Un grupo de investigadores ha encontrado una aceleración del deterioro cognitivo tras padecer un infarto de miocardio. El mecanismo fisiopatológico no está claro, aunque se plantean diferentes hipótesis. En cualquier caso, conocer la existencia de esta asociación sugiere la necesidad de monitorizar la evolución cognitiva en estos pacientes.
Así lo concluye un trabajo publicado en JAMA Neurology, tras el análisis de los datos de más de 30.000 personas agrupadas en seis importantes estudios de cohorte desarrollados en EEUU. Las 1.033 personas que experimentaron un infarto de miocardio durante el seguimiento del estudio presentaron una disminución anual más pronunciada de la cognición después del evento, en comparación con las etapas previas al mismo.
La dependencia de las edades es una característica de la mayoría de las pruebas neuropsicológicas, según reconocen los autores del estudio. Sin embargo, después del infarto, la tasa anual de disminución se aceleró, en comparación tanto con fases previas como con individuos que no habían sufrido infarto.
La curva de deterioro se acelera a largo plazo, a pesar de que no hubo una caída gradual inmediata, con una diminución más pronunciada en personas blancas que en negras y en hombres en comparación con mujeres. Los investigadores señalan que el mayor deterioro cognitivo no pudo explicarse por un accidente cerebrovascular o una nueva fibrilación auricular, por lo que se plantean qué mecanismos podrían resultar inductores.
A la hora de valorar el estudio, Sergio Calleja, neurólogo, responsable de la unidad de ictus del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), considera que se trata de un trabajo "muy interesante", pero que no da pistas acerca de la fisiopatología que explica la asociación entre el infarto de miocardio y el deterioro cognitivo, "más aun teniendo en cuenta que no se trata de un deterioro agudo coincidente con el infarto, sino de un declinar cognitivo subsiguiente mayor que el esperable en población similar que no ha sufrido infarto".
No obstante, destaca que el estudio abre un abanico de posibles explicaciones que da pie a investigaciones futuras a fin de delimitar cuál es el trasfondo de esa asociación, "lo que permitiría mitigar ese efecto en los muchos pacientes potencialmente afectados".
Poco probable que la lesión del tejido miorcárdico explique el deterioro
Parece poco probable, según los autores del trabajo, que las consecuencias inmediatas de la lesión del tejido miocárdico sean la explicación del deterioro.
Aunque la disfunción ventricular podría causar hipoperfusión cerebral, si este fuese un factor principal cabría esperar una disminución aguda de los factores de cognición ya en los momentos inmediatamente posteriores al infarto, no una caída lenta y progresiva a lo largo de los años.
Otras posibilidades
Una posibilidad que plantean los investigadores es que pueda haber una disfunción cardiaca progresiva debido a una miocardiopatía isquémica, con alteraciones en la presión arterial y el gasto cardiaco, lo que conduce a isquemia cerebral.
Otra hipótesis planteada es que los pacientes con infarto de miocardio sean vulnerables a las arritmias posteriores al infarto de miocardio, como la fibrilación auricular.
La fibrilación auricular se ha identificado como un factor de riesgo independiente para el deterioro cognitivo y la demencia. Además, existe un papel potencial para la inflamación y el infarto de miocardio, que se asocia con inflamación crónica, factor que también se ha relacionado con mayor riesgo de deterioro cognitivo.
Por otro lado, las anomalías del movimiento de la pared posteriores a un infarto de miocardio pueden estar asociadas con un mayor riesgo de cardioembolismo, lo que podría conducir a un infarto cerebral encubierto.
El infarto de miocardio se asocia también con un mayor riesgo de depresión, lo que a su vez se asocia con demencia. Además, existen vínculos entre la enfermedad coronaria y la enfermedad progresiva de los vasos sanguíneos centrales pequeños, incluida la hiperintensidad de la sustancia blanca y específicamente la hipertrofia ventricular izquierda, que se puede desarrollar en algunos casos después del infarto de miocardio.
Factores compartidos asociados como la hipertensión y la diabetes no son una asociación suficiente para explicar el deterioro cognitivo posterior al infarto.
En cuanto a posibles factores de riesgo vascular, los investigadores señalan también que si el deterioro cognitivo se debiera a este tipo de factores cabría esperar una tasa de deterioro más pronunciada en las etapas previas al infarto y, sin embargo, no fue el caso.
Algo sucede en el momento del infarto
Lo que parece evidente es que algo sucede en el momento del infarto que desencadena un proceso a largo plazo que afecta a la cognición. Algunos tratamientos de prevención secundaria para el infarto pueden estar asociados a la disfunción cognitiva. Así, algunos de estos pacientes pueden necesitar procedimientos como el injerto de arteria coronaria, que se asocian con deterioro cognitivo.
Los investigadores concluyen la necesidad de seguir estudiando el deterioro cognitivo tras el infarto de miocardio para descubrir los mecanismos implicados e identificar intervenciones preventivas.En concreto sugieren la conveniencia de desarrollar un gran estudio de cohorte después de un infarto de miocardio, con pruebas neuropsicológicas integrales en serie, imágenes cerebrales, cardiacas y biomarcadores inflamatorios, y evaluación de la demencia durante varios años.
Necesidad de monitorizar a los pacientes
Además, aunque el mecanismo del deterioro cognitivo no está claro, el riesgo parece real por lo que se sugiere la realización de estrategias de intervención aun sin un conocimiento completo de los mecanismos, siendo conscientes los médicos de que los pacientes con antecedentes de infarto de miocardio pueden estar en riesgo de deterioro cognitivo, por lo que se sugiere la conveniencia de seguimiento activo y realización de cribados, con derivación a especialista en casos seleccionados.
