Avances en Salud Mental Relacional
Advances in Relational Mental Health
Vol. 16 - Núm. 1 - 2017
Revista Internacional On-Line / An International On-Line Journal
INICIOS DE UN GRUPO MULTIFAMILIAR EN UN SERVICIO SANITARIO
DE ATENCIÓN A LAS DROGODEPENDENCIAS EN CONTEXTO
PENITENCIARIO
MULTIFAMILY GROUP BEGINNINGS IN A HEALTH CARE SERVICE OF
DRUGADDICTION ASSISTANCE IN A PENITENCIARY CONTEXT
Oriol Torrents Guitart (Psicólogo del Centro de Atención y Seguimiento a las
Drogodependencias del Centro Penitenciario Brians 2. Fundación salud y Comunidad)
Noemí Aznar Serra (Médico del Centro de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias del
Centro Penitenciario Brians 2 (2010-2015). Fundación Salud y Comunidad)
orioltg2@hotmail.com
nit147@hotmail.com
RESUMEN
El objetivo del presente estudio es acercar al lector el trabajo realizado hasta el momento para
incorporar un Grupo Multifamiliar (GMF) en un servicio sanitario de atención a las drogodependencias
en prisión, así como los aspectos técnicos utilizados para su desarrollo y los primeros resultados
observados tras su inicial implantación. El GMF se realiza una vez al mes en una sesión de dos horas
de duración y está compuesto por pacientes con conciencia de problema en relación a la conducta
adictiva que realizan un trabajo de acompañamiento psicoterapéutico grupal, sus referentes familiares
y dos coterapeutas. Los resultados obtenidos hasta el momento nos han permitido detectar diferentes
fenómenos como las relaciones vinculares patógenas, múltiples identificaciones que se producen en
estos espacios, las resistencias en ambos participantes del grupo (pacientes y familiares), así como
otros fenómeno llamativos condicionados por el contexto en el que se produce la psicoterapia grupal,
un centro penitenciario. Al final del trabajo, se muestran las primeras conclusiones preliminares que
parecen indicar que el grupo multifamiliar es un buen método para tratar a pacientes y familiares en
contexto penitenciario.
Palabras clave: Grupo multifamiliar, grupo-análisis, adicciones, contexto penitenciario.
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ABSTRACT
The aim of the present study is to bring the reader to the work made so far to introduce a Multifamily
Group (MFG) in a health care service of drugaddiction assistance in prison, as well as to the technical
aspects used for its development and the first results observed after its initial implementation. The
MFG is performed once a month in a two hour long session and it is composed of patients aware of a
problem related to an addictive behavior who attend to a psicotherapy group, their family members
of reference and two cotherapists. The results obtained so far allowed us to detect different
phenomena as pathological relationships, several identifications taking place in these groups, the
resistances in both attendees (patients and relatives), as well as other remarkable phenomena
conditioned for the context where de psicotherapy group takes place, a penitentiary center. At the
end of the work, the first preliminary conclusions are shown, which point out that the MFG is a suitable
method to treat patients and relatives in a penitentiary context.
Key words: Multifamily group, groupanalysis, addictions, penitentiary context.
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo nace con la intención de explicar al lector el recorrido realizado para poder
desarrollar una nueva propuesta terapéutica en un servicio de atención a las drogodependencias y los
primeros resultados tras su implantación dentro de un Centro Penitenciario. Este espacio recibe el
nombre de Grupo Multifamiliar (GMF) y está destinado a aquellos usuarios del recurso que ya reciben
acompañamiento psicológico grupal por parte del servicio denominado Centro de Atención y
Seguimiento (CAS) del Centro Penitenciario Brians 2.
La metodología teórica en la que se fundamenta del abordaje terapéutico proviene del Grupo-análisis,
y consiste en sesiones mensuales donde se produce la incorporación de familiares de los pacientes
junto con los pacientes en un mismo espacio de psicoterapia.
