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Actualidad y Artículos | Ansiedad, Trastornos de ansiedad y relacionados con traumas y factores de estrés Seguir 157 Favorito
Estrés, estrategias de afrontamiento y personalidad: su rol en las patologías isquémicas
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Autor/autores: Mariela V. Giles y María M. Richard´s.
,Artículo,Estrés,
Artículo revisado por nuestra redacción | Estrés
INTRODUCCIÓN:La idea de que las emociones, los sentimientos y el contexto social pueden contribuir a la causa de la cardiopatía no es nueva. Durante siglos ha habido una asociación popular, aunque no científica, entre el corazón y las emociones. También, factores como la inseguridad laboral, el desmejoramiento de la calidad de vida, los conflictos sociales y familiares, definen un clima tens...
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INTRODUCCIÓN:
La idea de que las emociones, los sentimientos y el contexto social pueden contribuir a la causa de la cardiopatía no es nueva. Durante siglos ha habido una asociación popular, aunque no científica, entre el corazón y las emociones.
También, factores como la inseguridad laboral, el desmejoramiento de la calidad de vida, los conflictos sociales y familiares, definen un clima tensional en el que los sujetos se deben desenvolver cotidianamente. Las respuestas adaptativas frente a este cuadro de situación varían según los recursos de afrontamiento de cada persona, entendiendo que ellos se definen como todos aquellos esfuerzos necesarios para dominar las demandas que desbordan al individuo, independientemente de su eficacia o de cuál sea su valor intrínseco (Folkman y Lazarus, 1986)1. Mientras que algunos logran una adecuación mimetizante, otros responden con comportamientos y cogniciones inapropiadas que terminan resintiendo su salud y bienestar general.
En el caso específico del Infarto Agudo de Miocardio, que aqueja a un porcentaje muy importante de la población y de manera particular a hombres y mujeres económicamente activos, se ha registrado en la literatura que la enfermedad de la arteriosclerosis y los episodios cardíacos no afectaban al azar a la comunidad sino que atacaban a un tipo determinado.
Precisamente el objetivo del presente trabajo apuntó a la exploración del interjuego entre un conjunto de variables psicosociales y la presencia de patologías isquémicas a través de una revisión de la literatura de los últimos seis años. Concretamente, se orienta al análisis de las características de personalidad y las respuestas cognitivo-emocionales que habitualmente despliegan las personas que padecen patologías isquémicas frente a las situaciones percibidas como potencialmente estresantes. Dicho análisis se apoya en la hipótesis que presupone que tales episodios cardíacos constituirían una consecuencia, acelerada por una respuesta desadaptada frente al stress, basada en una estructura de personalidad específica.
DESARROLLO:
La teoría del stress señala que la acumulación de eventos estresantes puede terminar perturbando el equilibrio físico y psicológico, y que las estrategias para afrontarlo (coping) pueden actuar como parachoques de la amenaza aumentando la habilidad del sujeto para reajustarse y reducir la probabilidad de desórdenes psicofisiológicos. Según Omar (1995)2, el coping desempeña un rol fundamental en el proceso salud-stress-enfermedad pues se ha demostrado que los recursos de coping constituyen características estables del sujeto y que de ellos depende la habilidad para enfrentar o manejar los estresores.
Recientemente, se ha encontrado que las mujeres manejan el estrés de manera diferente que los hombres. (Bairey Merz, 19983, Weidner, 20004). Crespo y Cruzado (1997)5 analizaron las diferencias en función del sexo en los distintos modos de afrontamiento, encontrando que las mujeres puntuaban más alto que los hombres en las escalas de búsqueda de apoyo social, centrarse en las emociones y desahogarse y la realización de actividades distractoras.
Las investigaciones en estrés y su impacto sobre la salud y el bienestar se han incrementado significativamente durante las últimas décadas, siendo el estudio de los procesos de adaptación humana a las situaciones de estrés un tema multidisciplinario de importancia creciente (Perczek, Carver, Price y Pozo-Kaderman, 2000)6. Diversos experimentos (Abel, Larkin y Edens, 19957; Powch y Houston, 19968; Steptoe, Fieldman, Evans y Perry, 19969 ; Fichera y Andreassi, 199810; Breznitz et al., 199811) han analizado las relaciones entre la conducta de Tipo A, la hostilidad y la reactividad cardiovascular en respuesta a estresores. Los resultados mostraron una mayor reactividad cardiovascular (presión sanguínea, ritmo cardíaco y conductancia de la piel) ante situaciones estresantes en aquellas personas con patrón de conducta Tipo A y elevada hostilidad, lo que daría cuenta de una determinación de estos factores de riesgo psicológicos sobre los biológicos.
