Vírseda Heras JA. Psicologia.com. 2011; 15:16.
http://hdl.handle.net/10401/4065
Artículo original
Afrontamiento e ideación suicida en adolescentes
José Antonio Vírseda Heras1*, Gabriela Amado García2, Martha Patricia Bonilla
Muñoz3, Gloria Margarita Gurrola Peña4
Resumen
Se realizó una investigación para determinar las estrategias de afrontamiento que utilizan
adolescentes que tenían ideación suicida. La etapa de la adolescencia implica una gran cantidad
de cambios y responsabilidades, lo que puede generar estrés dependiendo de los recursos y del
grado de los factores estresantes. Las estrategias de afrontamiento son aquellos esfuerzos
cognitivos y conductuales que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas e
internas que son evaluadas como desbordantes de los recursos del individuo. La ideación
suicida son aquellos pensamientos intrusivos sobre la muerte autoinfringida, sobre las formas
deseadas de morir y sobre los objetos, circunstancias y condiciones en que se propone. Los
instrumentos que se emplearon fueron el cuestionario COPE, la escala de desesperanza y la
Escala de Suicidalidad. Algunos de los resultados fueron los siguientes: las estrategias más
utilizadas fueron la religión, seguida de actividades distractoras, crecimiento personal, la
aceptación y el abandono de esfuerzos. De acuerdo a las dos funciones principales del
afrontamiento, las utilizados por los adolescentes están dirigidas a la emoción porque los
procesos cognitivos están encargados de disminuir el grado de trastorno emocional, esos
procesos cambian el significado de la situación estresante, no cambian, sin embargo, la realidad
y de allí que surja la autodecepción. En cuanto a la exploración del grado de suicidalidad de los
adolescentes, se encontró que la mayoría de ellos están en un nivel medio de ideación suicida y
de desesperanza. Los resultados del estudio pueden servir como una guía para dirigir los
esfuerzos de prevención.
Recibido: 24/11/10 - Aceptado: 01/01/11 Publicado: 21/07/11
* Correspondencia: virseda@prodigy.net.mx
1,2,3,4y5 Universidad Autónoma del Estado de México
Psicologia.com ISSN: 1137-8492
© 2011 Vírseda Heras JA, Amado García G, Bonilla Muñoz MP, Gurrola Peña GM.
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Adolescencia
Reuscher, (2003) considera que nuestro organismo, esta sujeto a cambios físicos, psicológicos y
sociales, que van propiciando la madurez. En la etapa de la adolescencia estos cambios son
continuos y entre más rápido se presenten es más difícil la adaptación a cada uno de ellos. Es
por eso que Dolto, (2004) menciona que es una fase de mutación, en la que el adolescente, pasa
por una transformación, que lo sitúa en estado de fragilidad, respecto de la cual nada puede
decir y es, para los adultos, objeto de cuestionamiento.
En Mier y Terán (2001) se indica que es un periodo vital que amplía el desprendimiento
irreversible del cuerpo infantil y el desarrollo de una nueva imagen corporal. Es durante esta
etapa que la disyuntiva entre progresión y regresión se presenta con mayor intensidad en virtud
de que constituye un tránsito ente la niñez y la vida adulta (Enriquez, Lira, Balcàzar, Bonilla y
Gurrola, 2009).
Para Aberastury y Knobel (2000) el adolescente realiza tres duelos fundamentales
(Garaigordobil, 2000):
1. El duelo por el cuerpo infantil perdido
2. El duelo por el rol y la identidad infantil que le obliga a la renuncia de la dependencia y
la aceptación de responsabilidades que muchas veces desconoce.
3. El duelo por los padres de la infancia a los que persistentemente trata de retener en su
personalidad buscando el refugio y la protección que ellos significan.
A estos duelos se une según Aberastury y Knobel (2000), el duelo por la bisexualidad infantil
también perdida. Estos duelos pueden llevar al adolescente a la inestabilidad causada por las
tensiones consigo mismo y con el exterior, producto de la propia situación evolutiva.
Para Dolto (2004) en esta etapa de extrema fragilidad, los adolescentes se defienden contra los
demás, bien mediante la depresión, o por medio de un estado de negativismo que agrava aún
más su debilidad. De la misma manera Fize (2004) menciona que el adolescente sufre
precisamente, porque no se siente valorado y porque no se encomiendan responsabilidades, así
que manifiesta este malestar mediante una violencia íntima o dirigida hacia los demás.
Hay que recalcar que no todos los adolescentes pasan por puna fase de turbulencia, muchos
adolescentes la pasan sin grandes complicaciones, lo que nos indica que la adolescencia es una
fase complicada y no homogènea (Muuss, 1999; Papalia, Olds y Fedmaan, 2001).