A modo de ubicar al lector se procede a describir el servicio asistencial donde se realiza el Grupo
Multifamiliar. El servicio CAS es un dispositivo sanitario y ambulatorio que realiza un trabajo de
acompañamiento terapéutico a personas con problemas adictivos a las sustancias des de una
perspectiva de abordaje biopsicosocial. El CAS lo forma un equipo multidisciplinar que ofrece
información, orientación, tratamiento y acompañamiento a las personas del con problemática adictiva,
tanto desde el formato individual como grupal. La vinculación del paciente a este servicio es voluntaria
y no le ofrece al usuario ningún tipo de beneficio a nivel penitenciario.
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Este servicio es equiparable a todos los niveles a los otros CAS que hay en Catalunya, salvo en el hecho
que éste es el único que está ubicado en un centro penitenciario, concretamente en Brians. En este
sentido, el lector puede hacerse a la idea que, a parte de la patología específica que trata el CAS, el
contexto donde se produce el vínculo con los profesionales tiene un especial poder para condicionar
las relaciones que allí se producen.
Los motivos que nos animan a proponer un nuevo espacio terapéutico, que incluye a pacientes y
familiares en un mismo espació grupal dentro de un centro penitenciario, son amplios y están
vinculados a la convicción profesional que a su vez está avalada por el trabajo teórico recogido hasta
el momento. Es amplia la literatura científica en el ámbito de la salud mental y las drogodependencias,
recogida desde finales del siglo XX como la de los inicios del siglo XXI, que ha dedicado una especial
atención a la oportunidad que supone el tratamiento en formato grupal.
A parte de las ventajas que supone el grupo a nivel institucional, por el hecho de que permite la
posibilidad de atender a un mayor número de personas al mismo tiempo, actualmente hay muchos
corrientes de pensamiento teórico que consideran las dinámicas grupales que se producen en espacios
psicoterapéuticos como una herramienta esencial para la comprensión y tratamiento de los
fenómenos interpersonales, tanto los normales como los patológicos. En este sentido, se ha
demostrado que estos espacios en grupo constituyen un estructura poderosa para producir cambios
(Ayerra, J.Mª; López Atienza, J.L; 2001) en las personas con patología mental grave, como puede ser la
drogodependencia, y que por lo tanto, ayudan a sus miembros a tomar conciencia de la
responsabilidad personal que implica mantener una actitud de alerta en relación a la problemática
adictiva.
Por otra parte, es reconocida la importancia del contexto social en la que el ser humano crece y se
desarrolla. La enfermedad mental no aparece de manera fortuita ni espontánea (García Badaracco,
J.E; 2006) sino es una respuesta individual a determinados factores patógenos que inciden sobre la
historia vital (Sempere, J., Fuenzaliza, C. Et al; 2012). En esta dimensión social entra en juego el sistema
familiar del paciente. Así pues, se puede afirmar que para la recuperación de las personas con patología
mental, se convierte en elemental poder contar con la colaboración de los referentes familiares del
entorno del paciente que ha incorporado a adicción (comúnmente a modo de defensa) en su estilo de
vida y/o funcionamiento social. Consideramos que la eficacia terapéutica puede aumentar si el entorno
del paciente también se hace cargo y mantiene una actitud colaboradora en el abordaje de la
problemática adictiva y relacional subyacente.
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El GMF permite hacer un cambio en el enfoque de la enfermedad mental que ayuda a visualizar
aspectos ocultos en la intervención individual y grupal con pacientes. Es una técnica de intervención
ampliamente reconocida por los efectos beneficiosos que permite poder hablar y elaborar procesos
personales de historias familiares donde el sufrimiento psicológico ha estado presente, casi instalado,
a lo largo de las vidas de los pacientes y familiares. Este espacio interrelacional conjunto contiene una
"función terapéutica" (García Badaracco, J.E; 2012) donde aparece la posibilidad (tanto por parte del
familiar como del paciente) de entender algunos aspectos de la persona adicta que le pueden ayudar
en su recuperación. Este proceso se produce cuando se elimina la confusión en algunas experiencias
vividas que han condicionado el desarrollo familiar.
