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Romper estigmas en migraña y depresión exige más educación en salud mental



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Noticia | 10/07/2023

Con el paso del tiempo, el sesgo de género ha ido ganando terreno en enfermedades como por ejemplo la migraña, mucho más prevalente entre las mujeres. Pese a ello, la feminización del sector sanitario y los últimos avances logrados están permitiendo romper esta dinámica, junto con el estigma que la acompaña. La depresión es una de las compañeras de viaje de la mujer con migraña, por lo que realizar un abordaje integral de la patología es el camino a seguir por parte de los especialistas. Además, la necesidad de educar y formar a la sociedad acerca de la migraña es otro de los grandes retos que la Sanidad tiene por delante, logrando un mayor conocimiento de la salud mental.


En el debate ‘“El sesgo de género en depresión y migraña: contra los estigmas y el error diagnóstico”, celebrado por Redacción Médica y en colaboración de Lundbeck, un total de cuatro especialistas analizaron diferentes puntos de vista acerca de cómo se puede abordar esta enfermedad, además de cómo abordar la posibilidad de que aparezca incluso una depresión. Patricia Pozo, responsable de la Unidad de Cefalea del Hospital Universitario Vall d'Hebron, defiende que “la migraña es una enfermedad que afecta mayoritariamente a mujeres y quizá este hecho, además de no ser considerada una patología grave, provoca que no haya sido priorizada por la medicina, al ser no tan visible”.

El estigma generado que llegan a tener estas pacientes aún sigue siendo una realidad, y según Pozo esta sensación se nutre desde la ignorancia: “La semilla del estigma es no conocer, provocando que se generen inseguridades. La información es capital para generar conocimiento y que se pueda aprender y que no todo se aprenda dentro de las consultas”.


El hecho de que la enfermedad afecte mayoritariamente a las mujeres ha comportado la creación de un estigma, provocando que, en palabras de Maria Antonia Mangues, presidenta de la Comisión de Salud y Género del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau, “la mujer se lo piense mucho antes de pedir ayuda a un profesional sanitario. Muchas veces se pensaba que la manera de estudiar al ser humano, las patologías y los tratamientos era suficiente haciendo el estudio en el hombre. Existía una medicina muy androcéntrica y eso ha hecho que las mujeres hayan sido invisibles durante muchos años”.

La neuróloga del Vall d’Hebrón sigue la estela de la especialista y recuerda la importancia que se debe dar hoy en día en la intensidad del tratamiento frente a la migraña: “Parece que algunas enfermedades, a pesar de que las sufren más las mujeres, se trata más a los hombres. Probablemente esta situación es provocada por la forma de manifestar los síntomas, tanto en la migraña como en diferentes trastornos mentales”.

Un frente común más allá de autoridades sanitarias
El apoyo psicológico frente a la migraña es considerado como un elemento vital para Gemma Parramon, presidenta de la Sociedad Catalana de Psiquiatría y Salud Mental (Scpsm), además de que “puede ir en muchas direcciones. Esta enfermedad se sufre durante unos días al mes y no debe normalizarse el sufrimiento de la mujer desde el punto de vista de las enfermedades crónicas, y más cuando existen antecedentes familiares”.

Para poder confeccionar un frente común para abordar esta situación, María Blanco, gerente de compras del Instituto Catalán de Salud (ICS), es partidaria de iniciar diferentes campañas y acciones “que se acerquen a la mujer antes de que la paciente acuda al sistema sanitario”. Por otra parte, Blanco considera que "se deben forjar alianzas con organizaciones más allá de las autoridades sanitarias públicas, como por ejemplo asociaciones de pacientes e industria. Todos estos mecanismos llevarán a muchas más mujeres a la puerta del médico”.



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Ante la cuestión de si el acceso de la mujer al mercado laboral genera una oportunidad de oro para lograr un mejor abordaje de la migraña en la mujer, Parramon recuerda que algunos estudios han demostrado que “las mujeres obtienen mejores resultados tratando algunas patologías en concreto, mientras que los hombres que trabajan en equipos muy feminizados logran adquirir habilidades del otro sexo”. Esta realidad que llega a suponer el estudio de diferentes enfermedades hace preguntarse a la especialista que “el hecho de que la mujer sea más consciente de esta brecha hace que a lo mejor se haga más hincapié, que pregunte de una manera diferente, que se interese más en la formación de los que van a ejercer la medicina en un futuro y que haga más investigación sobre estas patologías”.


Formación y educación sobre la migraña


Trasladar a todos los niveles asistenciales una formación específica basada en la evidencia científica de esta enfermedad es crucial para Mangues, que considera “la formación de pregrado fundamental para incorporar todas las enfermedades en las que exista una brecha de género tan importante y a la que se dedica todavía un tiempo insuficiente a la formación “.

La neuróloga del Vall d’Hebrón va un paso más allá y entiende que esta educación debe iniciarse desde el colegio, exactamente en el principio de la secundaria, etapa en que “cada uno ya tiene que empezar a tener unos buenos hábitos de autocuidado, por lo que se tendría que enseñar cómo funciona el cerebro, qué ocurre si estás triste y qué tipo de herramientas se pueden utilizar. Se debe de empezar con una autogestión, porque la vida va a ser además muy larga”. Así pues, la especialista defiende la necesidad de educar a las nuevas generaciones" con un autocuidado y un conocimiento mejor de su salud mental, pero también de su salud corporal”.