Afrontamiento
Para empezar a hablar de este proceso es importante que se tenga conocimiento de lo que es el
estrés ya estos dos procesos van sumamente relacionados.
La definición sencilla del estrés la contempla Rowshan (1997) como una respuesta a las
exigencias. Aunque la mayoría de las personas piensan que el estrés está causado por lo que
sucede, en realidad es su propia respuesta ante situaciones aparentemente estresantes lo que
provoca la sensación de tensión y ansiedad.
Mientras que Miller (citado en Lazarus y Folkman, 1986, pg. 39), lo define como "cualquier
estimulación vigorosa, externa o inusual que, representando una amenaza, cause algún cambio
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significativo en la conducta". Cuando estamos ansiosos o tensos nuestra conducta se altera, a
veces sin que nos demos cuenta de ello, las manifestaciones más frecuentes son: moverse
constantemente, risa nerviosa, rechinar los dientes, tics nerviosos, problemas sexuales, comer
en exceso o dejar de hacerlo, beber o fumar con mayor frecuencia, dormir en exceso o sufrir de
insomnio, etc.
Un estimulo es estresante cuando produce una conducta o respuesta fisiológica estresada y una
respuesta se considera estresada cuando está producida por una demanda, una amenaza o una
carga.
Los efectos del estrés en el organismo son mùltiples proporcionales a la intensidad de la
solicitación, asimismo a la duración de la misma; dependen igualmente de otros criterios, como
la valoraciòn subjetiva de la situaciòn y de los recursos actuales y potenciales, personales y
sociales (Bonilla y Balcàzar, 2009; Vìrseda y Bonilla, 2009; Vìrseda, Gurrola, Balcàzar y Bonilla,
2009).
Una respuesta al estrés es definida por Lazarus y Folkman(1986) como una perturbación de la
homeostasis, pero dado que todos los aspectos de la vida parecen o bien producir o bien reducir
tal homeostasis, se hace difícil distinguir el estrés de cualquier otra cosa, excepto cuando el
grado de trastorno originado sea mayor al habitual. Se subraya la necesidad de principios
psicológicos sobre los que producir tal estimulación inusual y amenazadora, de modo que se
produzca la reacción observada ante el estrés.
Solís y Vidal (2006) indican que las reacciones del estrés se presentan agrupadas en tres
bloques: fisiológicas, emocionales y cognitivas. Para Lazarus y Folkman (1986) el afrontamiento
no es un estilo de personalidad constante sino que, por el contrario, está formado por ciertas
cogniciones y conductas que se ejecutan en respuesta a situaciones estresantes específicas. La
relación entre estrés y afrontamiento es recíproca, debido a que las acciones que realiza una
persona para afrontar un problema afectan la valoración del problema y el subsecuente
afrontamiento.
Suicidio
En la mayoría de las culturas la muerte ha sido un tema de polémica, ya que mientras algunos la
veneran, considerándola como un acto de reencarnación y renacimiento, para otros es el final de
la existencia y el término de la vida (Clemente y González, 1996; Gutiérrez, Contreras y Orozco,
2006; Jiménez y González-Forteza, 2003; Spirito y Overholzer, 2003).
Szasz (2002, citado en Quintanar, 2007) refiere que en un principio el suicidio era considerado
como un pecado, luego un crimen y posteriormente una enfermedad mental, sin embargo dados
los acontecimientos contemporáneos, podemos percibir al suicidio como una forma de
heroísmo, protesta o modelo de conducta.
Por esta razón Ros Montalbán (1997) indica que el suicidio, es un fenómeno universal que ha
estado presente en todas las épocas, pero las actitudes de la sociedad ante este acto han sido
controvertidas y diferentes, a lo largo de la historia. Estas actitudes han estado condicionadas
por las distintas valoraciones vigentes, a nivel religioso, filosófico, intelectual, social o popular.
Ante esta situación ha sido considerado como un acto alabado o banalizado, ha sido muestra
inequívoca de valor y libertad o de cobardía y debilidad.
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Guibert (2002) destaca que es un proceso patológico que va desde la aparición del sentimiento
de desesperanza hasta la realización del acto, constituyendo un fenómeno multidimensional
donde coexisten aspectos sanos y patológicos del funcionamiento de la personalidad y que
generan la conclusión de que estamos ante un proceso por etapas, complejo y multicausal.
Ideación suicida
El comportamiento suicida es un continuo que va desde la ideación en sus diferentes
expresiones, pasando por las amenazas, los gestos e intentos, hasta el suicidio propiamente
dicho. La presencia de cualquiera de estos indicadores (ideas, amenazas, gestos e intentos) debe
considerarse como un signo de alto riesgo en el individuo que los presenta (Beck, Sheer, y
Ranieri, 1988; González, Díaz, Ortiz, González-Forteza y González, 2000; Serrano y Flores,
2005).
