Una población representativa de la población general adulta, compuesta por 638 individuos de ambos sexos y edad superior a 17 años, fue seleccionada mediante método aleatorio-estratificado y entrevistada sobre posibles alteraciones del sueño y su intensidad. 63% informaron de alguna alteración del sueño en el mes anterior al estudio, siendo el despertar temprano la más frecuente. 21% presentaron concomitantemente las tres alteraciones del sueño estudiadas (despertar temprano, aumento de latencia de conciliación, interrupción de mantenimiento). La hiposomnia es una de las pautas de reactividad al estrés más frecuentes, afectando a 58% de la población, y esta alta vulnerabilidad de los mecanismos del sueño al estrés puede explicar en parte la alta prevalencia de alteraciones del sueño. Teniendo en cuenta la intensidad de la alteración, diferenciamos entre molestias leves o pasajeras y alteraciones severas y cronificadas. Aplicando esta dicotomía como criterio restrictivo, 16% de la población presenta algún tipo de alteración importante del sueño, y 5% insomnio severo completo, con alteración de las tres fases. Estos resultados coinciden con otros estudios epidemiológicos y con la OMS. La dificultad en establecer la prevalencia real depende, entre otras cosas, de patrones transculturales sobre la valoración subjetiva de las alteraciones del sueño como queja.