El GMF que propone el CAS se dirige al beneficio de la estabilidad afectiva de los pacientes y por lo
tanto, de su intención correctora de aquellos hábitos adictivos adquiridos al lo largo de su vida.
Pensamos que esta propuesta terapéutica puede aportar una nueva línea complementaria a la cartera
de servicios de la que dispone el centro, dotándolo de una mayor salud institucional a la vez que
permitiendo un restablecimiento de redes socio-familiares rotas; así como puede suponer una
oportunidad de crecimiento para los profesionales, los pacientes y sus familias.
El objetivo del GMF es ofrecer a las familias de los pacientes y a los propios pacientes, un espacio de
encuentro en el que se pueda hablar de aspectos personales que les vinculan, y así, atender al "tipo
de relaciones emocionales dañinas" que serán la expresión de las interdependencias enfermantes
(López Atienza, J.L., Blajakis López, M.I. 2012). De esta manera, se puede crear un espacio de encuentro
terapéutico donde sus miembros puedan exponer su historia relacional, permitiendo entonces la
posibilidad de ayudar tanto al paciente como al familiar a entender el proceso en el que se encuentra
en ese momento, como ha aparecido la drogodependencia en las vidas de los pacientes y buscar
estrategias conjuntas para colaborar en la mejora de la patología.
METODOLOGÍA
Sujetos
El GMF se realiza con los pacientes que están en seguimiento en psicoterapia grupal semanal (que
definiremos a partir de este momento como "grupo pequeño") y, por supuesto, con sus familiares o
referentes familiares.
Para poder entender el GMF, hace falta señalar algunos aspectos del Grupo Pequeño (GP). El GP está
integrado por 10 pacientes con historia de problemática adictiva a las sustancias. Consiste en un
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espacio de psicoterapia grupal de hora y media de duración que se desarrolla con una frecuencia
semanal, y que lleva en funcionamiento ininterrumpido desde hace 5 años. El grupo está constituido
por personas que con consciencia de problema en relación al consumo de sustancias. El grupo es
heterogéneo en cuanto a la sustancia principal por la que han solicitado en acompañamiento
psicológico en el servicio, siendo posible que coincidan en el mismo espacio personas con problemática
al alcohol, cocaína, heroína, etc... El formato de este grupo de pacientes conducido por un psicólogo
formado en grupo-análisis es lentamente abierto, es decir, que a medida que se va desarrollando el
grupo y se van produciendo despedidas o abandonos, también van ingresando nuevos pacientes. El
ingreso de los pacientes al grupo se realiza una vez cada un cierto período de tiempo (que puede ser
de unos tres o cuatro meses), lo que implica que durante este tiempo, el grupo está cerrado con los
mismos miembros.
De esta manera, una vez al mes, cuando se produce el encuentro en el GMF, los componentes del
grupo son: el GP, los familiares (o referentes familiares para la persona que está interna) y dos
profesionales del equipo. Las dos personas encargadas de la coordinación del GMF son la médico del
servicio y el mismo psicólogo que realiza la conducción del GP, ambos formados en terapia
multifamiliar.
En este punto, consideramos un requisito favorable conducir en co-terapia un grupo de esta magnitud
y que estén entrenados en intervención en psicoterapia grupal grupo-analítica y multifamiliar. Una
visión común, a la vez que complementaria, de lo que representa la patología mental, ayuda a poder
observar los procesos personales con mayor seguridad. La co-terapia, también significa un aumento la
capacidad de ver los procesos que se desarrollan dentro del grupo, ya que esta posibilidad se duplica,
lo que garantiza al grupo una mayor potencialidad terapéutica.