Como menciona Eguiluz (1995; 2003), cuando se habla de conductas suicidas no solo se refiere
al suicidio consumado, sino también a la ideación suicida, a las amenazas o a las tentativas. La
mayoría de autores coinciden en considerar estas conductas como un continuo. Desde esta
perspectiva jerárquica, la ideación suicida constituye el primer eslabón o nivel de menor
gravedad. A continuación, y por orden de severidad, le siguen las amenazas, las tentativas de
suicidio, diferenciando entre leves y graves, y finalmente el suicidio consumado. No obstante, a
pesar de que generalmente los deseos de morir y las amenazas anteceden a las tentativas y estas
a su vez preceden en muchos casos a los suicidios consumados.
La ideación suicida ha sido definida como pensamientos de autodestrucción. Se considera que la
ideación suicida antecede tanto al intento suicida como al suicidio mismo (Osornio, 1999;
citado por Eguiluz, 2003), por consiguiente el estudio de la ideación suicida se ha convertido en
la actualidad es una forma tanto de diagnóstico como de prevención del suicidio.
Las amenazas suicidas son expresiones verbales o escritas del deseo de matarse y deben tenerse
en cuenta, pues es un error frecuente pensar:"El que lo dice, no lo hace" o "El que se mata, no
avisa que lo va a hacer". Cuando la amenaza ocurre teniendo los medios disponibles para su
realización, pero sin llevarla a cabo, se considera por algunos como gesto suicida (tener las
pastillas en la mano sin tomarlas) y nunca debe ser minimizado ni valorado despectivamente
como "un alarde".
Varios autores coinciden en que la ideación suicida puede variar en tipos y grados, desde
simplemente el deseo de morir, pero sin una planeación específica de cómo lograrlo, hasta el
deseo de morir de una forma particular, con cierto instrumento, en determinado lugar, esta
última manifestación como puede observarse está orientada por acciones muy concretas
(Eguiluz; 2003).
Por otra parte, la ideación suicida es un fenómeno muy habitual durante la infancia y la
adolescencia. Tal es la magnitud de su prevalencia en niños y adolescentes, que en algunos
países, como por ejemplo Estados Unidos, ya empiezan a considerarla como algo normal
(Canino, 1999; citado por Eguiluz, 2003). Y es que ciertamente las cifras que se aportan son muy
elevadas. Según una revisión realizada por Diekstra, Kienhorst y Wilde (1995; citado por
Eguiluz; 2003) entre el 15% y el 53% de los adolescentes habrían deseado alguna vez morir
(González-Forteza, Velàzquez y Escalera, 2002; Spirito y Overholzer, 2003).
Para muchos adolescentes que intentan suicidarse, un factor mediador clave que diferencia la
ideación del comportamiento suicida parece ser el grado de desesperanza resultante de
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acontecimientos crónicos. (Elster y Kuztnets, 1995). Así mismo Clum y cols (citado por
Gonzalez-Forteza, Borges, Gómez y Jimenez, 1996) proponen que la ideación y el riesgo suicida
se incrementa cuando una persona con baja capacidad de enfrentamiento o rigidez cognoscitiva,
vive situaciones estresantes que le producen sentimientos de depresión, desesperanza y
conductas suicidas.
Taylor (2006), considera que el hecho de preguntar a un adolescente sobre sus pensamientos
suicidas, no desencadena una conducta suicida, ya que la mayoría de los adolescentes se sienten
aliviados al comprobar, que alguien se preocupa lo bastante de ellos como para preguntarles,
además de que escucha su súplica silenciosa en la que pide ayuda.
En cuanto a la medición de la ideación suicida, Mondragón, Borges y Gutiérrez (2001)
mencionan que en aún más compleja y diversa en lo que respecta a instrumentos, a su
temporalidad y a los puntos de corte utilizados por los investigadores para designar los casos de
ideación suicida.
González-Forteza, García, Medina-Mora y Sánchez (1998) analizaron la ideación suicida en
1890 estudiantes universitarios de la ciudad de México, para identificar variables tanto
predictoras como de riesgo de la ideación suicida. Los resultados de éste estudio muestra que los
síntomas de ideación suicida oscilaron entre 27% y 30% de los universitarios. La autoestima
resultó ser la variable predictora de protección, las variables predictoras de riesgo fueron el
estrés psicosocial y sus consecuencias emocionales.
