El punto de partida de este trabajo es una reflexión sobre los mitos y prejuicios que giran en torno a la vejez. Entendemos que estos prejuicios se irán modificando paralelamente a una toma de consciencia de que envejecer forma parte del proceso evolutivo y conlleva el aprendizaje de un nuevo papel en la sociedad. El primer paso para esto es comprender que las limitaciones que llegan con los años no son dolencias y que la vejez no es sinónimo de enfermedad. Es la actitud ante las pérdidas y su vivencia lo que determina que podamos aceptar y vivir de un modo más o menos saludable el paso del tiempo. Resulta de vital importancia tener en cuenta la comprensión del sentido profundo de la vejez, sobretodo su significado para el que se halla en ella, y estimar los recursos y las potencialidades que se encierran en esta etapa de la vida. Quizás la base para este cambio de actitudes ante el envejecer radicaría en educar para vivir de un modo integrado todas las etapas de la vida.