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Noticia | 21/01/2022

¿Por qué la COVID-19 no se puede todavía considerar una enfermedad endémica?



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En España hay más de 8 millones de casos confirmados de contagios por el SARS-CoV-2 a día de hoy, siendo ómicron la variante más extendida. En plena sexta ola del coronavirus, el presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció la semana pasada un plan de vigilancia para la COVID-19 como una enfermedad endémica, lo que se está llamando en algunos medios de comunicación “gripalizar la COVID-19 covid”.



El objetivo del Gobierno mediante esta iniciativa es utilizar un sistema de vigilancia similar al de la gripe. Esto incluiría dejar de hacer un recuento diario del número de contagios y no realizar pruebas ante la aparición del menor síntoma, para así pasar a estudiar la infección por el SARS-CoV-2 como una infección respiratoria más. La idea es abandonar de forma paulatina la vigilancia universal para entrar en una nueva fase centinela.


La vigilancia pasaría a estar a cargo de cada comunidad autónoma con grupo compuesto por médicos de Atención Primaria, pediatras, facultativos hospitalarios y profesionales de laboratorio, escogidos con el objetivo de crear una muestra estadísticamente significativa. De esta forma se calcularía la expansión de la enfermedad mediante extrapolaciones.



Pero realmente ¿estamos preparados? Desde Univadis España, hemos hablado con dos expertos: el Dr. Óscar Zurriaga, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología y el portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), el Dr.Lorenzo Armenteros, para conocer su opinión sobre este tema.  Esto es lo que nos han explicado.


Para empezar, utilizar el concepto de “gripalizar” no es apropiado. Ambos expertos coincidieron que es una manera de banalizar la gripe. “Hasta hace dos años la gripe era la causante de un número importante de muertos en periodos de época gripal (entre 1.500 y 2.000 casos directos de mortalidad y muchos casos de mortalidad indirecta que la gripe agravaba) y, por lo tanto, no estamos hablando de una enfermedad banal, ni muchísimo menos”, indicó el Dr. Zurriaga. Por su parte el Dr. Lorenzo Armenteros, recordó que una endemia es una enfermedad que ocurre de forma estacional y periódica con un sistema de mutación bajo y controlado como ocurre con la gripe, pudiendo hacer vacunas de un año para otro fácilmente. “La gripe tiene una estabilidad en el número de casos y una morbimortalidad muy similar a lo largo de los años. Todo lo contrario que ocurre con  la COVID-19 y sus variantes. Con este concepto de 'gripalizar' se quiere banalizar aún más a la gripe y convertirla en un resfriado. La gripe tiene una entidad propia y una importancia muy alta”.


Alta incidencia


Una de las razones por las que todavía no se puede considerar la COVID-19 una enfermedad endémica es por la alta incidencia. “Para hablar de endemia debemos referirnos a una situación en la que la epidemia haya pasado y ahora seguimos teniendo brotes y una incidencia muy elevada”, comentó el vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología. “Mientras se produzcan estas olas no podemos hablar en absoluto de endemia. No se puede decir que haya una incidencia mantenida cuando no se puede trabajar y ni vivir con una cierta normalidad”.



Para el Dr. Armenteros considerar la COVID-19 una enfermedad endémica “es una decisión precipitada y no es adecuado tomarla en un momento en el que las condiciones no parecen las más idóneas porque los casos no dejan de subir y además están aumentando los ingresos hospitalarios incluso en UCI”.


Evolución incierta


En este sentido, el Dr. Armenteros manifestó el desconocimiento de la capacidad evolutiva del virus. “No sabemos cómo va a evolucionar en un futuro o si se mantiene, y para que se cumpla esa condición habría que controlar la morbimortalidad y la capacidad de infección del virus. Estamos probablemente con el virus de más alta contagiosidad que ha conocido la historia, y en perspectiva, no parece que la capacidad de contagio vaya a disminuir”. Un virus con una capacidad de reproducción efectiva que podría compararse con el sarampión, con un número de reproducción básico (R0) en torno a 14 y 16, el más infeccioso registrado hasta ahora transmitido por el aire, como comentó el epidemiólogo.