En base a la revisión bibliográfica se ha encontrado que existen diferencias importantes en la manera de adaptarse a las mismas situaciones estresantes o difíciles. Mientras que algunas personas son capaces de adaptarse fácilmente (al menos aparentemente) a situaciones estresantes, como por ejemplo las que resultan de una enfermedad crónica, otras, en cambio, tienen enormes dificultades para adecuar su comportamiento y experiencias emocionales a la misma situación. Las investigaciones revisadas se han focalizado en distintos factores que podrían explicar estas diferencias en la adaptación a los mismos problemas objetivos, como la edad, la experiencia previa con situaciones similares, el apoyo social, las expectativas de los sujetos, factores de personalidad, etc.
Una de las investigaciones sobre la relación entre estrategias de afrontamiento y rasgos de personalidad en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio, (Fukunishi, Moroji, y Okabe,199512) que trató de determinar la influencia del patrón de conducta Tipo A y de la personalidad narcisista sobre el estrés y sus factores asociados, encontrando que tanto hombres y mujeres infartados con altos puntajes en este patrón de conducta afrontarían mejor el estrés. Asimismo, es sabido que la presencia de estímulos ambientales estresantes tales como la insatisfacción laboral, las preocupaciones de tipo económico, el exceso de trabajo, los elevados niveles de responsabilidad, la infelicidad familiar, y otras similares- aumenta el riesgo de infarto de miocardio. (Bueno y Buceta, 199113; Steptoe, Fieldman, Evans y Perry, op. cit14.; Welin, Lappas, y Wilhelmsen; 200015).
En relación a la personalidad y las variables psicológicas, se destaca que - si bien todavía existen controversias acerca del rol independiente de los factores de riesgo psicológicos y sociales en el infarto agudo de miocardio (IAM)- diversos estudios se han ocupado de tratar de determinar el papel de las variables psicológicas, independientemente de los otros factores de riesgo cardiovascular, como significativamente distintivas en los casos de IAM.
Labbrozzi et al. (1996)16 llevaron a cabo un estudio documentando la asociación entre variables psicológicas, clínicas y sociodemográficas en una amplia muestra de pacientes con infarto agudo de miocardio (IAM). Como resultado encontraron que más de un tercio de todos los pacientes puntuaron por encima del promedio para la ansiedad y miedos relacionados con la salud. En relación al estado previo al IAM (tres meses precedentes), el 40% de los pacientes reportaron un estado de ánimo depresivo y un disminuido sentimiento de bienestar, y más de la mitad se percibieron a sí mismos como estresados. Con respecto a las variables de personalidad, alrededor de un tercio de la muestra exhibió rasgos de conducta Tipo A y la mitad reportaron puntajes de neuroticismo.
Otro estudio que se ocupó de evaluar la personalidad de pacientes con infarto de miocardio (Alvarez Rayón, Vázquez Arévalo y Mancilla Díaz, 1998)17, mostró que las características principales en esta muestra eran: alto perfeccionismo, inflexibilidad, susceptibilidad en sus relaciones sociales y baja autoestima.
Una de las variables psicológicas que ha sido estudiada en relación con lo anterior es la hostilidad. Smith, Cranford y Mann (2000)18 han abordado las posibles implicancias de este factor en el desarrollo temprano de los trastornos isquémicos tanto en hombres como en mujeres, hallando que la hostilidad y el género afectan la reactividad cardiovascular. Otros autores (Siegman, Townsend, Civelek, Blumenthal; 2000)19 han encontrado que los índices de hostilidad y dominancia son factores de riesgo independientes de la enfermedad coronaria, siendo el riesgo para las mujeres las manifestaciones indirectas de antagonismo y para los hombres la expresión abierta del enojo.
Finalmente, otra de las cuestiones que ha sido ampliamente estudiada en los últimos años es el rol del apoyo social como amortiguador del impacto del estrés sobre la reactividad cardiovascular (Steptoe, 200020; Orth-Gomer, 200021; Wlodarczyk, 200022; Collins, 199923; Uchino; Uno y Holt-Lunstad, 199924). Kors, (2000)25 destaca que si bien el apoyo social es un factor moderador del impacto del estrés, esto principalmente sucede si la persona tiene una alta predisposición a la búsqueda de ese apoyo en situaciones estresantes. Sin embargo no todos los estudios apoyan esta hipótesis; por ejemplo, Anthony y O´Brien (1999)26 reportan en los resultados de un estudio experimental que no existen diferencias significativas en la reactividad cardiovascular entre aquellas personas que reciben apoyo y las que no.