Resalta como aspecto fundamental en la configuración del GMF la importancia de que no queden
excluidos aquellos pacientes que no traen físicamente a sus familiares al grupo. Estos pacientes traen
a sus padres de manera internalizada, con lo cual, no quedan para nada excluidos. Son pacientes que
hacen su proceso personal a través de los otros y que se van incluyendo en el grupo a medida que van
verbalizando o actuando sus dificultades.
El tiempo destinado para cada sesión del GMF es de dos horas. Consideramos que el límite temporal,
a diferencia de otros grupos, debe ser flexible incluyendo en un espacio de tiempo suficiente al final
de la sesión para poder ir cerrando y relajando estados emocionales que han vivido diferentes niveles
de intensidad.
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Material
El GMF se realiza en un espacio destinado al encuentro con los familiares donde habitualmente se
realizan las visitas de familiares los fines de semana, lo que se conoce como vis a vis. En ese
departamento, se dispone de un pasillo distribuidor suficientemente amplio para albergar a unas 25
personas poniendo las sillas en círculo. Se podría decir que el espacio donde se realiza el GMF es un
espacio virtual. Puesto que sólo existe cuando se realiza el grupo, en los otros momentos sólo es un
espacio de paso para acceder a las salas pequeñas donde se realizan los encuentros entre familiares e
internos en el centro penitenciario.
En este sentido, puesto que es un espacio frío, utilizamos unas telas pintadas por internos del Centro
Penitenciario que se montan y desmontan fácilmente y que decoran el espacio con la idea de generar
un ambiente de mayor calidez.
Para la realización de este grupo, hay que destacar que se necesita también la colaboración de la
estructura, logística y personal del centro de cara a la movilidad de los internos, así como las
autorizaciones y las entradas de los familiares a la sala donde se realiza el GMF.
Procedimiento
Partiendo de la base que no conocemos experiencias similares en otros centros penitenciarios, hemos
establecido una frecuencia mensual como una medida inicial con la que empezar dicha propuesta.
Ahora bien, entendemos que con el tiempo esta frecuencia puede ser revisable en base a los resultados
que vayamos obteniendo.
Tras la invitación al GP a participar de esta nueva propuesta terapéutica, procedimos a convocar a los
familiares de aquellos pacientes que nos cedieron el número de teléfono. Realizamos una reunión
previa, únicamente con los conductores del grupo y los referentes familiares de cada paciente a nivel
individual. En dicha reunión, que se realizó en unas dependencias externas del centro penitenciario,
se les propuso la fecha de la primera sesión así como unas breves indicaciones sobre la propuesta
terapéutica. Nos parece que la invitación individualizada es una forma de cuidar al familiar en su
esfuerzo de colaboración en el proceso de recuperación del paciente.
A nivel práctico, el desarrollo del GMF lo podemos dividir cronológicamente en tres tiempos. Un primer
tiempo, previo al grupo, en el que los coordinadores del grupo lo dedicamos a preparar el espacio
donde se va realizar el grupo y a hablar sobre la evolución del GP a lo largo del mes, a la vez que una
revisamos aquellos contenidos de la sesión anterior del GMF, así como aquellos aspectos que serán
destacables de señalar en el inicio del GMF. También en esta fase, los dos co-terapeutas se separan y
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proceden a realizar el acompañamiento, por una parte de los pacientes (desde el módulo donde
residen) y a los familiares (desde el vestíbulo exterior del centro penitenciario) hasta el espacio
destinado al GMF.
El segundo tiempo, pertenece a lo sucedido a lo largo de la sesión, aspecto que ya se comentará en el
apartado de resultados.
Y por último, un tercer tiempo en el que los coterapeutas, después de un breve espacio distendido
donde se aprovecha para comer y beber alguna cosa, acompañamos a los miembros del grupo hacia
sus respectivas ubicaciones: los pacientes a los módulos y los familiares al vestíbulo exterior. Después
de este acompañamiento, los coterapeutas se encuentran de nuevo para dejar las instalaciones como
estaban antes del grupo y para realizar una revisión de lo sucedido durante el GMF. Este encuentro
permite observar gran cantidad de material que será de alta utilidad para el GP del día siguiente.
