Las personas con esquizofrenia desafían el aislamiento social gracias a la asociación ADIPE.

María Teresa Calderay, presidenta de ADIPE, habla de los padres de esos hijos que un día comienzan a tener un comportamiento extraño. Esos chicos que de pronto no quieren seguir estudiando, que dejan el trabajo; que no se sienten a gusto con nada ni con nadie... En 1989, un grupo de padres creó en Mallorca ADIPE, Asociación para el Desarrollo y la Integración de personas con Esquizofrenia.



Cuando brota la enfermedad, la persona con esquizofrenia no suele continuar con sus estudios o su trabajo. "Nos informamos de lo que se hacía en otros lugares y vimos que era relativamente fácil". Un local en el que reunirse, un monitor y un grupo de chicos: fue todo un éxito. "Piensa que son personas que están retiradas de la sociedad y de pronto tenían un sitio donde ir. La parte médica estaba cubierta, pero no la parte social, que es la más difícil".



Según Calderay, muchas de las personas que acuden a la sede de la entidad han pasado años sin relacionarse más allá de sus círculos familiares. "El hecho de pasarlo bien ya es una terapia. Están de mejor humor; la angustia, que es lo peor de la esquizofrenia, desaparece". En estos momentos ADIPE tiene en marcha dos programas. Por un lado, el proyecto de atención a las familias y por otro, el Tamarell 2010, un programa de ocio en el que se incluyen salidas de fin de semana, excursiones o estancias en hoteles de la isla.



Por otra parte, la atención a las familias es otro de los puntales de ADIPE. La presidenta de la entidad subraya lo importante que es dar apoyo a estas personas: en ADIPE intentan dar ese apoyo en reuniones que sirven tanto para dar pautas de comportamiento como para escuchar y comprender la situación. "Algunas llevan diez o veinte años con un enfermo en su casa. Es muy difícil vivir con ellos y nadie les explica lo que conviene hacer", comenta Calderay.