 


La depresión y su tratamiento en las pacientes


La depresión es considerada una de las enfermedades que suele acabar acompañando a la migraña a medida que va pasando el tiempo. En este aspecto, Pozo considera que el primer factor que aparece antes de que la depresión haga acto de presencia es “una ansiedad a partir de tener cuatro días al mes migraña. Las escalas que miden la ansiedad empiezan a aumentar. La discapacidad grave empieza a partir de tener ocho días al mes migraña, que ya son bastantes. Si uno va sumando son dos a la semana y a partir de 15 días al mes se entra en depresión”.

Ante la tesitura de si la depresión puede llegar a empeorar el pronóstico de la migraña, la especialista considera que esta situación no se daría, siempre y cuando “se trate a ambas enfermedades de forma conjunta. Si no, será un fracaso. El proceso es trabajar de forma multidisciplinar”. Además, la especialista abre el abanico a más especialistas, además de los neurólogos y psiquiatras, considerando que “tiene que haber otros perfiles profesionales trabajando conjuntamente”.


La innovación terapéutica es el camino más rápido para poder afrontar a futuro y con mejores herramientas tanto la migraña como la depresión. En este sentido, Mangues considera que existe hoy en día una gran predisposición de los pacientes a entrar en ensayos clínicos: “Existe el potencial para investigar en múltiples campos y los nuevos resultados beneficiarán a un porcentaje muy alto de la población. No hay excusa para no potenciar la investigación en ambas enfermedades”.

Confeccionar un modelo transversal a la hora de cercar ambas patologías es el camino defendido por Blanco, recordando que ya se tienen “registros y sistemas que permiten informar de todos los datos clínicos que hay. Si se recopilase toda esta información, en dos años se puede crear un sistema que aborde ambas enfermedades de una manera diferente y con el protagonismo de todas las especialidades implicadas”.


 


El papel de los anticuerpos monoclonales y la adherencia


Los anticuerpos monoclonales representan hoy en día una oportunidad de mejora en la adherencia y Pozo recuerda que el primer punto a favor es que los médicos “lo administran de forma endovenosa, evitando que el paciente se tenga que acordar diariamente de tomar la medicación”. En este sentido, la especialista recuerda que se han realizado varias encuestas a los pacientes y “de forma espontánea prefieren la medicación en comprimidos. Pese a esta respuesta, una vez descubren los tratamientos con anticuerpos monoclonales, cambian de idea". Pozo considera que depende de la edad y del momento vital del paciente “se necesitará un tratamiento con más o menos control”.

Desde el punto de vista farmacéutico, Mangues afirma que el tratamiento que debe seguir un paciente está influido por muchas variables: “Una clave es el grado de conocimiento y compromiso que tiene con su enfermedad y la calidad de la relación con el médico que le lleva. Si hay confianza en el médico y realmente se consigue ese binomio con un paciente comprometido y un médico que le genera confianza, aumenta muchísimo en las patologías crónicas que se estudian”.


Los tratamientos actuales frente a la migraña y la depresión no son ni mucho menos definitivos, tal y como recuerda Pozo, pero sí que “los pacientes estarían mucho peor en caso de que no los recibiesen”. La especialista reconoce que el ser humano “tiene una memoria corta y se trata de una enfermedad crónica, por lo que se debe mantener la sensación de acompañamiento del paciente junto con el especialista, incluso con las variaciones cíclicas que puede tener la enfermedad”. Evitar rendirse en el primer momento es la clave para luchar contra la patología, tildada por la neuróloga como “una enfermedad de perseverantes”.


 


Modelos asistenciales y perspectiva de género


Una de las principales conclusiones extraídas del debate y expuesta por Blanco es que el sistema sanitario actual “tiene todavía mucho que hacer por esta patología, que tendría que hacer un abordaje integral de la patología”. Para conseguir este propósito, la especialista es consciente que “se deberán conseguir recursos como sea para poner en marcha esas acciones de prevención o del diagnóstico precoz”.

Para Mangues, abordar la migraña a través de modelos asistenciales, integrados y con más formación es la piedra angular para cambiar el paradigma de la enfermedad. Además, considera necesario “incorporar la perspectiva de género, porque realmente esto sigue existiendo, de manera que estamos delante de las mismas necesidades sanitarias, diagnosticando y tratando distinto a los hombres y las mujeres”.

Verbalizar que tener migraña es una enfermedad es una realidad que Pozo espera que poco a poco se vaya asentando entre la sociedad: “Es necesario sacarla del armario y poder hablar de ella, poder tratarla y tener programas integrales creando alianzas público privadas. Poner recursos para poder ofrecer una educación y una atención adecuada a los pacientes que la sufren es el camino que se debe tomar".


 


 


 



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Fuente: Redacción Médica
Palabras clave: depresión, migraña, salud mental
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