En otro estudio Mondragón, Saltijeral, Bimbela y Borges (1998) mostraron que la ideación
suicida es un síntoma que refleja un conflicto interno relacionado con la desesperanza y la
depresión, al igual que con el consumo de drogas y alcohol, lo que demuestra la necesidad de
crear programas de prevención para el suicidio y más específicamente para la ideación suicida.
Mondragón, Borges y Gutiérrez (2001) con el fin de obtener datos más precisos sobre el intento
y la ideación suicida en la población mexicana, elaboraron un análisis de los resultados de varios
estudios en diferentes poblaciones de México en los que se utilizaron diferentes metodologías e
instrumentos, mediante encuestas representativas de muestras de hogares y escuelas, así como
estudios en escenarios clínicos. Encontrando que la prevalencia de ideación suicida es similar a
las observadas en otros países, por ejemplo, las prevalencias internacionales de la ideación
suicida va desde 3.4% hasta 52.9% en los adolescentes y en los adultos, mientras que en México
el rango es de 1% a 40% en los mismos grupos, siendo más elevadas en la población adolescente
que en la edad adulta.
Método
El objetivo es describir las estrategias de afrontamiento que utilizan los adolescentes y su
ideación suicida. Es un estudio descriptivo (Hernández, Fernández y Baptista, 2003)
La etapa de la adolescencia implica una gran cantidad de cambios y responsabilidades que
pueden generar conflictos, contradicciones y crisis, que pueden se percibidos como estrés. Los
estilos de afrontamiento dependerán entre otras variables de sus recursos personales y sociales.
Habitualmente los adolescentes, son considerados como inmaduros e impulsivos, por actuar de
forma irreflexiva, en la toma de decisiones que tendrán un valor determinante en sus vidas.
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Es por esto que los adolescentes son un grupo muy vulnerable, para cometer el suicidio, porque
tanto la presión social como su temor a crecer facilitan el hecho de desarrollar conductas
desadaptadas, más aún si en su entorno perciben un ambiente hostil y rechazante.
Son estos factores los factores de riesgo que estimulan la conducta suicida, pero ésta puede ser
prevenida si se detecta a tiempo, ya que el suicidio sigue un proceso, en el que la persona
normalmente manifiesta sus intenciones, proporcionando diversas claves antes de la ejecución
del plan suicida.
Guibert, (2002) considera que la desesperanza es el mejor predictor del suicidio, ya que muchas
personas son capaces de soportar el dolor psicológico, si esperan algo importante en el futuro,
pero los suicidas potenciales son los que tienen sentimientos de desesperanza e impotencia
(Frydenberg, 2002).
Así mismo Beck (citado, en Ros Montalbán, 1999), menciona que las ideas de suicidio también
pueden interpretarse como una expresión extrema de un deseo de escapar a aquellos problemas
o situaciones que parecen intolerables, además de no tener solución.
Por último cabe mencionar, lo que opina Quintanar, (2007) al respecto, ya que dice que en
México la distribución demográfica pone de manifiesto la necesidad de orientar la investigación
y las estrategias de prevención, hacia los problemas propios de niños y adolescentes.
Teniendo en cuenta lo anterior se formulan las preguntas de investigación:
¿Cuáles son las estrategias de afrontamiento que más utilizan los adolescentes del Albergue
Temporal Infantil?
¿Cuál es el nivel de ideación suicida en los adolescentes del Albergue Temporal Infantil?
Definición de variables
Estrategias de afrontamiento son aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente
cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas e internas que
son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo. (Lazarus y
Folkman, 1986)
Ideación suicida: son aquellos pensamientos intrusivos y repetitivos sobre la muerte
autoinfringida, sobre las formas deseadas de morir y sobre los objetos, circunstancias y
condiciones en que se propone morir. (Eguiluz, 1995a)
Muestra
La presente investigación se llevará a cabo en el Albergue Temporal Infantil (ATI) en la ciudad
de Toluca. Se utilizo una muestra no probabilística de tipo intencional, que estuvo conformada
por 36 sujetos. Los adolescentes tuvieron un rango de edad de 12 a 17 años.
Las casas-hogar son refugio para infantes víctimas de abandono, vejación y maltrato por parte
de sus propios familiares; son hijos de padre o madre solteros, adictos, alcohólicos, prostitutas o
porque sus padres se están separando o trabajan hasta diez horas diarias y no los pueden
atender. Las casas-hogar, orfanatos o albergues infantiles son instituciones que tienen, en
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teoría, la encomienda de brindar asistencia y protección a los menores de edad que se
encuentran en situación de abandono, conflicto, daño o peligro
Instrumentos
- la Escala Multidimensional de Evaluación de las Respuestas Generales de Afrontamiento
COPE, desarrollada por Carver, Scheier y Weintraub (1989) para valorar las respuestas de
afrontamiento ante situaciones de éstres, una evaluación situacional de las estrategias de
afrontamiento.
