La utilidad terapéutica de la literatura en salud mental.
Al realizar la historia clínica, solemos preguntar a los pacientes qué aficiones tienen. No es inusual que nos digan que les gusta leer. En ese momento, se ilumina algo en tu cerebro y piensas que ese dato es saludable y positivo. Algo parecido a ese click que haces cuando lees un libro y levantas la cabeza ante un fragmento que te hace reflexionar. Se puede optar por seguir la entrevista clínica explorando si lleva tiempo sin leer o si se nota más descentrado para discriminar ante qué problema de salud mental nos encontramos. Pero esta afición a la lectura también puede ser terapéutica, y no sólo diagnóstica.
Como dice Guillermo Lahera, Profesor Titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá: “la literatura es una poderosa herramienta en psicoterapia, una fuente generadora de significado”. Cuando uno viene a terapia, dice Guillermo, su idea de realidad constituye una narrativa saturada. El objetivo en terapia es expandir su discurso y abrirle a un nuevo marco de significado que le ayude a comprender los hechos de otra forma. Y, para este propósito, las recomendaciones literarias son enormemente útiles, porque, como sabemos, el lenguaje estructura la psique.
La biblioterapia puede ser empleada en diferentes problemas de salud o enfermedades y es frecuente su uso en trastornos de salud mental. Hace unos años, la iniciativa británica Reading Well Books on Prescription obtuvo una amplia aceptación por parte de los clínicos y de los pacientes. En España, se han llevado a cabo proyectos similares, como el proyecto Biblioterapia-Lecturas saludables, promovido por la Consellería de Sanidad de la Xunta de Galicia. Da la posibilidad de elegir entre un listado estructurado de libros, divididos por áreas de interés o temáticas. También tenemos el ejemplo reciente de la biblioteca Resistiré de Ifema que sirvió para que varias enfermeras ofrecieran un punto de lectura para hacer más llevadera la estancia de los pacientes y disminuir los sentimientos de soledad.
Según Guillermo Lahera, podemos sistematizar las recomendaciones literarias en cuatro tipos (https://www.youtube.com/watch?v=qW0D6cU1NjY):
El primero es lo que significa autoayuda. En este perfil de libros, tendríamos los más generales y optimistas que orientan hacia problemas inespecíficos, como inseguridad, problemas de autoestima o asertividad. Están dirigidos a un público amplio y son muy demandados en el mundo empresarial. Existen otro tipo de libros autoayuda más “atemporales”. Por ejemplo, los textos de los escritores clásicos como los estoicos (El Arte de Mantener La Calma, de Séneca o Meditaciones, de Marco Aurelio). Estos libros van enfocados a conseguir una mayor aceptación de la realidad, ya que enfatizan que la clave no es cuánto vivir sino cómo hacerlo. Se trata de libros cuya reflexión ética resulta beneficiosa y útil para conseguir una mayor serenidad interior. Libros actuales como El arte de la fuga, de José Ángel González Sainz también defienden este propósito de no dejarse perturbar. Hay otro tipo de manuales de autoayuda terapéutica, como los de Carmen Pastor y Juan Sevilla, que favorecen la gestión del propio trastorno con pautas de comportamiento muy útiles.
Un segundo perfil de libros sería aquellos técnicos, informativos y literarios sobre el trastorno que padece el paciente (Ansiedad, de S. Stossel; Una mente inquieta, de K. Jamison sobre el trastorno bipolar; o Esa visible oscuridad, de W. Styron sobre la depresión). Se podrían recomendar especialmente su lectura en un momento de estabilidad clínica o de remisión de síntomas. Son un testimonio de esperanza.
Un tercer perfil de libros sería aquellos orientados al momento vital que vive el paciente (Manual de Remedios literarios. Cómo curarnos con libros, de Ella Berthoud y Susan Elderkin). Se trata de un vademécum de obras para ayudar a curar todo tipo de dolencias como, por ejemplo, el duelo, una separación matrimonial o un despido del trabajo.
Un cuarto perfil de libros podría ayudar a los pacientes cuando están más bloqueados, al servirles de ventana a sus fantasías y preocupaciones. Nos ayudan a improvisar en terapia. La premisa es que, con la ayuda del terapeuta, cada paciente interpreta la obra según sus propios deseos y temores, a modo de “pantalla” de su propio malestar. Se pueden comentar obras como Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro o La Carretera de McCarthy, pero en realidad cualquier obra literaria de calidad puede servir como “percha” literaria.
Pero este interés por utilizar la literatura no va sólo orientado a estimular la capacidad creativa, aumentar el insight o paliar la necesidad de consuelo de los pacientes; sino que cada vez son más los profesionales sanitarios sensibilizados en reivindicar la utilidad de la literatura y de las humanidades en su propia formación. Lo reclaman la médico chilena especializada en medicina narrativa, Pamela Jofré, en su libro Humanismo para la salud o la médico Mónica Lalanda a través del movimiento medicina gráfica en español (https://medicinagrafica.wordpress.com/). Estas competencias son las que nos ayudan a conocer en mayor profundidad las necesidades emocionales de los pacientes.
El incremento de la incidencia en sintomatología ansioso-depresiva, insomnio y estrés ha alertado a los expertos sanitarios ante la búsqueda de soluciones que mitiguen los problemas de salud mental de parte de la población. Esta alarma social obliga a apostar por iniciativas como la de hacer recomendaciones literarias por parte de los profesionales sanitarios. La clave del éxito terapéutico, como hemos visto, es que la lectura sea elegida conjuntamente entre el paciente y el profesional, tratando de ajustarse a su trastorno, características clínicas o a su momento vital.
Del mismo modo, sería adecuado disponer de personas que pongan en marcha talleres de lectura en los Centros de Salud Mental, como el que lleva a cabo Silvia García Estaban de https://www.elsitiodelaspalabras.es/. Y por supuesto, contar con los bibliotecarios de los hospitales para que los libros lleguen más fácilmente a los pacientes.
Como decía Almudena Grandes: “La cultura es un ingrediente de la felicidad”. Tenemos un momento propicio para aconsejar lecturas que nos ayuden a reconstruir el mundo y sanar el alma.
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