La jefa del Servicio de Neonatología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, María Luz Couce, ha destacado la importancia del cuidado nutricional del bebé prematuro para mejorar su neurodesarrollo y crecimiento.
Cada dos segundos nace un bebé prematuro (antes de la semana 37 de gestación) en el mundo, lo que, anualmente, se traduce en unos 15 millones de bebés no nacidos a término. "Por suerte, la Neonatología es probablemente la subespecialidad de las ciencias médicas que más haya cambiado en los últimos años, y es que particularmente en los prematuros se han producido avances muy significativos que han permitido disminuir su mortalidad y morbilidad", ha explicado.
A nivel mundial, la tasa de parto prematuro se encuentra entre el 5-12 por ciento, mientras que en España, aproximadamente, el 8% de los recién nacidos son prematuros. De ellos, un alto porcentaje requiere medidas clínicas concretas, como la suplementación nutricional, el soporte respiratorio, la administración de fármacos o el ingreso en UCI.
"Entre estas medidas, el cuidado nutricional es clave, ya que se asocia con un mejor neurodesarrollo y un mayor crecimiento. El objetivo es que crezca igual que dentro del útero materno", ha insistido la doctora, para informar de que las expectativas de crecimiento de los bebés prematuros son hasta cinco veces más altas que en los nacidos a término.
Además, la nutrición tiene un destacado papel a la hora de ayudar a los pequeños a hacer frente a un gran desafío inmunitario, ya que cuentan con un sistema inmunológico inmaduro y son más susceptibles a las infecciones.
En este sentido, la leche materna es el mejor alimento, ya que ha sido cuidadosamente diseñada con una composición única ideal que proporciona numerosos efectos beneficiosos, particularmente en el prematuro, como mejora de la supervivencia, disminución de las infecciones graves (sepsis y meningitis) o de enfermedades propias de la prematuridad, como la enterocolitis necrosante, la displasia broncopulmonar, la retinopatía de la prematuridad.
"La leche materna es en sí misma un tratamiento en los grandes prematuros, ya que actúa como un factor protector frente a algunas enfermedades propias de estos bebés", ha insistido Couce. Esto se debe a que la leche humana consta de componentes como células, enzimas, hormonas, inmunoglobulinas, citoquinas e, incluso, material genético, que actúan de manera sinérgica proporcionando propiedades antiinfecciosas, nutricionales, antioxidantes y antiinflamatorias.
Con todo, existen ciertos casos en los que la leche materna necesita un aporte extra para cubrir todas las necesidades específicas de los bebés prematuros. "La leche materna puede no contener la cantidad suficiente de energía, proteínas, minerales y vitaminas para cubrir las elevadas necesidades nutricionales en esta etapa y precisar su fortificación o suplementación", ha enfatizado.
En los bebés nacidos en la semana 32 o menos edad gestacional, en los nacidos con un peso inferior a 1. 500 gramos y en los prematuros moderados (algo más mayores) que no toleran aportes elevados de leche materna, los fortificadores de la leche humana están indicados.
Con una composición rica en proteínas, minerales (como sodio, calcio y fósforo) y vitaminas, su administración debe individualizarse según las necesidades de cada niño. "Estos fortificadores, bajo prescripción médica, permiten un mejor crecimiento, al tener así una adecuada relación proteína-energía, y un óptimo metabolismo para su organismo, proporcionándoles micronutrientes claves para el metabolismo óseo y de otros órganos", ha zanjado.