sostenidos en
resultados de investigaciones que aporten fundamento y marcos teóricos consistentes.
Resulta imprescindible el desarrollo académico de indagaciones con enfoque holístico,
respetuosos de la complejidad de esta problemática actual del cuidado de la SM.

PRESENTACIÓN
Los resultados obtenidos del proyecto de investigación 11H/657, acreditado por la
Universidad Nacional de La Plata, nos permiten dar continuidad a nuestra línea de
Investigación. La misma se inscribe en la investigación aplicada, de técnicas cuanticualitativas
y se fundamenta en el trabajo interdisciplinario. Propone generar conocimientos para aportar
positivamente al cuidado de la salud, a través de estudiarla en el entramado de las demandas
sociales emergentes, las acciones de formación implementadas por diferentes instituciones de
salud y educación, las respuestas a las problemáticas vinculadas a la salud en diversos
ámbitos actuales.
Los datos elaborados permiten confrontar resultados de distintos estudios lo que brinda la
posibilidad de fundamentar propuestas de intervención.
Una de las cuestiones emergentes que viene resaltándose como significativa, ya desde los
resultados de nuestro Proyecto: "Incidencia de la información en los modos de
comportamiento de la mujer frente al HIV-sida" y de manera continua hasta los actuales, nos
muestran que la perspectiva de Género es una categoría de análisis a incluir si se busca la
comprensión de problemáticas tan complejas como las que atraviesan la Salud Mental en
nuestro tiempo.

Por ello en nuestro marco teórico el concepto de género es significativo y aporta una nueva
mirada al estudio de las demandas sociales, que involucran al cuidado de la salud mental.
Así mismo se instala la evidencia de que las problemáticas del cuidado de la salud exigen, de
acuerdo a las demandas emergentes, una formación apropiada de todos los responsables del
cuidado de la salud, y que sea suficiente para generar competencias generales y específicas.
Estas para construirse necesariamente implican la inclusión de los contenidos disciplinares de
la Salud Mental, así como sus interrelaciones interdisciplinares y transdisciplinares.
La aproximación a este campo permite visualizar cuestiones que reclaman ser indagadas en
todas sus particularidades y desde nuevas perspectivas.
Los datos de salud nos obligan a reconocer que las demandas de salud no se han visto
satisfechas en acciones concretas. Esta situación genera la evidencia de que algunos de los
acuerdos, mundiales, regionales, locales, de programas requieren una revisión reflexiva.
Por tanto el desarrollo, en el ámbito académico, de indagaciones y enfoques holísticos,
respetuosos de la complejidad de las problemáticas actuales que atraviesan el cuidado de la
Salud Mental, es imprescindible.

ESTADO DE SITUACIÓN
De los resultados de nuestros estudios podemos inferir que la situación de la mujer, frente a
las problemáticas actuales que la colocan en planos de vulnerabilidad,
requiere de indagaciones que hagan foco en el comportamiento. Las estructuras que guían los
comportamientos suelen ser muy complejas.
Los comportamientos vinculados al cuidado de la salud están entramados con los
conocimientos acumulados y en las representaciones sociales. Estas tienen un carácter
dinámico y van construyendo, a lo largo de la historia de vida, el mundo simbólico del que
son temas significativos los que hacen referencia a: 1) El cuerpo y la salud, 2) El medioambiente, 3) La difusión de saberes y conocimientos científicos, 4) la regulación normativa de
la vida cotidiana, 5) las significaciones de los comportamientos culturales.
En el caso del cuidado de la salud podemos observar cómo unas determinadas
representaciones sociales influyen en comportamientos. Estas representaciones sociales
pueden pensarse como amplios sistemas que sostienen las actitudes. Su estudio ofrece una
comprensión social de las creencias de las personas, basada en la perspectiva de la
construcción social, y da marco adecuado a la discusión de constructos sociales tales como
género. Construir o modificar actitudes implican un largo camino de aprendizajes. Impulsar
una mayor equidad en este, campo para superar las condiciones de vulnerabilidad de las
mujeres requiere un compromiso que sea sostenible a lo largo de todo un proceso y no solo
de acciones aisladas .
Se pone de manifiesto que son imprescindibles cambios muy difíciles de lograr ya que están
ligados profundamente a la trama de formación de su historia. Nos encontramos con
obstáculos al cuidado de la salud mental, fundamentalmente debido a las resistencias sociales
y culturales que interfieren en la discusión abierta de los problemas, como el de la educación
sexual o la violencia doméstica por ejemplo. Los sujetos sociales construyen acordes a su
contexto, o sea en relación a los modos sociales que reciben como valores, ideologías y
creencias del grupo de pertenencia. En el campo de las prácticas psicosociales, a la hora de
estudiar los obstáculos para la salud, encontramos que aquellos que generan desigualdades
aparecen como muy más fuertes. Es por ello que género pasa a ser una categoría de análisis
imprescindible. Este concepto nos está permitiendo indagar cuestiones complejas, tales como
los fracasos de la educación en la formación de comportamientos de cuidado de la salud.

La perspectiva de género orienta la búsqueda de los contenidos apropiados para la educación
de la comunidad, con conocimientos suficientes para diseñar propuestas innovadoras, en
ámbitos formales y no formales, y da luz a la capacitación del equipo de salud a través de
los contenidos de la Salud Mental para la construcción de competencias del cuidado,
promoción y prevención de la salud. Instalar una perspectiva holística para abordar la
problemática del cuidado de la salud, nos instala en estudios psicosocioculturales, donde la
interdisciplina intenta lograr instalar una nueva perspectiva que contenga propuestas
apropiadas a las necesidades y demandas sociales vinculadas al cuidado, prevención y
atención de la salud.
Una cuestión central la encontramos en la situación de la mujer frente a las demandas de
cuidado. Según datos del proyecto "El cuidado en la agenda pública", (Laura Pautassi,2018)
en el 80 por ciento de los hogares argentinos las "actividades indispensables para satisfacer
las necesidades básicas de la existencia y reproducción de las personas" recaen
exclusivamente en las mujeres. El mismo porcentaje se registra para el caso de las tareas
domésticas.
Las familias dejan el cuidado de las personas que la integran a cargo de la mujer "de la casa".
Este estado de situación viene socioculturalmente asignado sin atender a los necesarios
cambios que el sistema ha generado en referencia al aumento del trabajo de las mujeres fuera
de su ámbito hogareño. Esto está generando situaciones insostenibles, tanto en el seno de los
grupos familiares como en el espacio social y laboral, que en América Latina se va haciendo
cada vez más acuciantes para las mujeres en una proporción en aumento que no encuentra
paliativo.