“Este virus ha demostrado ser muy cambiante en aspectos inmediatos, en un mes se ha convertido en una infección mundial difícil de controlar con un número de casos desorbitado que traspasa fronteras y administraciones sanitarias. Esta decisión no está basada en ninguna evidencia científica sino en una hipótesis sin ningún peso de tipo epidemiológico y en la evolución de epidemias anteriores como la gripe o el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS-CoV), que no pueden equipararse al virus actual”, añadió el portavoz de la SEMG.



Requisitos 


“Para que la COVID-19 pueda convertirse en una endemia tenemos que controlar su contagio, de mutación y su morbimortalidad y ahora mismo lo desconocemos” apuntó el Dr. Armenteros, para quién “más que un plan lo que necesitamos es encontrar un equilibrio entre economía y salud”. 


Por otro lado, convertir a la pandemia de la COVID-19 en una endemia va a dificultar la obtención de datos reales de los pacientes infectados además de la estimación que se pueda hacer a través de los centros centinelas, pero sin conocer la dimensión real.


¿Y los riesgos?


Como convinieron ambos expertos todavía no sabemos dónde podemos llegar. “La COVID-19 ha sido una enfermedad que ha estado constantemente cambiando los paradigmas y los esquemas”, señaló el Dr. Zurriaga.



Reducir las medidas de contención podría suponer la desaparición de mascarillas, la declaración de casos no sería obligatoria como tampoco el aislamiento de pacientes asintomáticos. “Estas medidas no pueden presuponer que se reduzcan casos. Es más probable que los incrementaran. Con esta opción, se responsabiliza al ciudadano y al paciente de lo que tiene que hacer. Lo que necesitamos en una infección de este calibre es que las medidas sean homogéneas y similares y que se pueda actuar para reducir la progresión de la enfermedad”, aludió el especialista en Atención Primaria. 


Además, mencionó que esta situación de liberalizar el virus que se está planteando podría propiciar el aumento de casos de COVID persistente y de mutaciones. Una situación corroborada por el Dr. Zurriaga, “cada vez que un virus se replica la probabilidad de mutar existe y cuantas más veces se produce esa mutación lo más probable es que se produzca una mutación”.


¿Qué podemos hacer?


El epidemiólogo planteó buscar nuevas maneras de afrontar la situación en general “si la proporción de asintomáticos, que tienen la infección pero no la enfermedad, sigue siendo muy elevada será necesario actuar como con el caso de los portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y los casos de SIDA, ambos son portadores del virus, pero solo un grupo ha desarrollado la enfermedad. Se hacen actuaciones diferentes para unos u otros. Por lo que habrá que distinguirlos y hacer las cosas diferentes de cómo se ha hecho hasta ahora”.



Esta separación entre infectados y enfermos no significa dejar de vigilar ambos casos. ”Necesitamos hacer un seguimiento y saber cuántos casos hay. Como pasa con la gripe, ya se trabaja vigilándola en diferentes sistemas como es el caso de notificación de casos en muchas comunidades autónomas, o los sistemas centinelas, de gripe o enfermedades respiratorias agudas, a través de los casos graves que ingresan en los hospitales y a través de la mortalidad. Son sistemas que son complementarios y que hay que seguir disponiendo de ellos para vigilar la enfermedad”, prosiguió.


El médico de familia insistió en seguir con las cinco recomendaciones: distancia, mascarilla, ventilación y contacto y ante cualquier síntoma aislamiento hasta que se haga un diagnóstico diferencial. Es importante “una mezcla de colaboración de los ciudadanos con las administraciones sanitarias, no podemos dejar solos a los ciudadanos ni a los sanitarios. Hay que trabajar en esa misma línea”.


Para acabar hemos querido saber qué otras medidas podrían ayudar a descargar el sistema sanitario, tan al límite en estos momentos, como los tests de antígenos en farmacias o los cambios en la gestión de las bajas. El Dr. Armenteros reivindicó la necesidad de adoptar medidas de impacto para mejorar la atención primaria, que pasan por una mejor gestión de tiempo y agendas y descargar al sanitario de los trabajos burocráticos, además de un equilibrio entre la atención a los pacientes conCOVID-19 y a los de su actividad diaria. “El desinterés por la Atención Primaria ha sido tan palpable desde el principio de la pandemia hasta esta última fase que han tenido que llegar la quinta y sexta olas para ver lo mal que estamos y la necesidad de una reforma”.

Fuente: Univadis
Palabras clave: covid, pandemia, enfermedad endémica
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