La prevalencia de la ansiedad y la depresión ha ido en aumento en los EE. UU. y en muchas otras partes del mundo. Esta tendencia, que comenzó en la década de 2010, se ha concentrado en gran medida entre los adolescentes y jóvenes.
Se han propuesto al menos 2 conjuntos amplios de caracterizaciones en la literatura científica y la prensa no especializada, el primero considera este aumento como una epidemia de trastornos psiquiátricos mientras que el otro considera el aumento de la angustia psicológica en la juventud como un reflejo de la adversidad sociopolítica y la desorganización.
A riesgo de simplificar demasiado, este contraste puede verse como una polaridad de individuos enfermos versus sociedad enferma. Tales dualidades explicativas presentan a los médicos el desafío de cómo navegar las preocupaciones sobre la medicalización excesiva y abordar los complejos determinantes sociales de la salud en entornos clínicos.
Superar las construcciones binarias conceptuales que alimentan esta polarización puede ser un primer paso importante para abordar la crisis de salud mental en la juventud.
Aquí, discutimos las razones de esta polarización, las estrategias para superarla y cómo estos conocimientos deberían informar la práctica clínica.
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