Se calculó la confiabilidad del test de dos formas, el coeficiente alpha de Cronbach y el
procedimiento test-retest. Por el primero, encontraron coeficientes que varían entre 0.45 y 0.92;
y por el segundo, con un intervalo de 8 semanas entre ambas aplicaciones, hallaron valores que
van de 0.46 a 0.86.
Las subescalas explican un 53% de la varianza. El alpha de Cronbach de los factores oscila entre
el .60 y .93.
El cuestionario COPE consta de 60 ítems, el puntaje por ítem oscila entre 1 (Nunca) y 4
(Siempre) puntos. Por escala, el puntaje fluctúa entre 4 y 16 puntos. Se asume que las estrategias
de afrontamiento utilizadas serían aquellas en las que se obtienen los puntajes más altos
(Bonilla y Balcàzar, 2009).
- Escala de desesperanza de Córdova, Rosales y Eguiluz (2005) para medir el grado de
desesperanza, también puede servir como predictor de suicidio.
Se llevó a cabo el cálculo de la validez de criterio. El criterio empleado fue la Escala de
Desesperanza de Beck. El cálculo de la validez de criterio se llevó a cabo mediante el coeficiente
de correlación de Pearson encontrando que fue significativa (r= o.44, p <.002). Confiabilidad:
0.84
Se evalúa con un escalamiento de tipo Likert de 5 opciones que van desde 1(siempre), 2
(frecuentemente), 3 (a veces), 4 (casi nunca), hasta el 5 (nunca), donde a mayor puntaje más
indicios de desesperanza (Morales y Sànchez-Armass, 2009).
- Escala de suicidalidad de Okasha, Lotaif y Sadek, (1981) para discriminar entre ideas suicidas
con o sin riesgo de intento suicida.
La escala obtuvo adecuada homogeneidad (correlaciones ítem-total corregido: r = 0,76 ítems 1 y
3; r = 0,82 ítem 2); discrimina entre adolescentes que han intentado suicidarse y aquellos que
no (Wald de
(1) = 1,53, p < 0,001; coeficiente b = 0,66; odds ratio = 1,94 (IC 95%: 1,75-2,16)).
Confiabilidad: de 0.76 y 0.89
Para cada ítem existen cuatro posibles respuestas: nunca, casi nunca, algunas veces, muchas
veces. Las respuestas son referidas a los últimos 12 meses.
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Las respuestas de los ítems de ideas suicidas se recogen en una escala de frecuencia de
categorías que se puntúa de 0 a 3 puntos para cada ítem: nunca, casi nunca, algunas veces,
muchas veces. La sumatoria de estos tres ítems conforma el subpuntaje de ideación suicida, que
puede oscilar entre 0 y 9 puntos.
El ítem de intento de suicidio también se puntúa de 0 a 3 puntos según el número de intentos de
suicidio: ningún intento, un intento, dos intentos, tres o más intentos.
La puntuación total de la escala de suicidalidad se obtiene sumando el subpuntaje de ideación
suicida más el puntaje del ítem de intento de suicidio.
La suma total puede oscilar entre 0 y 12 puntos. A mayor puntuación mayor gravedad.
Para discriminar entre ideas suicidas con o sin riesgo de intento de suicidio se calculó el punto
de corte de ideación suicida. Para este análisis se empleó el puntaje de la subescala de ideación
suicida (suma de ítem 1, 2 y 3) (Salvo, Melipillan y Castro, 2009).
Resultados
En la tabla No. 1, se muestra que el 55.6 % de los adolescentes que participaron en la
investigación son de sexo femenino y el 44.4% pertenecen al sexo masculino.
TABLA 1. Sexo de los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
SEXO
FRECUENCIA
%
Masculino
16
44.4
Femenino
20
55.6
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
En la tabla No. 2, se puede observar que un poco más de la mitad de los adolescentes que
participaron como parte de la muestra tienen 12 años y en menor parte, se encontraron
participantes de mayor edad.
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TABLA 2. Edad de los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
EDAD
FRECUENCIA
%
12 años
19
52.8
13 años
6
16.7
14 años
5
13.9
15 años
4
11.1
17 años
2
5.6
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
En la tabla No. 3 se muestra claramente que la mayoría de los adolescentes que participaron en
la muestra, solamente cuentan con escolaridad de primaria. Y solamente el 13.9 % de la muestra
tenía nivel de escolaridad de secundaria.
