El burnout o síndrome de quemarse por el trabajo sigue siendo infradiagnosticado en la práctica clínica, aunque los estudios epidemiológicos demuestran que su prevalencia a lo largo de vida en la población general es de entre 4,2% (Maske, Riedel, Seiffert, Jacobi & Hapke, 2014) hasta 7% (Schaufeli & Enzmann, 1998). Es importante distinguir el burnout de otros conceptos parecidos tales como depresión o fatiga.
En la actualidad se suele aceptar la perspectiva psicosocial con la definición más consensuada aportada por Maslach y Jackson (Maslach & Jackson, 1981), donde se define burnout como una manifestación comportamental del estrés laboral, siempre en el contexto de una organización donde “el agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal pueden ocurrir frecuentemente entre los individuos cuyo trabajo implica atención o ayuda a personas”.