La revolución de la psiquiatría en España en los años 80, acabó, entre otras cosas, con los centros penitenciarios psiquiátricos. Entonces se cerró el de Carabanchel, donde estuvo ingresado elArropiero, considerado el peor asesino de la historia criminal de nuestro país. Este mendigo confesó 48 crímenes de los que se probaron siete. En la actualidad solo existen dos cárceles para enfermos mentales, la de Foncalent (Alicante) y la de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), ambas saturadas.
«Cada comunidad debería tener una porque más del 40% de los presos, calculando por lo bajo, tienen una enfermedad mental. Ante la falta de medios, los que están peor son acogidos en las enfermerías, en un espacio reducido, vigilado por la Policía y por los sanitarios. Es inhumano e impropio de un país civilizado», recalca el psiquiatra forense José Carlos Fuertes. «Si un enfermo mental delinque debe ir a un hospital psiquiátrico. Tiene que estar privado de libertad, no del resto de derechos», indice.
En algunas prisiones, no en todas, hay unidades específicas, pero no son suficientes. Es el caso de Soto del Real, el primer lugar de destino en la Comunidad de Madrid para presos preventivos, cuyo destino es el módulo de ingresos.
En la enfermería « hay decenas de presos con esquizofreniaque reciben tratamiento porque no queda más remedio», afirma el psiquiatra forense José Cabrera que atendió a reclusos con enfermedades mentales en Ocaña I y Ocaña II.
Cabrera incide en que la citada reforma del siglo pasado provocó que Instituciones Penintenciarias tratara de endosar esa atención a la psiquiatría general, por lo que hay falta de camas en los recintos penitenciarios.
Las quejas de los funcionarios de prisiones son constantes por este motivo. « Tenemos que bregar y afrontar situaciones peligrosas para las que ni estamos preparados ni son de nuestra competencia», precisan desde el sindicato Acaip. A eso, hay que añadir el mal uso de la medicación de algunos internos, que acaba en el inodoro, o la ingieren en una sola toma, cuando se les suministra de forma anticipada en caso de puentes o festivos.
«Una copia burda de la reforma italiana»
«La revolución psiquiátrica española fue copia mala y burda de la italiana. Un escándalo que, además, provocó el cierre de muchos hospitales, como el de Cantoblanco, una ampliación del Alonso Vega. Los enfermos internos pasaron a depender de las familias que reclaman ahora, al menos, unidades de media estancia para no ser los únicos responsables de los sujetos a los que la mediación no les funciona», agrega.
A juicio de Fuertes, la desaparición de los psiquiátricos, los mal llamados manicomios, algunos con mil camas, fue un error. Él trabajó en el de Ciempozuelos y afirma que a los pacientes se les dispensaba un trato excepcional, tal es así, que muchos padecían el «síndrome del hospitalismo». Considera que esos recintos son caros, «pero necesarios, reformándolos y adaptándolos al siglo XXI. Muchos indigentes son enfermos psiquiátricos y no están atendidos».