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Atajar el deterioro cognitivo leve y tomar medidas, fundamental para retrasar sus síntomas y la aparición de alzheimer y demencias

  • ,Noticia,Redacción Ch Comunicación,


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Noticia | 10/02/2015
Las primeras manifestaciones aparecen a los 50 años y es muy importante actuar con rapidez.

Los despistes a partir de los 50 no deben pasarse por alto. Un olvido puede ser normal, pero cuando éstos se repiten es fundamental que estemos atentos, porque podríamos encontrarnos ante un cuadro de deterioro cognitivo leve. Si es así, algo que se confirma a partir de varias pruebas diagnósticas neuropsicologicas y medicas, será fundamental ponerse en manos de un especialista y seguir un tratamiento multidisciplinar que frene esta situación, para que el deterioro no crezca y se pase de esta etapa a la que se conoce como estado de demencia.

Desde el Centro de Rehabilitación de Daño Cerebral Crecer, que dirige la Dra. Rosario Domínguez, se viene trabajando desde sus inicios en mejorar los trastornos cognitivos leves, algo que se puede empezar a padecer a partir de los 50 años. El profesor de Neuropsicología de la Universidad de Sevilla, José León Carrión, ha destacado la importancia de que el deterioro cognitivo leve sea detectado a tiempo: “Es crucial para frenarlo y que no derive en Alzheimer o Demencia Vascular Precoz”, advierte.

El primer paso, según las últimas investigaciones realizadas, es hacer a los pacientes un completo estudio neurocognitivo para ver si ha habido cambios en su nivel de conocimientos respecto a los que se guardan a partir de su reserva cognitiva. Y si se confirma que estamos ante un caso de deterioro leve, es importante que el paciente cuente con un tratamiento médico y neuropsicológico adecuado, que retrase la aparición de la sintomatología propia de las demencias y el Alzheimer. Y es que no estamos hablando de un peligro cualquiera, pues la demencia es un factor de riesgo mayor para la supervivencia y calidad de vida, que el ataque cardiaco, el ictus, la diabetes o el cáncer.

Uno de los primeros signos de por qué las personas sospechan que pueden estar demenciándose es por la falta de memoria. Uno mismo ha de sospechar que pudiera tener problemas de demencia, además de por la edad, porque ha de dedicar un mayor esfuerzo cuando hace las tareas normales. La demencia suele empezar con un deterioro cognitivo leve y con un enlentecimiento y declive general de las habilidades cognitivas habituales. Los pacientes pueden llevar su vida normal, y en el 40 % de los casos la situación se termina normalizando. Pero cuando se dan factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes, hipocolesterolemia asociados, a malos hábitos: tabaquismo, abuso de alcohol, de estupefacientes, así como una dieta inadecuada y situaciones de estrés crónico sostenido, el riesgo de padecer demencia crece. De hecho, el 10 % lo padecerá con seguridad, mientras que el 6 % pasa a desarrollar un trastorno cognitivo leve.

El término demencia se usa para definir el declinar crónico intelectual y progresivo de las actividades normales de la vida diaria en personas con un buen estado de alerta, de movilidad y sensorial. Tener una buena reserva cognitiva retrasa la aparición de trastornos demenciales (RC). La RC es una buena herramienta que ayuda en los programas de rehabilitación en estos procesos y en la primera fase de Alzheimer, algo para lo que también es muy importante la alimentación del cerebro día a día. Mientras se es joven, se va atesorando una reserva mental que cuanto mayor es más difícil hace la aparición de la demencia o la retrasa. Los últimos estudios vienen a indicar que las personas que tienen un alto nivel de educación y experiencia se les diagnostica de manera más tardía la aparición del Alzheimer. Pero este factor se convierte en una espada de doble filo porque quienes tienen un alto nivel de educación se deterioran más rápidamente una vez empieza el declive.

En cualquier caso, cuando se evalúa clínicamente a los pacientes se detecta que éstos suelen reducir su capacidad lingüística, dado que no encuentran palabras que quieren decir, no se orientan en el espacio ni en los cálculos numéricos, y reducen la capacidad para valerse por sí solos. Para frenar estos síntomas, es fundamental la prevención, algo que está en la mano de todos y que reportará muchos beneficios a las familias porque contribuirá a que los pacientes sean autónomos por más tiempo, y retrasen al máximo, con el trabajo y los cuidados, la llegada de graves enfermedades que les irá restando autonomía y capacidad para disfrutar del día a día y de la vida con los suyos.


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