Es así que ya se habla de la" crisis del cuidado", concepto que difundió la Comisión Económica
para América Latina (CEPAL) en 2009, para indicar el proceso que genera el crecimiento de
la labor femenina en el mercado laboral sin los componentes necesarios para armonizar ni en
los ámbitos privados ni públicos.
Sin embargo el tema del cuidado no ocupa agendas publicas ni mediáticas. Encontramos en
esta cuestión otro ejemplo de cómo no dar luz a ciertas problemáticas es que sumar a la
desigualdad, es un modo de alejar la mirada de las cuestiones que se instalan
inexorablemente en nuestra cotidianeidad generando riesgos para la salud mental.
¿Desde qué estrategias abordar esas resistencias?. Habrá que aceptar que las personas no
cambian fácilmente las creencias por nuevos conocimientos, que mejorarían el cuidado de la
salud.

La acción transformadora aparece como la trama de sustentación de todas las posibilidades
de mejoramiento del estado de esta cuestión, si logra desarrollar acciones más intensas y
efectivas, en el marco del respeto de los derechos humanos, vinculadas a la situación de
desigualdad.
De acuerdo a los resultados de nuestros estudios, es claro que la educación formal no alcanza
el objetivo de generar comportamientos de auto cuidado ni construir espacios educativos, con
aprendizajes significativos, en esa área. Si se lograse el aprendizaje significativo la
transformación del sujeto en un ser humano pensante, participativo, y también demandante
de sus necesidades no satisfechas sería posible.
Paradójicamente en el caso de la mujer el estado de sumisión a esas necesidades básicas no
satisfechas le brindan pocas oportunidades de aprendizaje. En nuestras comunidades la misión
liberadora de la educación no se ejerce. En la Argentina poco menos que la mitad de la
población se encuentra en estado de pobreza Si a esto le agregamos que las mujeres
constituyen la población con el crecimiento más rápido de estados de vulnerabilidad, parece
que la intervención a través de la educación como modo de modificación de su comportamiento
hacia el auto cuidado es un desafío individual y social.
Los niveles de discriminación sufridos por las mujeres se ponen en mayor relieve a la hora de
analizar su situación, con respecto a los varones, en situaciones tales como las laborales.
Basta recordar, a modo de ejemplo, las menores oportunidades que recibe para ocupar cargos
jerárquicos, lo que por sí sólo pone en evidencia otros niveles más sutiles pero no por ello
menos dramáticos, de discriminación, sostenidos algunos en las representaciones sociales aún
en sus propios medios comunitarios, donde la mirada sigue siendo hegemónicamente
patriarcal.
A partir de los resultados de los proyectos 11/H 220, 11/H 326 y 11/H 396 hemos encontrado
que las problemáticas vinculadas a la prevención y cuidado de la salud, ponen de manifiesto
que:
-. Son abordadas fragmentariamente por distintas propuestas, que por los datos
epidemiológicos, muestran no ser eficaces. *Las demandas sociales insatisfechas muestran
muchas necesidades, no menos dramáticas que requieren respuestas sociales.

*Las estrategias utilizadas no son apropiadas a nuestro contexto.
-. Los actores sociales involucrados aportan competencias disciplinares que no son suficientes
para dejar de instalar inequidad.

-. Es necesario desarrollar y utilizar resultados de investigaciones para encontrar el sustento
del diseño de políticas públicas y políticas sociales, con modelos de análisis y metodologías
apropiadas, de tal modo que sus resultados fundamenten estrategias capaces de lograr
intervención social y capacitación de sus actores.
El concepto de género nos permitió dar luz a problemáticas instaladas por la pobreza crítica y
la desigualdad persistente que solo pueden ser atendidas, apropiadamente, desde las políticas
sociales sostenidas en la atención de la Salud Mental y la educación, tanto formal como no
formal.
Los aportes de la categoría : género
El uso de la categoría de género es importante para comprender las diferencias en un contexto
social, en un sistema cultural y por lo tanto en la traducción de una representación social. Su
inclusión en el campo de las ciencias psicosocioculturales ayuda a la comprensión de nuevas
problemáticas que los cambios vertiginosos de la sociedad imponen.
La perspectiva de género es la variable que aportó mucho a nuestro estudio. Esta tiene su
origen en las consecuencias de la división sexual, en el trabajo y en la ubicación social dada
por la cultura a hombres y mujeres, lo que hizo surgir asignaciones y formas diversas de
cuidado. En este sentido, la cultura ha ido dejando su impronta; condicionado en las personas
todo un conjunto de comportamientos, prácticas, creencias, mitos, prejuicios y saberes con
relación al cuerpo, a la enfermedad y a la salud.

DE NUESTRO TRABAJO
Las demandas sociales de la salud colectiva, que ponen en evidencia las problemáticas y sus
manifestaciones actuales, exigen algunas consideraciones acerca del cuidado de la salud
mental. En función de ello en nuestra línea de investigación: Creación de espacios educativos
como Modos de Prevención y a través del proyecto de investigación acreditado, 11/H 657,
hemos marcado ejes centrales de investigación de las demandas sociales de salud en áreas
específicas, tal el caso de la problemática de la salud mental y el trabajo, incluyendo todo lo
concerniente a la mujer en ámbitos específicos como la labor docente, la formación de los
recursos humanos en el área de la salud y sus contenidos, intentando generar nuevas
propuestas y modos de indagación.
Para ello hemos instalado como categoría de análisis la perspectiva de género para investigar
los obstáculos que generan las desigualdades.