Por otra parte, Tennant (1999)27 afirma que el bajo apoyo social no aparece como moderador de la relación entre los eventos de vida estresantes y la enfermedad cardiovascular. Mientras que los eventos de vida estresantes y el escaso apoyo social son factores de riesgo, el mecanismo exacto por el cual ambos tienen impacto sobre la enfermedad cardiovascular no ha sido aún elucidado, siendo las alteraciones del estado de ánimo una de las variables intervinientes más probable.
Chesney (1998)28 propone que el aislamiento social incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular, a través del estado de ánimo depresivo y las conductas en torno de la salud, y además que se pueden elaborar modelos de intervención focalizados en el incremento del apoyo social con el objeto de reducir las conductas de riesgo.
Resumiendo, en los últimos años se han publicado numerosos estudios (Helgeson y Taylor, 199329; Littman, 199330; Payne, Johnson, Penzien, Porzelius, et al., 199431; Denollet, 199432, Sykes, 199433; Fowers, 199434; Bennett, 199435; Vertheim y Kohler, 199736; Holahan, Moos, Holahan y Brennan, 199737) que establecen, de formas diferentes, la incidencia que los factores estresores y características psicológicas tienen en las patologías isquémicas. Sin embargo, estas investigaciones presentan resultados diferentes, y a veces contradictorios, sobre el impacto de las características psicológicas en la prevención y rehabilitación de este tipo de pacientes.
CONCLUSIONES:
Las patologías isquémicas en general, y el infarto agudo de miocardio en particular, se presentan como el mayor problema de salud de los países desarrollados. En el caso específico del infarto agudo de miocardio se ha registrado en la literatura una amplia cantidad de estudios que se han ocupado de analizar las vinculaciones entre esta enfermedad y distintas variables psicológicas y sociales tales como la personalidad, las estrategias de afrontamiento del estrés, la hostilidad, el papel de las emociones y el estado de ánimo, y el apoyo social.
Se destaca el incremento en los últimos años de las investigaciones focalizadas en el rol del estrés y su impacto sobre la salud, encontrándose que existen diferencias significativas en la forma en que las personas se adaptan a las mismas situaciones estresantes, y que estas diferencias se podrían explicar a través de distintos factores tales como el género, el tipo de personalidad, el estilo de expresión de las emociones, la hostilidad, y la predisposición de los sujetos a la búsqueda de apoyo social ante situaciones estresantes.
Con respecto a las diferencias en función del género en los distintos modos de afrontamiento del estrés, se ha encontrado que las mujeres buscaban en mayor medida que los hombres el apoyo social, manifestando más sus emociones en relación al evento estresante y ocupando su tiempo en la realización de actividades distractoras para evitar pensar en las situaciones problemáticas.
Dentro de los factores de riesgo psicológicos, los altos niveles de depresión y ansiedad y la carencia de apoyo social, constituirían los de mayor riesgo de morbilidad y mortalidad coronaria. Con respecto a los rasgos de personalidad de aquellos sujetos que sufren patologías isquémicas, se ha encontrado que las características principales de esta población serían el alto nivel de perfeccionismo, la inflexibilidad, la susceptibilidad en sus relaciones sociales y una baja autoestima. También se ha caracterizado a la personalidad de este grupo como patrón de conducta Tipo A, que ha sido analizado junto con uno de sus componentes principales, la hostilidad. A pesar de que muchos estudios se han centrado en estudiar el rol de la hostilidad como factor de riesgo para la enfermedad coronaria, los mecanismos mediante los cuales la misma manifiesta sus efectos en el sistema cardiovascular no han sido aún dilucidados.
Entre los factores de riesgo sociales, se destaca el rol del apoyo social. Algunos estudios apoyan la hipótesis de que este factor sería un moderador del impacto del estrés sobre la reactividad cardiovascular, mientras que otros no han encontrado evidencias suficientes de que aquellas personas que poseen apoyo social presenten menor reactividad cardiovascular en respuesta a estresores.
Por último, se consideran las alteraciones del estado de ánimo como una de las variables intervinientes más importantes en la progresión de las patologías isquémicas, destacándose el estado de ánimo depresivo y los elevados niveles de ansiedad.
De lo anterior se desprende la necesidad de profundizar la exploración en torno de las vinculaciones entre las variables psicológicas, biológicas y sociales a través de estudios que permitan determinar con mayor exactitud los mecanismos involucrados en la incidencia y progresión de las patologías isquémicas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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13 Bueno, A. M., Buceta, J. M. Tratamiento psicológico de hábitos y enfermedades. Madrid: Editorial Pirámide; 1991.
14 Op. cit.
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