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Callar o seducir: Hay gran cantidad de mercados del deseo, pautas que rigen las causas finales, materiales eficientes y formales de cada imagen que se cotizan en el juego y la apuesta del valor de una mirada. Hay cientos de juegos de greguerías y regadero de pólvora universal, denuedo y mansedumbre. Las prácticas y enmiendas del ejercicio psiquiátrico muestran de soslayo el mendaz tráfico de conceptos y de profecías. El futuro no se predice sino que se produce, es decir se construye de la mano y al encuentro con el otro. Heidegger aplicado. A veces ocurren modos que resienten la estabilidad de la vida y las personas van a desgraciarse en un desmadre del destino, que se limita a una resolución abstracta de un conflicto. Una paciente culta refiere que sueña decirle a su amigo: miro esa parte de tu cuerpo como si fuese un objeto, de consumo y de placer y con una lupa lo extiendo para dilatar nuestro tiempo. Me impresiono y resiento lo que puedo exagerar, a causa de una modesta hipnosis verbal que detesto, como también rechazo el gusto aciago y pueril, el gusto cool por lo austero, lo pobre y rajante, lo cutre y kitsch, porque se ha incluido en las reglas del mercado el valor del tiempo que a mi edad lo es todo. Golpea como una cruel venganza de lo que fue, la desgracia de un jamás sido, o permanecido, a los pies de la esfinge. Cae de cabeza Edipo y tú respondes al mirar con tenaz persistencia. Esto es Heidegger, y no Kant. Los diferencio porque una obra de teatro me remonta al hechizo de una simple frase. Es la obra del mundo del teatro.