Últimamente se habla mucho de un fenómeno que se ha llegado a conocer como “adicción a las pantallas”. Este concepto hace referencia a los problemas psicológicos que pueden derivar de un uso excesivo de aparatos tecnológicos de aparición relativamente reciente, como pueden ser una tableta, un móvil o un ordenador. Es importante resaltar que, para que el comportamiento sea denominado “adicción a las pantallas”, la persona debe invertir una gran parte de su día a día en estar ante una pantalla.
Pero, a pesar de que se ha constatado un creciente uso de los aparatos tecnológicos, nos encontramos con que, actualmente, no hay un consenso acera de si estos problemas psicológicos forman parte de la misma categoría de enfermedades que la adicción a las drogas o, por el contrario, presenta las suficientes características propias como para ser una psicopatología aparte. ¿Existe, pues, una adicción real a las pantallas?
Las adicciones y sus características
Primero, es importante definir qué es una adicción. Una adicción es una patología que conlleva una dependencia hacia el consumo de una sustancia o hacia un comportamiento en concreto. La característica más importante de esta patología es su enorme capacidad de “enganchar” a la persona que la sufre y sumergirla en un círculo vicioso muy difícil de romper.
Este círculo vicioso se moverá entre el malestar y la consecuente búsqueda de alivio a través del consumo o del comportamiento adictivo que, a su vez, provocará más malestar en el futuro. Todo esto conllevará que, paulatinamente, la persona atrapada en este círculo desarrolle una obsesión hacia la fuente de refuerzo. Poco a poco, toda su vida se orienta hacia esa fuente de adicción, que aparentemente pasa a ser su única fuente de motivación.
Para que una adicción sea tal, deberán manifestarse las siguientes características:
El síndrome de abstinencia, que implica un malestar intenso y muy molesto si la persona pasa varias horas sin poder consumir la sustancia adictiva o ejecutar la acción que le produce la adicción.
El malestar que aparece puede llegar a ser, en ocasiones, físico, como sudores, temblores o mareos.
La llamada “tolerancia”. Para experimentar el alivio, la persona adicta necesita una mayor cantidad del elemento en cuestión, y con mayor frecuencia.
Evidentemente, esto genera una mayor dependencia hacia la sustancia o comportamiento.
Finalmente, tenemos la sensación de pérdida de control, que puede experimentar la persona afectada al darse cuenta de que no puede escapar del círculo
¿Es la “adicción a las pantallas” una adicción?
La adicción a las pantallas se podría englobar en las llamadas adicciones comportamentales, ya que la adicción se experimenta hacia un comportamiento (en este caso, la exposición continuada a aparatos tecnológicos), no al efecto que tiene una sustancia al ser consumida e interactuar con nuestras célula nerviosas. Y aunque parezca extraño, este tipo de adicción no está todavía recogida de forma oficial en los manuales de psiquiatría. ¿Por qué motivo?
Es cierto que la inclusión de las psicopatologías en los manuales de diagnóstico no es un proceso rápido. El uso de Internet no se ha popularizado hasta las últimas décadas, por lo que es un fenómeno bastante reciente. Además, en estos manuales no se suelen incluir los subtipos de adicciones.
Así, por ejemplo, la aparición de una nueva droga no implicará su inclusión, puesto que ya se entiende que se engloba dentro de la adicción a las drogas.
Por supuesto, el hecho de no incluir una adicción no implica que se subestimen los perjuicios de la persona que la sufre, y evidentemente se considerará una adicción con las mismas características que las otras. Sin embargo, la no inclusión de este comportamiento en los manuales puede que obedezca a otros motivos. Principalmente, el hecho de que no esté demostrado que la “adicción a las pantallas” provoque reacciones equiparables al resto de adicciones.
En concreto, no existen claras evidencias de que las personas que invierten gran parte de su día a día en dispositivos electrónicos desarrollen “tolerancia”, una de las características esenciales de la adicción, que ya hemos explicado en el apartado anterior. En otras palabras, no se encuentran pruebas fehacientes de que las personas que usan asiduamente los dispositivos tecnológicos necesiten cada vez más tiempo de exposición para encontrar el característico “alivio”.
Además, los que se plantean que puede existir una patología relacionada con el abuso de los aparatos electrónicos no se refieren a cualquier aparato con pantalla, sino a los que están conectados a Internet o a alguna red de difusión. Esto hace que el concepto de “adicción a las pantallas” sea poco claro. En todo caso, lo que genera dependencia es el uso de ciertas plataformas digitales, como por ejemplo redes sociales el estilo de Instagram o TikTok, o aplicaciones de chat como Telegram o WhatsApp.
Así pues, el término “adicción a las pantallas” es una manera aproximada de dar a entender en qué consiste un problema psicológico que sí existe y que está presente en las vidas de muchas personas jóvenes y que, independientemente de si desde un punto de vista técnico forma parte de los trastornos adictivos, es un motivo por el que buscar ayuda profesional en terapia. Lo que hay que tener en cuenta es que todas las adicciones se basan en la dependencia, pero no todas las alteraciones psicológicas basadas en la dependencia son, técnicamente, adicciones. Por eso, los profesionales de la salud especializados en los trastornos adictivos y en los problemas de dependencia adaptamos nuestra forma de intervención teniendo en cuenta los problemas específicos que afronta cada paciente, sin dar nada por supuesto.
El tratamiento
Si actualmente la adicción a las pantallas no se considera oficialmente una psicopatología “hermana” de, por ejemplo, el alcoholismo, y, por tanto, no se incluyen estos comportamientos dentro de los trastornos adictivos, ¿cómo se trata a los pacientes que acuden a terapia para corregir este comportamiento? Por lo general, se combinan las estrategias usadas ante los trastornos adictivos, por un lado, con la intervención psicológica orientada a solucionar problemas relacionados con la acción (como, por ejemplo, la ansiedad), algo que también se da en la intervención en trastornos del control de los impulsos como la tricotilomanía y la onicofagia.
Además, los profesionales de la salud especializados en las adicciones y otras psicopatologías adaptamos nuestra forma de intervención a otras características típicas de este problema; entre ellos, el hecho de que se da sobre todo en adolescentes y adultos jóvenes, por lo que la coordinación y comunicación con las familias resulta especialmente importante.
En cualquier caso, que la llamada popularmente adicción a las pantallas no esté actualmente considerada por los círculos profesionales como “adicción”, no implica que se tenga que subestimar su importancia. Este tipo de comportamientos pueden repercutir negativamente en la vida de una persona y suelen ocultar alteraciones psicológicas que, de no tratarse, pueden empeorar, por lo que es muy importante acudir a terapia ante los primeros síntomas de “enganche”. Es especialmente importante si empiezan a darse durante la infancia, ya que se trata de un comportamiento que puede dificultar el proceso de maduración del niño o niña.