En este trabajo hemos hecho foco en el caso del trabajo docente, ejercido en su mayoría por
mujeres y donde los lugares de poder lo ocupan, en su mayoría, los varones.
Frente a este estado, si se busca una aproximación a la comprensión de esta problemática,
para poder diseñar modos más apropiado de intervención, la construcción de nuevas
categorías de análisis como las que permite el concepto género.
Hemos encontrado necesario el análisis de componentes no manifiestos, muchas veces
ocultos, y ahondar en la complejidad de la problemática social. Por tanto hemos debido incluir
conceptos, y recursos metodológicos, brindados por la investigación cualitativa.
En este sentido Incluimos el concepto genero, por:
* constituir una construcción y manifestación de la condición social, tanto de hombres como
mujeres.
*permitir dar luz a la complejidad de interrelaciones con los componentes fundentes de la
sociedad (edad, etnia, etc.).
* analizar los valores asignados a lo femenino y masculino que socialmente se expresan en
un orden jerárquico de predominio.
El estado de las necesidades de cuidado de la salud colectiva nos exige algunas
consideraciones acerca de la educación como modo de prevención. Algunos de los acuerdos
implícitos y explícitos a partir de programas como Salud y Educación de organismos tales
como UNESCO y OMS requieren de una revisión reflexiva.
Encontramos esto relevante ya que el logro de cambios de comportamiento de riesgo o la
generación de comportamientos de autocuidado, requieren de la perspectiva de género en la
elaboración de espacios apropiados a la diversificación en los currículo, la mejor gestión de
los programas, el desarrollo de la investigación y la capacitación de los profesionales. La
inclusión de equidad de género, en la formación, permite una mirada diferente y supera, como
estrategia, a la suma de conocimientos ya existentes en las asignaturas.
Por todo lo anterior visualizamos que la problemática de la mujer es quizá la que pone en
mayor relieve las necesidades insatisfechas, de salud-educación, que padecen los integrantes
más vulnerables de nuestra sociedad por su severidad, urgencia, universalidad y ritmo de
crecimiento alarmarte.
Frente a esta realidad, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sostiene que llegar a los
adolescentes, niños y mujeres es la estrategia más adecuada para modificar, recomendación
que debe hacerse extensiva a todos los programas de prevención dirigido a estos grupos.

Lo que ha resultado difícil es hallar los modos de llegar a ellos, pues los intentos se sostuvieron
más en campañas, y acciones de información evidentemente no suficientes para lograr
modificar los comportamientos.
Los resultados negativos de esos esfuerzos nos colocan en la necesidad de aceptar que el
camino es incierto. Quizá es tiempo de reflexionar que las campañas sostenidas en la
información y aún las que logran la comunicación requieren ser evaluadas desde una actitud
científica, esto es, ejerciendo registro sobre nuestros deseos, miedos, negaciones y otros
componentes. Es necesario estudios que den luz sobre cómo estos influyen en
comportamientos y la perseverancia de modalidades, que de una manera muy manifiesta, se
nos presentan como obstáculos.
Se requieren modelos de análisis y de evaluación comunicables, con referencia específica a
estas cuestiones. Desde nuestro trabajo se desprende que sólo parece posible esa construcción
si se desarrollan investigaciones en el área de la Salud Mental, estratégicas y orientadas a
problemas específicos, que permitan intervenir en problemas de la práctica del cuidado de
la salud, individual y colectiva.
Vista la problemática nos resultó de interés evaluar la incidencia de la información sobre los
modos de comportamiento de las mujeres en grupos poblacionales de características
socioculturales diferentes entre sí, fundamentalmente por el hecho de que la mujer se
caracteriza por un menor poder de decisión en la pareja como una constante, a pesar de las
especificidades de los distintos grupos.
La Metodología que utilizamos se inscribe en la investigación de técnicas cualicuantitativas,
aplicadas. Se analizaron propuestas a nivel Nacional, Provincial, Municipal y de ONG; datos
epidemiológicos, de acuerdo a las demandas sociales emergentes de cuidado de la salud mental.

DE NUESTRO MARCO TEÓRICO
Acerca del concepto de género
Aun aceptando que en los distintos ámbitos internacionales el concepto de género sigue siendo
debatido, y es deseable que así sea, hay acuerdos en las cuestiones esenciales que nos
permiten profundizar los niveles de análisis de esta cuestión.
Ellos son:

Al referirnos a género no lo hacemos sólo a la mujer sino al modo de construcción y
manifestación de la condición social, tanto de los hombres como de las mujeres, tomando
mayor significación el estudio de las interrelaciones entre sí y su contexto.

El análisis de género es multidimensional y por lo tanto su modelo de abordaje debe dar
cuenta de su complejidad e interrelaciones con los componentes fundantes de la sociedad con
los que dinámicamente esta en interacción (edad, etc.).

Los valores asignados a lo femenino y masculino socialmente se expresan en un orden
jerárquico de predominio de las características atribuidas a los varones.
Acordamos que:
1. Las diferencias entre hombres y mujeres no tienen ninguna fundamentación aceptable.
Son producto de un orden social. Expresión de los tiempos, espacios y culturas.
2. "Género" se refiere al modo de construcción y manifestación de la condición social, tanto
de los hombres como de las mujeres, tomando mayor significación las interrelaciones entre sí
y su contexto.
3. Su estudio debe dar cuenta de su complejidad e interrelación dinámica con los
componentes fundantes de la sociedad.
4. Los valores asignados a lo femenino y masculino se expresan socialmente en un orden
jerárquico de predominio de las características atribuidas a los varones.
5.

El concepto "género" aporta al reconocimiento de la salud como espacio social.

A través del análisis de la construcción social del género, las representaciones sociales de
cuidado de la salud, y las diferentes prácticas de salud asociadas a ellas, nos encontramos con
dimensiones de la Salud Mental.

