La literatura científica sitúa a España entre el tercer y el quinto lugar respecto al consumo de alcohol en el mundo. Se puede considerar bebedores de riesgo a un 2-7% de la población (el 50% dependientes).
La intoxicación etílica aguda es el trastorno orgánico más común inducido por el alcohol y la intoxicación aguda más frecuente en nuestro medio; la aparición de cuadros psicóticos agudos es una posible complicación que conlleva una alteración de las funciones psíquicas superiores y, en consecuencia, una mayor exigencia de cuidado y custodia a la institución que asiste al paciente.
Asimismo, el consumo de alcohol condiciona diferentes grados de desinhibición conductual, y es reconocido internacionalmente como un factor criminógeno de primer orden (presente hasta en 4 de cada 10 conductas delictivas penadas). Ocasiona innegables repercusiones médico-legales, potenciadas si aparecen síntomas psicóticos asociados, que fomentan el debate sobre el tratamiento ambulatorio involuntario de estos pacientes.