TABLA 3. Escolaridad de los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
ESCOLARIDAD
FRECUENCIA
%
Primaria
31
86.1
Secundaria
5
13.9
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
En la tabla No. 4 se pueden ver las puntuaciones obtenidas, en la media y desviación estándar
del instrumento COPE aplicado para identificar las estrategias de afrontamiento que más
utilizan los adolescentes del Albergue Temporal Infantil.
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TABLA 4. Estrategias de afrontamiento de los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
ESTRATEGIA
x
Búsqueda de apoyo
2.26
.93
Religión
3.15
1.95
Humor
1.61
.76
Consumo de alcohol
1.13
.47
Planificación
2.17
.62
Abandono de esfuerzos
2.31
.637
Centrarse en las emociones
2.18
.73
Aceptación
2.32
.73
Negación
2.04
.52
Refrenar el afrontamiento
2.16
.59
Concentrarse en los esfuerzos
2.19
.61
Crecimiento personal
2.36
.78
Reinterpretación
2.22
.88
Actividades distractoras
2.38
.63
Evadirse
2.01
.63
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
En la tabla No. 5 se muestran las estrategias de afrontamiento que más utilizan los adolescentes
del Albergue Temporal Infantil. La más utilizada es la religión, seguida por las actividades
distractoras, el crecimiento personal, la aceptación y el abandono de esfuerzos.
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TABLA 5. Estrategias de afrontamiento más utilizadas por los adolescentes del Albergue
Temporal Infantil
ESTRATEGIA
X
Búsqueda de apoyo
2.26
Religión
3.15
Planificación
2.17
Abandono de esfuerzos
2.31
Centrarse en las emociones
2.18
Aceptación
2.32
Concentrarse en los esfuerzos
2.19
Crecimiento personal
2.36
Reinterpretación
2.22
Actividades distractoras
2.38
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
En la tabla no. 6 se muestran las puntuaciones obtenidas en la media y desviación estándar del
instrumento de Desesperanza.
TABLA 6. Desesperanza en los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
VARIABLE
-
X
Desesperanza
40.16
6.60
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
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En la tabla No. 7 se señala el número de participantes que se encuentran en cada uno de los
grados de desesperanza, marcado con mayor puntuación el nivel medio.
TABLA 7. Grado de desesperanza de los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
GRADO
FRECUENCIA
%
Alto
3
8.3
Medio
33
91.6
Bajo
0
0
FUENTE: Elaboró G.A.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
En la tabla No. 8 se exponen los resultados de la media y desviación estándar del instrumento de
suicidalidad.
TABLA 8. Sucidalidad de los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
GRADO
-
X
Suicidalidad
7.19
3.2
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010.
En la tabla No. 9 se marca el grado de suicidalidad, señalando que la mayoría de los
participantes se encuentra en grado medio y bajo y sólo un 11.1 % se encuentra en un nivel de
suicidalidad alto.
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TABLA 9. Grado de suicidalidad de los adolescentes del Albergue Temporal Infantil
GRADO
FRECUENCIA
%
Alto
4
11.1
Medio
21
58.3
Bajo
11
30.5
FUENTE: Elaboró A.G.G. Instrumento aplicado en el Albergue Temporal infantil, 2010
Discusión
Con respecto a los resultados obtenidos en esta investigación, se retoma lo que dicen Casullo y
Fernández-Liporance (2001; citado en Bonilla y Balcázar, 2009) acerca de la información que
brindan las estrategias de afrontamiento en el adolescente, ya que permiten interpretar sus
sentimientos, ideas y conductas. Las personas utilizan el afrontamiento para resolver
situaciones problemáticas y reducir las tensiones que ellas generan.
De la misma forma Oblitas (2005; citado en Garay, Farfán y Moysén, 2010) menciona que las
estrategias de afrontamiento son una forma de manejar el estrés con una finalidad adaptativa.
Son aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan
para manejar las demandas específicas externas e internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo. Es extraer recursos cuando no hay recursos, el sacar
fuerzas de flaqueza, el salir adelante de la mejor manera posible.
Las estrategias más utilizadas por los adolescentes del Albergue Temporal Infantil, fue la
religión, seguida de actividades distractoras, crecimiento personal, la aceptación y el abandono
de esfuerzos, que corresponden a lo que mencionan como estrategias de afrontamiento pasivo
que se basa en no hacer nada directamente sobre la situación, sino simplemente esperar a que
cambien las condiciones.