A su vez, la variable género abre el espacio para la salud, en pos de lograr instalarla en el
campo social como compromiso ineludible, al igual que aporta a la indagación del papel
relevante, en la adopción de modos de cuidado de la salud por parte de los sujetos, que tiene
la salud mental.
Es claro que esta categoría se articula en torno a estereotipos que definen masculinidad y
feminidad. La importancia de trabajar con
articulados con aplicaciones esta categoría, a la luz de marcos teóricos metodológicas rigurosas, es que permite utilizar y
reconceptualizar su uso en aplicaciones sociales, aportando a la generación e implementación
de nuevos propuestas. Aproxima a comprender las diferencias en un contexto social, en un
sistema cultural y por lo tanto en la traducción de una representación social. Su inclusión
ayuda a la comprensión de nuevas problemáticas que los cambios vertiginosos que la sociedad
impone.
Asumimos la perspectiva de género como una construcción social. Tiene su origen en las
consecuencias de la división sexual, en el trabajo y en la ubicación social dada por la cultura
a hombres y mujeres, lo que hizo surgir asignaciones y formas diversas de cuidado. En tanto
los cuidados que tuvieron que ver con el mantenimiento del orden público o la aplicación de
la fuerza física se asignaron a los hombres, los relacionados con todo lo que da vida, lo que
es fecundable, se atribuyeron a las mujeres. Entre ellos los cuidados de lo cotidiano,
subrayados en aquellos relacionados con los alimentos y los necesarios para proteger y
mantener el cuerpo en un entorno de salud. De aquí surge el papel de cuidadora de la mujer
como figura simbólica, construyéndose la creencia que garantizar estos cuidados por parte
de ella es algo que surge "naturalmente". Esta socialización estereotipada de acuerdo al
género, marca profundamente a hombres y mujeres en su futura actitud respecto del cuidado
de su propio cuerpo y salud, en tanto se forman patrones y hábitos que generan determinados
comportamientos. En este sentido, la cultura ha ido dejando su impronta; condicionado en las
personas todo un conjunto de comportamientos, prácticas, creencias, mitos, prejuicios y
saberes con relación al cuerpo, a la enfermedad y a la salud. Los sujetos sociales construyen
acordes a su contexto, o sea en relación a los modos sociales que reciben como valores,
ideologías y creencias del grupo de pertenencia. Habrá que reconocer que en este tiempo,
esta evolución tan lenta está fuertemente puesta en debate, claro que en algunos espacios
más que en otros.

Las resistencias sociales y culturales que interfieren en la discusión abierta de los problemas,
como el de la educación sexual o la violencia doméstica, por ejemplo, muestran el impacto
que tiene la inclusión del concepto género a la hora de prácticas de salud y educación que
intenten transformar las desigualdades en igualdad de oportunidades.
Las dimensiones que brinda esta inclusión son múltiples, pero es su implicancia con
principios éticos lo que hace relevante el uso de este concepto en Salud Mental.

Su tratamiento exige que se asuma que las desigualdades deben ser superadas. La convicción
de que las diferencias entre hombres y mujeres no tienen ninguna fundamentación aceptable
y son sólo producto de un complejo proceso de ordenamiento social y por lo tanto expresión
de los tiempos, espacios y culturas, es un requisito ineludible si la propuesta es la construcción
de un abordaje transformador de este estado de inequidad.

DE NUESTRO TRABAJO
En nuestra labor hemos encontrado que algunos parámetros estudiados, en los discursos
de los sujetos, se entrelazan con elementos del orden subjetivo, por lo que puede
comprenderse la relevancia del concepto de la representación social en el estudio de procesos
centrados en lo afectivo, simbólico y lo cognitivo, que en este caso subyacen a la identidad de
género.
Por ello en nuestra línea de investigación consideramos relevante la vinculación entre la
demandas de cuidado de salud y las representaciones sociales de salud. Estudiarlas en cada
uno de los contextos ya delimita un terreno de indagación puesto que estas relaciones no
están claras.
Nos referimos a las representaciones sociales como el conjunto sistemático de valores,
nociones y creencias que permiten a los sujetos comunicarse y actuar, y así orientarse en el
contexto social donde viven, racionalizar sus acciones, explicar eventos relevantes y defender
su identidad.
Plantear dicha cuestión nos lleva a pensar en la necesidad de recurrir a la teoría de las
representaciones sociales (Moscovici, 1961, 1984, 1994; Jodelet, 1988, 1989) para entender
cómo se percibe la sexualidad si se parte de que ésta es una construcción social. Dichas
representaciones son construcciones de la realidad socialmente significativa y compartida,
formadas a partir de un fondo cultural compuesto por el conocimiento del sentido común y el
conocimiento científico. Las representaciones sociales son pensamiento constituido y
constituyente, son estructuradas e irreductibles a otras formas de pensamiento social.
Su constitución, basada en los procesos de anclaje y objetivación (Jodelet, 1984), puede influir
en las posibilidades que los sujetos tienen para comportarse frente a una situación, en este
caso frente a la sexualidad en general, y la educación sexual en particular. El anclaje y la
objetivación, actuando conjuntamente, sirven para guiar los comportamientos.

La representación objetivizada, naturalizada y anclada, es utilizada para interpretar, orientar y
justificar los comportamientos (Páez, 1987). Por ser las representaciones sociales mecanismos
necesarios para el establecimiento de identidades colectivas y por ende, para la coexistencia
y estabilidad social, se les plantea cierta continuidad en el tiempo, sin que por ello se
conviertan en nociones estáticas.

