Casi un tercio de todos los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular desarrollan depresión en algún momento posterior al ictus, lo que se conoce como depresión post-ictus (PSD, por sus siglas en inglés).
Esta condición está asociada con resultados desfavorables, como una disminución de la calidad de vida, peor recuperación func...
Casi un tercio de todos los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular desarrollan depresión en algún momento posterior al ictus, lo que se conoce como depresión post-ictus (PSD, por sus siglas en inglés).
Esta condición está asociada con resultados desfavorables, como una disminución de la calidad de vida, peor recuperación funcional, mayor mortalidad y una carga emocional significativa tanto para los pacientes como para sus familias. A la luz de estas preocupaciones, esta revisión narrativa tiene como objetivo proporcionar una sinopsis de las posibles modalidades de tratamiento farmacológico y no farmacológico para la PSD.
Diversos estudios han demostrado la eficacia y seguridad de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (isrs) en el tratamiento de los síntomas de esta condición clínica. Fármacos como la fluoxetina, sertralina y citalopram han mostrado una mejora significativa en los síntomas depresivos en pacientes con PSD, contribuyendo a mejorar su calidad de vida y recuperación funcional. Sin embargo, no todos los pacientes responden de la misma manera a estos medicamentos, lo que subraya la necesidad de un enfoque individualizado.
El tratamiento del PSD se ha mejorado recientemente mediante enfoques innovadores que incluyen modalidades no farmacológicas. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser efectiva al proporcionar a los pacientes estrategias para identificar y modificar patrones de pensamiento negativos que perpetúan la depresión.
Además, la realidad virtual ha emergido como una herramienta prometedora al sumergir a los pacientes en entornos virtuales interactivos que promueven la rehabilitación física y cognitiva.
La telesalud también ha ganado popularidad, permitiendo a los pacientes acceder a servicios de salud mental desde sus hogares. Esta modalidad ha demostrado ser eficaz para el seguimiento y la intervención en tiempo real, brindando apoyo constante y reduciendo las barreras geográficas.
Otra estrategia innovadora es la estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr), que implica la aplicación de pulsos magnéticos no invasivos para modular la actividad cerebral. La EMTr ha mostrado potencial para aliviar los síntomas depresivos al influir positivamente en las redes neuronales asociadas con el estado de ánimo.
Asimismo, las terapias no convencionales, como la acupuntura, la musicoterapia y la terapia con animales, podrían desempeñar un papel valioso en la mejora del tratamiento de la depresión en los supervivientes de un accidente cerebrovascular. Aunque las pruebas científicas aún son limitadas, estos enfoques complementarios ofrecen beneficios adicionales como la reducción del estrés y la mejora del bienestar general.
Es evidente que la PSD es un desafío clínico complejo que requiere una estrategia de tratamiento integral. Aunque las opciones farmacológicas y no farmacológicas existentes son prometedoras, se necesitan futuros ensayos controlados aleatorios de alta calidad para confirmar la eficacia de estas modalidades innovadoras y establecer directrices claras para el manejo óptimo de la depresión post-ictus.
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