Investigadores del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, en colaboración con la Universidad de Víctoria(Canadá), han encontrado biomarcadores para predecir si un paciente con depresión responderá a un tratamiento. "Los linfocitos tienen en la membrana receptores para neurotransmisores que flotan, pero no de manera suelta, sino que tienden a agruparse y formar como unos grumos", explica a Redacción Médica el principal investigador José Manuel Olivares.
"Nuestro primer hallazgo fue que, en los receptores de serotonina, estos grumos son diferentes en personas sanas y con depresión tanto en número como en tamaño. Al mismo tiempo, comprobamos que había dos tipos de pacientes depresivos: uno en el que los grumos eran muy diferentes y otro en el que los receptores se agrupaban como en la membrana de aquellas personas que no tienen depresión. Cuando les dimos la terapia, el grupo que tenía receptores distintos mejoraron de manera espectacular y prácticamente desapareció toda la sintomatología. En el otro grupo, en cambio, no mejoraron nada. Desde punto de vista práctico, esto nos enseñó que podremos saber si un antidepresivo va a ser eficaz con un análisis de sangre previo", reconoce el especialista.
Así se podría evitar uno de los problemas habituales que se da en consulta: "Yo no soy capaz de distinguir entre los pacientes depresivos. Receto un antidepresivo y lo que siempre me pasa es que un tercio se cura, otro tercio mejora y el último tercio no nota los efectos. Y clínicamente son iguales". Esta línea de trabaja del equipo de José Manuel Olivares "identificaría por qué no se cura ese último tercio, y nos ayudaría a mirar si son otros receptores los que están alterados o incluso si el problema no radica ahí".
Centrar el foco en el sistema inmunológico
"Hemos comprobado que en muchos pacientes con depresión lo que está afectado no son las neuronas, sino el sistema inmunológico. Esto explica, por ejemplo, que haya una mayor predisposición a tener determinadas patologías de tipo reumático o cancerígeno, que algunos pacientes se depriman cuando consumen un inmunosupresor para combatir la hepatitis o los trastornos del estado de ánimo que padecen cuando se les receta corticoides. La depresión no es una enfermedad del cerebro, sino del cuerpo. Afecta a un sistema mucho más complejo", sentencia el científico. "Tenemos que abrir la investigación fuera del cerebro. No solo en el caso de la depresión, también en el trastorno bipolar o en la esquizofrenia".
El paciente no es el culpable
Últimamente se están publicando estudios que aseguran que la depresión se puede reducir con ejercicio físico o siguiendo una dieta, hallazgos con los que discrepa José Manuel Olivares: "Tenemos la manía de echar la culpa al paciente de lo que le pasa. La enfermedad siempre es el resultado de una interacción entre sus genes y cómo se desarrolla con el ambiente. Lo interesante en los resultados sobre la depresión es plantear qué tipo de relaciones hay entre el deporte o la alimentación con la propia fisiopatología de la enfermedad".