La interpretación y resignificación les define también un carácter dinámico en la medida que
construye permanentemente nuevos códigos y marcos interpretativos orientados
hacen posible que ellas cambien o se modifiquen. El proceso de cambio representacional implica una
afectación de cada uno de los elementos que según Moscovici ( 1976) las construye.
Un elemento para destacar de la representación social de la sexualidad en las mujeres de
nuestra población es su propia percepción acerca de su posibilidad de decisión, de su voluntad
y responsabilidad. El pensamiento voluntarista, manifestado por este género, es un aspecto
importante para el mejor conocimiento de esa representación y necesita ser considerado en
investigaciones posteriores para el cuestionamiento de los programas de educación sexual
destinados a los adolescentes y la transformación de la visión que se tiene acerca de la mujer.
Tal vez haga falta que las mujeres adultas y las adolescentes integren en su representación
social (si no lo tienen ya integrado) esa capacidad de ejercer su voluntad y su capacidad de
decisión; pero seguramente, también hace falta que la sociedad, la ciencia, la escuela, la
familia, en fin, las instituciones en las que ellos se desarrollan, reconozcan dicha capacidad.
Por lo tanto la educación formal y no formal aparece uno una función de relevancia en esta
cuestión.

La representación social es una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la
elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. Es un corpus
organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los
hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación
cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación.
En el caso del cuidado de la salud podemos observar cómo unas determinadas
representaciones sociales influyen en comportamientos y en prácticas sociales cotidianas, al
mismo tiempo que dichas prácticas van dotando de contenidos, progresivamente cambiantes,
a las mencionadas representaciones.
Las representaciones sociales pueden pensarse como amplios sistemas que sostienen las
actitudes. Intentan ofrecer una comprensión más social de las creencias de las personas,
basada en la perspectiva del construccionismo social, por lo que es marco adecuado del
espacio de discusión de constructos sociales.
El tratamiento de las representaciones sociales nos hace aproximar a la salud y educación
como posibles acciones transformadoras de las desigualdades en igualdad de oportunidades.
Esto requiere un profundo estudio de las representaciones sociales, los imaginarios, modelos,
modalidad de vínculos, valores que de un modo solapado reproducen desigualdades.
Frente a este estado, si se busca una aproximación a la comprensión de esta problemática,
para poder diseñar modos más apropiado de intervención, la construcción de nuevas
categorías de análisis como las que permite el concepto genero son imprescindibles.

La cuestión de la desigualdad
A la hora de estudiar los obstáculos con los que se encuentra el cuidado de la salud mental,
encontramos que en aquellos espacios que generan mayores desigualdades aparecen como
los más vulnerables.
Aparecen entonces en toda su significación las evidencias de los obstáculos que generan las
desigualdades entre hombres y mujeres.
El estado de las necesidades de cuidado de la salud colectiva nos exige algunas
consideraciones que requieren de una revisión reflexiva.
Uno de nuestros objetivos es visibilizar problemáticas que se entraman con la salud mental,
desde una construcción interdisciplinaria, que genere los conocimientos suficientes para
fundamentar propuestas innovadoras capaces de mejorar el estado de la cuestión y sostenga
los contenidos apropiados para la formación interdisciplinar que genere competencias para el
cuidado de la salud mental, en ámbitos formales y no formales, la promoción y la prevención
de la salud. A través de la investigación buscamos describir y analizar las concepciones
instaladas en el campo de la salud, explicitas e implícitas, que determinan los modos, o no,
de intervención.
En Provincia de Buenos Aires, obteníamos resultados (encuesta semiestructurada, n=396,
muestra heterogénea de adolescentes y jóvenes de ambos sexos escolarizados de la Provincia
de Buenos Aires) que nos permitían concluiri que la Educación formal, tal cual está impartida,
no producía la influencia en la actitud y comportamiento frente a cuestiones tales como la
desigualdad, las violencias, en los ámbitos educativos y de equipos de salud.
Asimismo, habiéndoles preguntado acerca del cuidado de la salud, los adolescentes y jóvenes
declaraban (77.5%) que la escuela no les ofrecía programas de Educación para la Salud;
asimismo, señalaban que, cuando se daba educación para la salud, era tomada como tema
especial; todo esto, aún cuando los mismos sujetos señalaban que el tema más preocupante
era la prevención.

Estas respuestas la interpretamos como una carencia de espacios educativos de cuidado de
la Salud, que casi es nula en referencia a patologías laborales, atribuyendo responsabilidades
repartidas entre la formación docente, el prejuicio social y el abordaje curricular erróneo de
las prácticas educativas y de salud colectiva.
Como resultado de nuestras investigaciones previas conocíamos, también, la confusión
generalizada entre "educación" e "información", donde educar se reduce a informar sobre
modos de prevención y otras cuestiones de la enfermedad.
Encontramos esto relevante ya que el logro de cambios de comportamiento de riesgo o la
generación de comportamientos de autocuidado, requieren de la perspectiva de género en la
elaboración de espacios apropiados a la diversificación en los diseños curriculares, la mejor
gestión de los programas, el desarrollo de la investigación y la capacitación de los integrantes
del equipo de salud. La equidad de género permite una mirada diferente y supera como
estrategia a la suma de conocimientos y a los conocimientos ya existentes.
Por todo lo anterior encontramos que la problemática de la mujer y sus interrelaciones es
quizá la que expone, en mayor relieve, las necesidades insatisfechas del cuidado de la salud
que padecen los integrantes más vulnerables de nuestra sociedad, por su severidad, urgencia,
universalidad y ritmo de crecimiento alarmarte.