Aunque las estrategias pasivas pueden estar asociadas con los recursos de afrontamiento como
determinantes de la forma de afrontar una situación estresante y así mismo de las limitaciones
que dificulten el uso de estos recursos en el contexto de una interacción determinada. La
mayoría de los adolescentes que participaron en esta investigación no tienen los recursos
materiales, ni el apoyo social, por mencionar algunos recursos, que les podrían ayudar a adoptar
un estilo más activo en el que buscaran la solución a sus problemas, ya que ellos provienen de
familias desintegradas. La importancia de los recursos familiares es importante para desarrollar
estrategias funcionales y positivas (Taylor, 2006; Valadez-Figueroa, Amezcua-Fernández,
Quintanilla-Montoya y González-Gallegos, 2005; Vìrseda, Gurrola, Blacazar y Bonilla, 2009).
Otra variable que puede estar determinando este estilo es la escolaridad, que solamente llega al
nivel de primaria en la mayoría de los sujetos participantes. Con relación a esto, Gavira et.al
(2006; citados en Bonilla y Balcázar, 2009) señalan que el grado de aprovechamiento
académico ayuda a explicar que se adquieran determinados estilos de afrontamiento,
condiciones que tienen una clara influencia en la forma de percibir, sentir, pensar, comportarse
y afrontar los problemas.
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Se considera que el hecho de utilizar estrategias de afrontamiento no garantiza, que se produzca
algo positivo, incluso aunque se elimine el estresor, porque al usar el afrontamiento hay algunas
consecuencias como son: fatiga, sobregeneralización y efectos secundarios del propio
afrontamiento.
Los resultados obtenidos en esta investigación son contradictorios a lo que plantean Balcazar y
Bonilla (2009), ya que ellas mencionan que las estrategias a las que mayormente recurren los
jóvenes para enfrentar las situaciones que provocan estrés son la obtención del apoyo social,
búsqueda de soluciones de forma planeada, concentrándose en enfrentar el problema a través
de un plan de acción.
De acuerdo a las dos funciones que proponen Lazarus y Folkman (1986), tomando en cuenta las
estrategias utilizadas por los adolescentes que participaron en la muestra, se puede considerar
que cumplen con la función dirigida a la emoción porque sus procesos cognitivos están
encargados de disminuir el grado de trastorno emocional, pero que esos mismos procesos que
cambian de significado una situación estresante, no cambian la realidad y de allí que surja la
autodecepción.
Las estrategias centradas en la emoción, parecen relacionarse con la ansiedad y depresión,
mientras que consideran que las funciones dirigidas al problema están relacionadas con
resultados más positivos; sin embargo en los resultados obtenidos se puede observar que
únicamente la minoría de la muestra utiliza este tipo de estrategias.
En cuanto a la exploración del grado de suicidalidad de los adolescentes, del Albergue Temporal
Infantil, se encontró que la mayoría de ellos están en un nivel medio de ideación suicida y
también de desesperanza. No obstante como lo señala Osorio (1999, citado por Eguiluz, 2003)
la ideación suicida antecede tanto al intento como al suicidio mismo, por lo tanto se puede
considerar como una forma de diagnóstico y prevención para el suicidio.
Cabe enfatizar lo que menciona Jacobs (1971, citado en Coleman, 1994) pues refiere cuatro
probables estadios dentro del desarrollo del comportamiento suicida: el primero son
prolongados antecedentes de problemas, el segundo es un período de aumento de problemas, el
tercero es el progresivo fracaso de las técnicas existentes de enfrentamiento con los problemas
ya viejos, y un aumento de problemas nuevos, que conducen a la persona a un aislamiento, cada
vez mayor en las relaciones significativas para él y el cuarto que es la fase final, en la cual existe
una disolución, en forma de reacción en cadena, de toda especie de relaciones sociales, durante
las semanas y los días que preceden a la tentativa de suicidio. Se podría decir que los resultados
del presente estudio concuerdan con la tercera fase de ese proceso mencionado.
Tomando en cuenta que los adolescentes de nuestra muestra se encuentran inmersos en una
situación que conlleva varias circunstancias que pueden ser causantes de un acto suicida, ya que
como consideran, Tomás, Gastaminza, Bielsa, Carlson y Abbot (citados en Ros Montalbán, 1997)
en el caso de la conducta infanto-juvenil, pueden considerase como indicadores de alto riesgo
los siguientes: la baja predictibilidad del acto, mecanismos de afrontamiento como juicio pobre,
escaso control de impulsos, alta desesperanza, comunicación pobre y ambivalente, alto estrés
ambiental, persistencia de ideas de muerte o autolíticas, e inadecuado apoyo.
Varios autores como Ros Montalbán (1997), Schneidman (1985, citado por Slaikeu, 1999), Reyes
y Zubiria (1999, citados por Quintanar, 2007) por mencionar algunos, consideran a la
desesperanza como un sentimiento reiterado en personas que han llevado a cabo un acto suicida
o un suicidio consumado, por lo que se optó por medir este constructo con el fin de comparar su
nivel, con el nivel de suicidalidad. Pero en ambos la muestra participante manifestó que se
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encuentra en un nivel intermedio en ambas variables y solamente una minoría se encuentra en
un grado elevado, que se puede considerar con cierto riesgo de cometer algún acto suicida.
