El proyecto SUN ha evaluado, mediante un seguimiento de más de dos décadas, la interacción entre la siesta y el sueño nocturno con la incidencia de fibrilación auricular. Sus resultados han sido presentados en el Congreso SEC23 de la Salud Cardiovascular.
La siesta es un hábito que está bastante extendido en los países mediterráneos. Sin embargo, también se practica bastante en los no mediterráneos, en contra de lo que se podría pensar. Así lo explica Jesús Díaz Gutiérrez, investigador y primer firmante de un estudio que se ha presentado en el Congreso SEC23 de la Salud Cardiovascular, donde se ha evaluado la interacción entre la siesta y el sueño nocturno con la incidencia de fibrilación auricular. Díaz Gutiérrez hace hincapié en algunos de los mitos y creencias que existen en torno a la siesta. A su modo de ver, "es verdad que hay bastantes personas que la utilizan para compensar un déficit del sueño nocturno, entonces, se tiende a dormir siestas excesivamente largas". "Esto no es un hábito saludable", subraya, por lo que "se debería recomendar que se mejorara la higiene del sueño nocturno para poder realizar una siesta de 30 minutos o menos".
Se podría pensar que la práctica de este hábito ha cambiado en las últimas décadas como en paralelo de los nuevos estilos de vida más frenético que han calado en la sociedad. No obstante, el investigador aclara que esto es algo que no se ha estudiado específicamente a nivel científico. Ahora bien, "que sabemos que es algo que es relativamente frecuente y que es un hábito muy variable; hay personas que duermen siestas cortas, y otros, más largas. Y sus efectos no son los mismos, varían en función de la duración".
Claves para que la siesta sea realmente saludable
Entonces, ¿cómo debe ser la siesta para que sea saludable? Jesús Díaz Gutiérrez expone que hasta ahora la mayoría de los estudios que habían evaluado los efectos de esta costumbre se habían centrado en aspectos neuropsicológicos. Sin embargo, apunta que "cada vez estamos viendo que influye más en el sistema cardiovascular". Así, "un tiempo excesivo de sueño se podría asociar a mayor enfermedad cardiovascular y mortalidad, lo que se explicaría porque podría ser marcador de otras patologías, problemas de salud, mal descanso nocturno o hábitos de vida que podrían aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular", detalla el investigador.
En cambio, una siesta corta (menos de 30 minutos al día) se asocia a menores factores de riesgo cardiovascular. "Esas variaciones circadianas parecen que pueden influir en el riesgo del desarrollo de fibrilación auricular. En concreto, siestas más largas pueden interrumpir el balance entre el sistema nervioso simpático y parasimpático. Pueden activar diversos mecanismos hormonales: el cortisol, subir los niveles de catecolaminas, marcadores proinflamatorios, etc.", prosigue el especialista. Todos estos mecanismos están muy relacionados con el desarrollo de fibrilación auricular, mientras que "una siesta corta podría mejorar el ritmo circadiano e incluso disminuir los niveles de presión arterial, teniendo esto un impacto positivo en nuestra salud cardiovascular".
La investigación presentada en Málaga en el marco del Congreso SEC23 de la Salud Cardiovascular viene también a confirmarlo. El primer firmante del estudio cuenta los detalles, especificado que han realizado "un estudio de cohortes llamado Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra)". El proyecto arrancó en 1999 impulsado por el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAV, y desde entonces, apunta Díaz Jimenez, "ha reclutado a graduados universitarios españoles a los que se les ha ido siguiendo, les hemos ido preguntando sobre sus hábitos de vida y hemos ido viendo qué pasaba con ellos a lo largo del tiempo, si desarrollaban diferentes enfermedades, entre ellas la fibrilación auricular".