En nuestras indagaciones ya habían aparecido problemáticas puestas en evidencia por los
datos estadístico que vinculan el riesgo de pérdida de la salud y el trabajo docente. Datos
brindados, tal como por ejemplo las del Servicio de Psicología Médica del Hospital San Roque
de Gonnet, indicaban que en ese grupo laboral la incidencia del riesgo se manifestaba con
mayor frecuencia. El estado de situación de esta cuestión se da en el contexto donde el
trabajo docente es ejercido en su amplia mayoría por mujeres y que los espacios
jerarquizados lo hegemonizan los varones, es decir que la desigualdad de género se manifiesta
en ambos sentidos. Los datos indican que el número de licencias psiquiátricas es mayor en
el área del trabajo docente que en otros espacios profesionales.
Este hecho han sufrido interpretaciones atravesadas por distintos discursos, de las que
resaltan las asociadas a: -"los docentes tienen facilitada esta modalidad".
Al instalarse los fuertes descuentos del sueldo por "presentismo",se esperaba que
disminuyeran las carpetas psiquiátricas, hecho que no aconteció dando por tierra esas
interpretaciones. La evidencia que la salud mental en ese ámbito laboral instalaba una
situación de mayor vulnerabilidad a las mujeres, no obtente las evidencias, siguió siendo
resistida. ¿puede seguirse explicando esta cuestión de un modo tan arbitrario? . Hechos como
estos ¿no son suficientes para generar espacios de indagación para dar luz a este estado de
cosas? .
Lo que indica que esta cuestión amerita estudios que den cuenta de su complejidad. Los
interrogantes acerca de la salud y el trabajo se imponen y requieren respuestas sostenidas
en resultados de la investigación y no en prejuicios y suposiciones que ocupan el lugar de la
búsqueda de la evidencia científica. Asombra que la naturalización de los discursos logren que
así sea, desde una mirada académica esa naturalización se constituye en otro espacio que
requiere ser indagado.
La alta incidencia en el trabajo docente del estrés, el síndrome del cerebro quemado y muchas
otrasmanifestaciones tales como ataques de pánico, depresiones encubiertas,
manifestaciones psicosomáticas y muchas más, imponen la construcción de categorías de
análisis que permitan una investigación profunda e interdisciplinar de la salud mental y su
cuidado y preservación.

El caso de la problemática de la Salud Mental y el trabajo de la mujer docente:
Consideramos la problemática de la salud y el trabajo docente como una de las problemáticas
de la Educación para la Salud. Concibiendo a esta como metadisciplina pedagógica a
construirse desde un enfoque de la salud y no de la enfermedad, desde un paradigma que
incluye la complejidad y la integralidad de la persona humano y no desde uno asistencialista
y curador. Partimos, en fin, desde una perspectiva netamente interdisciplinar, fundamentada
en los valores, la contextualización de la práctica, y el pluralismo.
La socialización estereotipada de acuerdo al género, marca profundamente a hombres y
mujeres en su actitud respecto del cuidado del cuerpo y salud. En esta trama aparece la
situación de la mujer como receptora de las demandas de cuidado y paradójicamente la más
vulnerable.
La mujer se encuentra muchas veces frente a la imposibilidad de responder a las exigencias
que le generan las representaciones sociales y el rol asignado desde el contexto sociocultural.

Interrogantes
Desde este marco conceptual se desprenden preguntas a las que debemos buscarle
respuestas: ¿Por qué resulta tan difícil que las estrategias, implementadas, hasta ahora,
ayuden a superar las condiciones de vulnerabilidad de la mujer?
El análisis de los resultados obtenidos nos permite identificar varias instancias, a saber:
a) Disociación entre el nivel de información académica y el nivel de información relacionada
a la prevención
b) Disociación entre el discurso informativo y el comportamiento preventivo individual
relacionado con la sexualidad: si bien existe coherencia entre la información y el
comportamiento preventivo relacionado a la práctica profesional (Ej.: utilizar guantes en
individuos que sangran, solicitar información sobre esterilización de material quirúrgico, etc.)
es clara la disociación con respecto a la conducta sexual.
La discrepancia evidente entre la información que maneja el personal de salud, por ejemplo,
y sus modos de comportamiento individual se puede explicar a partir de las diferencias entre
el aprendizaje de conceptos, información, y el aprendizaje de conductas y modos de
comportamiento.
c) La información es incorporada por los sujetos como nivel simbólico de la representación
de la realidad. Existen ciertas reglas que hacen que la información adopte la forma de discurso.
Estas reglas provienen de la lógica y la lingüística y son las que exigen coherencia interna y
correspondencia externa para validar la información.

Si bien el nivel discursivo es una parte integrante de los modos de comportamiento
desarrollados por los sujetos, es necesario considerar que no existe una coherencia interna
explícitamente necesaria entre todas las formas de manifestación de un modo de
comportamiento, es decir, no necesariamente el discurso de un sujeto se corresponde con sus
prácticas con relación a una realidad aludida.
En este sentido la información pierde valor como aprendizaje, así la información verbalizable
actúa muchas veces como una forma de racionalización que enmascara las limitaciones de los
sujetos expertos, por ejemplo el personal de salud, para desarrollar s cambio de actitudes.
Cuando hablamos de actitudes nos referimos a un estado interno que influye la selección de
la actividad individual realizada por la persona.
Se considera que las actitudes constan de componentes afectivos, aspectos cognoscitivos y
consecuentes conductuales. Es aquí donde planteamos la posible explicación de la
discrepancia: la diferencia entre la información que maneja el personal de salud y sus modos
de comportamiento se produce porque el componente afectivo de las actitudes permanece
estable a pesar de la incorporación de la información.
En este sentido, el aprendizaje debe partir de concebir al individuo como un todo armónico.
Cuando hablamos de aprendizaje debemos tener en cuenta tres dimensiones: los aprendizajes
teoréticos, los aprendizajes sociales y los aprendizajes prácticos. Si bien esta afirmación puede
parecer contradictoria, no lo es en consideración a los resultados obtenidos de esta
investigación. El manejo de conocimientos académicos del personal de salud nos demuestra
una hipertrofia de la dimensión teórica del aprendizaje, información, provocando una
disociación respecto al aprendizaje práctico y social que son los que determinan, en última
instancia, los comportamientos. Esto es particularmente riesgoso en esta población si
consideramos que para el imaginario social, el personal de salud constituye el mejor modelo
para desarrollar aprendizajes relativos a la adquisición del cuidado de la salud mental. Al ser
éste el referente de la comunidad se multiplica entonces, el efecto de la disociación entre las
dimensiones del aprendizaje.
d) Diferencias de género con respecto al comportamiento sexual: si bien no hubo diferencias
significativas importantes entre ambos sexos con respecto al conocimiento académico, éstas
aparecen claramente cuando se analiza el comportamiento relacionado a la, sexualidad. Aquí
vemos nuevamente la disociación entre el aprendizaje teorético y el aprendizaje práctico y
social, disociación agravada en este caso particular, por la estructura social patriarcal, que
afianza a la mujer en su rol tradicional dentro de la comunidad focalizado en la maternidad y
el trabajo doméstico. Actualmente las mujeres compiten con los hombres en la dimensión
académica. Sin embargo cuando se trata de aprendizajes sociales y prácticos reñidos con la
estructura social, éstos se dificultan.

e) Asociación con conductas de riesgo relacionadas entre sí. Continuando dentro de este
marco conceptual, observamos que los mismos aprendizajes sociales se expresan en dos
manifestaciones diferentes del comportamiento:

Sensación de omnipotencia del sujeto frente a la situación de riesgo.

