Autor/autores:
Sameer A. Sheth y Helen S. Mayberg
El campo de la neurocirugía estereotáctica se desarrolló hace más de 70 años para abordar una brecha terapéutica en pacientes con trastornos psiquiátricos graves. En las décadas posteriores, ha madurado enormemente, beneficiándose de los avances en las ciencias clínicas y básicas. Actualmente, la estimulación cere...
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El campo de la neurocirugía estereotáctica se desarrolló hace más de 70 años para abordar una brecha terapéutica en pacientes con trastornos psiquiátricos graves. En las décadas posteriores, ha madurado enormemente, beneficiándose de los avances en las ciencias clínicas y básicas.
Actualmente, la estimulación cerebral profunda (ECP) para trastornos psiquiátricos graves resistentes al tratamiento está a punto de pasar de una etapa empírica a una cada vez más arraigada en el descubrimiento científico.
Los impulsores actuales de esta transición son los avances en la neuroimagen, que permiten una visualización más precisa y detallada de las estructuras cerebrales y sus funciones. Sin embargo, los avances neurofisiológicos están emergiendo rápidamente como un factor crucial. A medida que comprendamos más acerca de las bases neuronales de estos trastornos, podremos utilizar con mayor éxito intervenciones como la estimulación invasiva para restaurar la salud de los circuitos disfuncionales.
Paralelamente a esta transición, hay un aumento constante en la consistencia y calidad de los datos de resultados. Este progreso es evidente en el tratamiento de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y la depresión, dos trastornos que han recibido la mayor atención en términos de volumen de ensayos y esfuerzo científico.
En el caso del trastorno obsesivo-compulsivo, la ECP se ha mostrado prometedora en la reducción de los síntomas en pacientes que no responden a otros tratamientos.
Los avances en la neuroimagen han permitido identificar áreas específicas del cerebro, como el núcleo accumbens y el córtex orbitofrontal, que son objetivos efectivos para la estimulación. Al mejorar la precisión de la colocación de los electrodos y la personalización de los parámetros de estimulación, los resultados han sido cada vez más consistentes y positivos.
Para la depresión, la ECP también ha demostrado ser efectiva, especialmente en casos de depresión resistente al tratamiento. La identificación de áreas cerebrales como el córtex cingulado subgenual ha sido crucial. La estimulación de esta área puede aliviar los síntomas depresivos en pacientes que han agotado otras opciones terapéuticas. Los estudios continúan refinando las técnicas y parámetros de estimulación para maximizar la eficacia y minimizar los efectos secundarios.
La mejora en la consistencia de los resultados es clave para el avance del campo. Los ensayos clínicos más rigurosos y los estudios de seguimiento a largo plazo están proporcionando datos más robustos que validan la ECP como una intervención viable para estos trastornos. La integración de tecnologías avanzadas y un mayor entendimiento de la neurofisiología subyacente están impulsando este progreso.
En resumen, la neurocirugía estereotáctica y la estimulación cerebral profunda están en una fase de transición significativa hacia prácticas basadas en el descubrimiento científico.
Los avances en la neuroimagen y la neurofisiología están mejorando la precisión y eficacia de estos tratamientos, especialmente para trastornos psiquiátricos como el TOC y la depresión. Con el continuo incremento en la calidad de los datos y el refinamiento de las técnicas, la ECP está estableciéndose como una opción terapéutica cada vez más viable y efectiva para pacientes con trastornos psiquiátricos graves.
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