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Darwinismo y Psiquiatría.

Fecha Publicación: 12/07/2010
Autor/autores: Julio Sanjuan


Área temática: .

Darwinismo y Psiquiatría
FUENTE: PSIQUIATRIA.COM. 2000; 4(3)

Julio Sanjuan.
Unidad de Psiquiatría.
Dpto. Medicina.
Facultad de Medicina de Valencia.
Avda. Blasco Ibañez 15 - 46010 Valencia

Resumen
"En un futuro lejano se abrirán campos para investigaciones muy importantes. La Psicología estará asentada en
nuevas bases, la adquisición gradual de cada capacidad mental. Se hará la luz en el origen del hombre y su
historia" Charles Darwin (El origen de las especies 1859)
Después de 140 años cabe preguntarse sobre que ha ocurrido con la profecía de Darwin. Desde su publicación la
teoría de la evolución ha provocado una enorme controversia. Sin embargo a pesar de sus numerosos detractores
esta teoría se considera hoy imprescindible para la Geología, la Paleontología, la Genética y la Biología.
Sin entrar en las múltiples razones históricas, científicas y políticas, que pueden justificar la pertinaz ignorancia
que la Psiquiatría oficial ha venido haciendo de la teoría de la evolución, me gustaría resaltar brevemente algunas
de las razones por las que, en mi opinión, deberíamos, los que pretendemos entender las emociones y sus
trastornos, volver la mirada hacia nuestros orígenes.
La primera razón esta en que necesitamos de un enfoque integrador para la multitud de orientaciones doctrinales.
Ya pasó el tiempo de la lucha por defender el modelo medico, el modelo social, el psicoanalítico, el cognitivo o el
sistémico. ¡Ya vale de tanta pelea provinciana! Sencillamente todos tienen algo que decir. Sin embargo el intento
más serio de integración que fue la propuesta de Engel del modelo bio-psico-social se ha quedado en una palabra
afortunada pero hueca en contenido. La teoría de la evolución da un marco que puede servir para integrar todos
estos enfoques. Permite estudiar desde los social, desde la familia, desde el individuo y desde la biología las
características que tenemos en común como especie y las que nos diferencian del resto de los animales y en
particular de nuestros primos los chimpancés (con quien, dicho sea de paso, compartimos aproximadamente el
98% del ADN).
La segunda razón es dar una salida al atolladero donde se ha metido la investigación biológica en Psiquiatría.
Sumergidos en la euforia de la revolución de las neurociencias y de la década del cerebro, pocos psiquiatras de
esta orientación quieren oír las malas noticias. Las malas noticias son que pese a toda la investigación, hasta la
fecha, no hemos encontrado ni un solo marcador biológico específico de ningún trastorno mental. La razón más
probable de este fracaso es el terco intento de dar a los diagnósticos del DSM o del CIE una validez como
fenotipos biológicos que cada vez parece más claro que no tienen. Que nadie se alarme, no se trata de hacer
ninguna negación de la realidad de la enfermedad mental, ni de cuestionar que esta asienta en un sustrato
biológico. Todo lo contrario se trata de hacer Psiquiatría Biológica con mayúsculas (no solo farmacológica). La
perspectiva evolucionista nos señala que somos ante todo animales y que como tales venimos de una larga
herencia biológica. Pero a lo largo de nuestra historia evolutiva nuestro cerebro no se ha fabricado con materiales
de nuevo diseño, ni en compartimentos estancos. Emociones como el miedo y la tristeza han persistido porque
siguen teniendo una función adaptativa. La comprensión del origen y del sentido funcional de los sistemas
neurobiologicos sobre los que asientan nuestras emociones son la única vía para buscar posibles marcadores de
estado o de rasgo de los síntomas que denominamos patológicos. En este sentido los avances de la genética
molecular y en particular el descubrimiento de los genes Hox abre una espectativas impensable hace tan solo
unos años.
La tercera razón tiene que ver con algo tan esencial en la psicopatología como es la definición de la normalidad.
Todos los diagnósticos que realizamos ahora añaden siempre el criterio de que para poder realizar el diagnostico,
los síntomas tienen que ser desadaptativos. El objetivo terapéutico es siempre (y esto es independiente de la
orientación doctrinal mejorar la adaptación del sujeto a su entorno. A pesar de que esto es tan importante,
seguimos dando prioridad a los diagnósticos del eje I y II. El enfoque evolucionista propone el eje V (grado de
adaptación social) como central en él diagnostico. Enlazando en este sentido más con la tradición psicoterapeutica
que con el modelo médico tradicional.
En estos últimos años ha habido, sobre todo en el mundo anglosajón, un interés cada vez mayor por el enfoque
evolucionista tanto en la Psicología (Buss 1999) como en la Psiquiatría (MacGuire & Troissi 1996). En castellano
acabamos de publicar una primera monografía sobre este enfoque (Sanjuan 2000) Algunos autores hacen una
especie de cruzada evangelizadora anunciando la revolución Darwinista (Steven & Price 1998). Esto tiene un
efecto, que no es nada nuevo en relación a la teorías de Darwin, de provocar descalificaciones generales de todas
estas teorías.

No se trata de haber descubierto de repente la verdad. Se trata sencillamente de recuperar, a la luz de las nuevas
aportaciones neurocientificas, los planteamientos de William James, las aportaciones de Lorenz y de la Etología.
Se trata de relacionar los avances de la psicología y la neurobiología comparada con los datos clínicos y biológicos
de los Trastornos Mentales. No se pretende por tanto borrar ni de despreciar nada. Se pretende dar un sentido
general a toda esta amalgama de datos dispersos en una teoría integradora que es a su vez la teoría que da
sentido a toda la Biología.
REFERENCIAS
Buss D (1999) Evolutionary Psychology. Allyn & Bacon. Boston McGuire M & Troissi A. (1999) Darwinian
Psychiatry. Oxford University Press. Sanjuan J. (2000) Evolución cerebral y psicopatología. Triacastela. Madrid.
Stevens A & Price J. (1996) Evolutionary Psychiatry. Routledge. London.


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