La situación de riesgo que siempre atañe a otro y no a uno mismo, aprendizajes estos en
los que el sujeto no está comprometido con su medio interno sino que se apoya en los
aprendizajes teoréticos que lo liberan del compromiso de estar incluido en las mismas
situaciones que los demás.
Apoya esta afirmación el deseo de mayor información expresado por los sujetos relevados.
Esto se corresponde con el pensamiento mágico de que la información brinda protección.
En conclusión nuestros resultados indican que la disociación entre los aprendizajes teoréticos
y los aprendizajes sociales y prácticos observados aparece como un elemento obstaculizador
dentro del proceso de aprendizaje de la comunidad para acceder a cambios en los modos de
comportamiento hacia la igualdad de género.

DISCUSIÓN
Hasta aquí los datos y conclusiones provisorias nos exige una discusión profunda.
Reconocemos que muchos han sido hasta ahora los intentos de disminuir esta tendencia al
aumento de situaciones de riesgo particularmente de la mujer, sin que los mismos hayan
logrado detenerla y menos disminuirla. También es necesario reconocer que los esfuerzos
en encontrar modos de investigación que pongan la mira en los modos de interacción dinámica
entre la salud y su cuidado, en contexto y desde un trabajo interdisciplinario, parece ser una
propuesta apropiada para aproximarnos a la comprensión de la complejidad en su espacio
sociocultural, capaz de incidir positivamente en esta cuestión.
Analizar las interacciones entre las necesidades de cuidado de la salud de la mujer y el nivel
de satisfacción-insatisfacción de las mismas en sus contextos sociales es una tarea de la Salud
Mental. Por otra parte nos exige una mirada particular que de cuenta de la diversidad de
grupos, tales como los de adolescentes que requieren de un análisis específico, o de los grupos
de mujeres con distintos niveles adquisitivos.
La interacción dinámica de estas problemáticas, situaciones y comportamientos de riesgo en
sus múltiples y diferentes dimensiones, exige un abordaje que incluya la consideración de
las interacciones, vínculos imaginarios y representaciones sociales de los sujetos implicados y
sus espacios de representación en los que interactúan.
Si tomamos al sistema de salud y educación como espacios de cuidado de la salud mental,
con un rol asignado socialmente en la intervención en esta cuestión, corroboramos que por lo
general las percepciones que tienen los agentes de salud y los educadores sobre esta
problemática difieren de las que tienen las mujeres adultas y adolescentes a los que su acción
va dirigida.

Los programas y campañas no parecen tener en cuenta las percepciones, los criterios, las
actitudes, los estereotipos y las tradiciones compartidas por la población.
Particularmente en nuestro medio es necesario realizar estudios, desde la perspectiva de
género, que versen sobre sus necesidades en salud-educación de las mujeres. Dado que ellas
son las principales protagonistas es requisito percepciones, opiniones y expectativas de los
abordar la indagación relevando las grupos de mujeres en sus respectivos contextos.
Por otra parte la perspectiva de género de los actores entramadas en sus percepciones,
criterios, actitudes, estereotipos y tradiciones compartidas sobre las necesidades, influyen,
de modo determinante, sobre la posibilidad de transformación de estos fenómenos. Por ello
consideramos que un primer paso es identificar las percepciones y expectativas y
comportamientos de los grupos de modo contextualizado. Hipotetizamos que lo que esté
admitido o no dentro de su cultura tendrá una fuerza decisiva a la hora de actuar y a la hora
de efectuar cambios hacia comportamiento de autocuidado.
Intentar comprender el comportamiento nos orienta a la indagación del sentido que, en este
caso, las mujeres dan a los suyos. Es necesario identificar los códigos con los cuales dan
significación a su situación personal-social, analizar el modo particular en que en cada grupo
se le asigna a sí misma una percepción propia y distintiva de la dimensión temporal, estudiar
la forma en que se insertan en la sociedad como sujetos sociales, estableciendo el lugar que
ocupan en sus vidas temas tales como la autoimagen, la familia, la educación, el trabajo, el
consumo, la discriminación, la salud, la violencia, el ocio, la información y la comunicación, el
grupo de pares, entre otros.

En esta trama aparece, con nitidez, la situación de la mujer como receptora de las demandas
de cuidado de su grupo de pertenencia y paradójicamente, la más vulnerable. Esto,
naturalmente, genera un aumento de su frustración, muchas veces su escape a la resignación
y a la pasividad, frente al sentimiento de culpa que se instala en ella a la hora de no poder
satisfacer esas necesidades. La mujer se encuentra, en múltiples ocasiones, frente a la
evidencia de la imposibilidad de responder a las exigencias, y autoexigencias, que también le
generan las representaciones sociales y el rol asignado, desde elcontexto sociocultural.

Abandonada a su soledad poco siente que puede hacer desde su situación, volviéndola cada
vez más vulnerable y donde la salud mental rinde evidencia de ello.