Para Slaikeu (1999), la evaluación de la peligrosidad del comportamiento suicida, debe incluir
tres variables que son: el plan, intentos previos y la voluntad de hacer uso de recursos externos,
en cuanto a estos indicadores de peligrosidad sólo una pequeña porción de la muestra había
llegado ha tener intento de suicidio y obviamente se encuentra en un nivel de alta peligrosidad,
porque no cuentan con alguna red de apoyo que los ayude a salir adelante.
El comportamiento suicida es un continuo que va desde la ideación en sus diferentes
expresiones, pasando por las amenazas, los gestos e intentos, hasta el suicidio propiamente
dicho, ya que la presencia de cualquiera de los indicadores mencionados anteriormente debe
considerarse como un signo de alto riesgo en el individuo que los presenta.
De la totalidad de la muestra, solamente 11% presentó un nivel alto de suicidalidad, que puede
estar relacionado con el mismo porcentaje que obtuvo un grado de desesperanza alto, porque
como lo indican Elster y Kuztnets (1995), para muchos adolescentes que intentan suicidarse, un
factor mediador clave que diferencia la ideación, del comportamiento suicida parece ser el grado
de desesperanza, resultante de acontecimientos crónicos desgastantes.
Así mismo Clum y cols (citado por GonzálezForteza et.al., 1996) proponen que la ideación y el
riesgo suicida se incrementa cuando una persona con baja capacidad de enfrentamiento o
rigidez cognoscitiva, vive situaciones estresantes que le producen sentimientos de depresión,
desesperanza y conductas suicidas.
Del mismo modo Quintanar (2007), afirma que en México se observa un incremento de suicidas
en la población más joven, en comparación con años anteriores. Muchos de estos casos tienen
antecedentes de violencia familiar, abandono, abuso sexual incluso adicciones.
Conclusiones
Cuando un adolescente no cuenta con los recursos necesarios, para afrontar una situación que le
está generando estrés, lo más probable es que en lugar de enfrentar el problema buscando la
solución, va a adoptar una estrategia pasiva, en el que intente evitar o distraerse con otro tipo de
actividades.
Al tomar en cuenta que la adolescencia es una etapa en la que el adolescente, además de definir
su identidad y elaborar su proyecto de vida, muchas veces tiene que enfrentar varias situaciones
conflictivas, en su núcleo familiar que lo desestabilizan como lo es, la desintegración de este
grupo del que necesita el apoyo y comprensión para poder enfrentar los diversos contextos en
los que se encuentra inmerso.
Como lo mencionan varios autores la medición de la conducta suicida, resulta muy compleja y
diversa ya que existen numerosos instrumentos, que han sido diseñados para este fin, por eso es
importante realizar estudios y diseñar medidas adaptadas a la población mexicana.
Aunque el hecho de indagar sobre un tema tan polémico, causa ciertas reacciones negativas, se
debe tomar en cuenta que el hecho de preguntar a un adolescente sobre sus pensamientos
suicidas, no va a desencadenar en él una conducta de este tipo sino todo lo contrario, porque le
ayuda en gran parte que alguien esté dispuesto a escuchar lo que nadie le deja expresar.
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Si bien varios autores mencionan, como hemos descrito anteriormente, que es normal que los
adolescentes tengan ideas de muerte, es de suma importancia que se tenga cuidado cuando se
encuentran con ciertos factores de riesgo, porque entonces pueden desencadenar en un acto
suicida.
La depresión puede ser confundida con los síntomas que presentan las personas con tendencias
suicidas, por lo que debe estar muy alerta para no confundir diagnósticos y de esta manera
brindar otro tipo de apoyo, que no ayude a la persona de la manera adecuada.
Como se ha señalado reiteradamente la conducta suicida abarca un amplio, repertorio de
comportamientos que dan señales de que la persona se encuentra en riesgo, por lo que no se
deben tomar todas estas señales como meros chantajes, sino como indicadores de una conducta
suicida, que se puede prevenir. Para la prevención es importante igualmente el desarrollo de
factores protectores.
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Trabajo seleccionado para su publicación en la revista Psicologia.com, de entre los presentados al XII
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Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Vírseda Heras JA, Amado García G, Bonilla Muñoz MP, Gurrola Peña GM. Afrontamiento e
ideación suicida en adolescentes. Psicologia.com [Internet]. 2011 [citado 21 Jul 2011]; 15:16.
Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/4065
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