La disfunción metabólica e inflamatoria es una preocupación creciente en personas con trastornos del estado de ánimo, particularmente en aquellas de mediana edad. Sin embargo, se sabe menos sobre cómo estas disfunciones se manifiestan en personas jóvenes que acceden a servicios de salud mental.
En este estudio, se investigaron las trayectorias de marcador...
La disfunción metabólica e inflamatoria es una preocupación creciente en personas con trastornos del estado de ánimo, particularmente en aquellas de mediana edad. Sin embargo, se sabe menos sobre cómo estas disfunciones se manifiestan en personas jóvenes que acceden a servicios de salud mental.
En este estudio, se investigaron las trayectorias de marcadores metabólicos e inflamatorios en un grupo de 155 jóvenes (edad media de 26, 9 ± 5, 6 años) que presentaban trastornos del estado de ánimo o afecciones psiquiátricas.
Los marcadores evaluados incluyeron el índice HOMA2-IR, un indicador de resistencia a la insulina, y la proteína C reactiva (PCR), un marcador de inflamación. El objetivo fue explorar cómo estos marcadores evolucionan a lo largo del tiempo, sus correlatos clínicos y demográficos, así como su relación con subtipos específicos de trastornos del estado de ánimo.
Métodos
Se evaluaron las trayectorias longitudinales de HOMA2-IR y PCR, así como sus correlaciones con factores como el índice de masa corporal (IMC) y los subtipos de enfermedades. También se comparó la sensibilidad del HOMA2-IR con la glucemia en ayunas (FBG) para detectar disfunción metabólica temprana en este grupo de jóvenes.
El análisis incluyó la identificación de correlatos clínicos y demográficos, utilizando modelos estadísticos para determinar qué factores predijeron aumentos en HOMA2-IR y PCR a lo largo del tiempo.
Resultados
Los hallazgos mostraron un aumento significativo tanto en el HOMA2-IR como en los niveles de PCR a lo largo del tiempo, lo que sugiere una progresión de la disfunción metabólica e inflamatoria en los jóvenes con trastornos del estado de ánimo. Curiosamente, se observó que los niveles basales más altos de HOMA2-IR y PCR predecían mayores aumentos en estos marcadores con el tiempo, aunque la tasa de incremento se desaceleró en aquellos con niveles iniciales más elevados.
El IMC fue un predictor importante de aumentos en HOMA2-IR (p < 0, 001), lo que sugiere que el sobrepeso o la obesidad podrían estar contribuyendo a la desregulación metabólica en estos jóvenes. Sin embargo, el IMC no predijo aumentos en los niveles de PCR (p = 0, 135), lo que indica que otros factores pueden influir en la inflamación.
En cuanto a los subtipos de enfermedades, se encontraron asociaciones significativas. Los niveles más altos de HOMA2-IR se vincularon con un aumento de 2, 3 veces en la probabilidad de pertenecer al subtipo "espectro circadiano-bipolar" (p = 0, 033).
Esto sugiere que los jóvenes con trastornos bipolares relacionados con la disfunción circadiana podrían estar en mayor riesgo de desarrollar problemas metabólicos. Por otro lado, niveles más altos de PCR se asociaron con un riesgo reducido del subtipo "psicosis del neurodesarrollo" (p = 0, 033), lo que plantea preguntas interesantes sobre las diferentes vías biológicas subyacentes a estos subtipos de trastornos.
Además, las medidas estándar de glucemia en ayunas (FBG) demostraron ser insensibles para detectar la desregulación metabólica temprana en jóvenes con depresión, lo que refuerza la necesidad de utilizar marcadores más sensibles, como el HOMA2-IR, en esta población para una evaluación más precisa.
Conclusiones
Este estudio resalta la importancia de utilizar marcadores sensibles como HOMA2-IR y PCR para evaluar la disfunción metabólica e inflamatoria en jóvenes con trastornos del estado de ánimo.
La identificación de una progresión en estos marcadores podría ayudar a mejorar la detección y el tratamiento temprano de la desregulación inmunometabólica en esta población. Además, las asociaciones entre estos marcadores y subtipos específicos de trastornos del estado de ánimo subrayan la necesidad de un enfoque personalizado en el tratamiento, teniendo en cuenta los diferentes perfiles metabólicos e inflamatorios de los pacientes. Estos hallazgos podrían tener implicaciones significativas para el manejo clínico a largo plazo de los jóvenes con trastornos del estado de ánimo, facilitando intervenciones más dirigidas y efectivas.
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