Volvemos a los interrogantes
Continúa entonces el interrogante: -¿Por qué resulta tan difícil que las estrategias,
implementadas hasta ahora, ayuden a superarlas condiciones de vulnerabilidad de la mujer?
Los obstáculos que generan las desigualdades entre hombres y mujeres están vinculadas y
sostenidas por múltiples cuestiones donde también incide la ausencia de políticas públicas
comprometidas con la equidad.
Resulta importante, entonces, instalar en cada país modos de intervención apropiados. El
énfasis en la labor de cuidado y prevención, teniendo en cuenta las diferencias
socialesculturales, los diferentes modos de vida y los valores de cada grupo humano, son
fundamentales.
- ¿Cómo abordar la complejidad de esta cuestión?
Es sin ninguna duda que su abordaje es tan complejo como su problemática, por lo tanto son
múltiples los componentes involucrados. Al menos hay dos dimensiones

a considerar:

1. - La dimensión socio-cultural: El papel de las políticas públicas. En ellas la universidad
debería tener un papel relevante como fuente de aporte de datos significativos y contenidos
transdisciplinares que pudiesen fundamentarlas. Para ello necesariamente deberían ser
convocadas por quienes ostentan la posibilidad de generar las decisiones de políticas públicas
y generar modos de transferir sus saberes a ámbitos de replicación resonantes tales como la
el sistema de salud y educación, en todos sus ámbitos formales e informal. La sociedad muchas
veces dilapida sus esfuerzos al no generar canales de participación y convocatoria entre las
dos instancias.
2. - La dimensión personal: Educación para la Salud como desarrollo individual.
Las actividades de promoción del cambio de conductas requiere de un mayor poder de las
mujeres, de la expansión de los servicios para ellas, la mejor gestión de los programas y la
mejora de la investigación y la capacitación en el área.
El concepto de género nos permitió dar luz a problemáticas instaladas por la pobreza crítica y
la desigualdad persistente la que solo pueden ser atendidas apropiadamente desde las
políticas sociales sostenidas en la educación tanto formal como no formal.
El uso de la categoría de género es importante para comprender las diferencias en un contexto
social, en un sistema cultural y por lo tanto en la traducción de una representación social.
Su inclusión en el campo ayuda a la comprensión de nuevas problemáticas que los cambios
vertiginosos de la sociedad imponen. La perspectiva de género es la variable que aportó mucho
a nuestro estudio acerca de la desigualdad en el trabajo y en la ubicación social dada por la
cultura a hombres y mujeres, lo que hizo surgir asignaciones y formas diversas de cuidado
donde la mirada patriarcal continúa asignando el lugar de la "cuidadora a la mujer" que le
quita el lugar de autocudado. En este sentido, la cultura ha ido dejando su impronta;
condicionado en las personas todo un conjunto de comportamientos, prácticas, creencias,
mitos, prejuicios y saberes con relación al cuerpo, a la enfermedad y a la salud. Donde la salud
mental es el modo más resonante de poner en evidencia la inequidad.

Los sujetos sociales construyen acordes a su contexto, o sea en relación a los modos sociales
que reciben como valores, ideologías y creencias del grupo de pertenencia. En el campo de
las prácticas, a la hora de estudiar los obstáculos a la educación para la salud, encontramos
que aquellos que generan desigualdades aparecen como los más fuertes. Es por ello que
género pasa a ser una categoría de análisis imprescindible. Este concepto nos está permitiendo
indagar cuestiones complejas, tales como los fracasos de la educación en la formación de
comportamientos de cuidado de la salud. La perspectiva de género orienta la búsqueda de los
contenidos apropiados para generar modos de cuidado y autocuidado de la salud de la
comunidad, con conocimientos suficientes para diseñar propuestas innovadoras, en ámbitos
formales y no formales, y da luz a la capacitación en promoción de la salud y la prevención.

Para aportar al debate
Dar luz zonas oscuras de las problemáticas psicosocioculturales aporta a la aproximación y
comprensión de las complejas interacciones sociales y, lo que es deseable que genera un
compromiso de transformación Su implicancia con principios éticos revela que las
desigualdades deben ser superadas si se desea transformar la reproducción de vínculos sin
equidad.
Las políticas públicas tienen el compromiso de transformar la no equidad a través de planes
estratégicos integrales
Los programas deben promover el concepto global del cuidado de la salud. Deben estar
dirigidas a los actores directos y prioritariamente a los grupos de más vulnerables donde es
claro que incluyen particularmente a la mujer.

El comportamiento es biológico y socialmente maleado y muy resistente al cambio.
Con los datos actuales no podemos pensar que esto se haya modificado a pesar de las
campañas y otros modos de intervención utilizados hasta ahora y fuera del contexto
psicosociocultural.
La situación de la mujer, generada históricamente en nuestros contextos, imponen grandes
obstáculos al trabajo sostenido en la búsqueda de la equidad, debido a las resistencias sociales
y culturales que interfieren incluso en la discusión abierta del problema.
Esta realidad ya nos va indicando uno de los elementos fundamentales a la hora de programar
acciones de intervención. Los responsables de implementar acciones de salud que se enfrentan
a tales actitudes y comportamientos debe contar con una sólida formación que le permita
diseñar propuestas de intervención apropiadas a cada medio cultural y no agotar su función a
la mera información, recomendaciones y consejos.
Parecería importante entonces, proceder a implementar en cada contexto programas
nacionales apropiados para frenar la inequidad, con énfasis en la labor del cuidado, prevención,
información y educación, teniendo en cuenta las diferentes circunstancias sociales y culturales,
los diferentes modos de vida y los valores de cada grupo humano. Por tanto la indagación de:
¿ cuáles son los modos apropiados para incidir positivamente

Comentarios/ Valoraciones de los usuarios


Está claro que las desigualdades deben ser superadas a todos los niveles y todos debemos contribuir a ello, gobiernos, profesionales, ámbitos educativos, sanitarios, sociales, familiares... Afortunadamente ahora se está tomando conciencia de esta problemática y todos debemos luchar para que la desigualdad deje de existir y todos podamos tener las mismas oportunidades. Buen trabajo.

Ana Mª Bastida de Miguel
Psicólogo - España
Fecha: 11/04/2019



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