En base a cuestiones metodológicas cabe destacar en este punto que el día después del GMF, el GP
debe ser conducido en coterapia. Este grupo permite recoger, aclarar y cerrar todo aquello acontecido
el día anterior, con lo cual, no es nada extraño que aquellos aspectos que han quedado latentes y
difusos en el GMF puedan ser manifestados y pensados en el GP del día después.
Pensamos que cuidar el setting es básico para poder crear un espacio suficientemente cálido para
poder construir un clima de de alta fiabilidad y confidencialidad, que influirá en el desarrollo de cada
uno de los encuentros.
RESULTADOS
En el momento en que se cierra la recogida de datos para la elaboración de dicho artículo, se lleva
realizadas 8 sesiones multifamiliares, cada una de ellas con significantes momentos de desencuentros
y encuentros afectivos con los familiares presentes o internalizados.
Observamos que uno de los fenómenos altamente presentes en todos los grupos son las
identificaciones que se producen entre los diferentes subgrupos que conforman el GMF. Tales
identificaciones ponen en evidencia la movilidad afectiva que tiene el grupo, así como su potencialidad
terapéutica, ya que permite activar interdependencias en el mundo interno de cada uno de los
participantes. Por ejemplo: son muchos los momentos en el que mientras se produce un diálogo en el
grupo entre una madre y un hijo, los otros pacientes ven a su madre y se ven a ellos como hijos, así
como las otras madres también se sienten reflejadas.
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En esta línea, tenemos un ejemplo a través de Marc, un paciente que ya des de los inicios del grupo
avisaba que tenía altas resistencias para venir al grupo. Los motivos que él refería era que se sentía
incómodo porque sus familiares no podían venir al grupo debido a que residen en otro país. Sentía que
el espacio no era para él porque no podría aprovecharlo con su familia. A lo largo de las dos primeras
sesiones Marc se mostraba muy contenido por el miedo al desbordamiento emocional. En la tercera
sesión Marc, tras observar la discusión entre una madre y un hijo, tuvo que levantarse y solicitar la
huida del grupo. Acompañado por uno de los coterapeutas el paciente pudo salir para luego poder
volver a entrar y finalizar la sesión con mayor tranquilidad. El trabajo realizado con Marc tanto en el
GMF como en el grupo de pacientes (grupo pequeño) le permitió al paciente ver las identificaciones
que estaba realizando con su propia familia y con la necesidad de alejarse (física y emocionalmente)
por no hacer daño a los asistentes, ya que él se percibe cómo alguien destructivo en momentos de
descontrol y desbordamiento emocional. Este aspecto tiene mucho que ver con la culpa que siente
por haber destruido un núcleo familiar que él mismo había construido. Vive la escena con tal pavor
que se asusta de sí mismo pensando en todo lo que puede llegar a destruir.
Tales fenómenos identificativos son un aspecto muy frecuente en el contexto donde se produce el
encuentro ya que muchos de los pacientes han quebrado los lazos familiares a raíz de los delitos
cometidos y por los que están en el centro penitenciario. La re-vivencia de dichos aspectos se convierte
tan culpógena, que se sienten en riesgo de repetir algún patrón violento. En el escenario grupal esto
se expresa con contención de estos aspectos agresivos y la necesidad de huir del grupo, física o
mentalmente. Esta tendencia a huir de lo agresivo tiene una explicación debido al lugar donde se
realiza el grupo. El contexto penitenciario influye de manera determinante en el mecanismo de
contención emocional, donde el castigo está muy presente, y cualquier momento de manifestación de
los aspectos agresivos puede suponer una pérdida importante en la carrera del preso y en su búsqueda
de la libertad.
En el GMF se reviven en tiempo presente episodios semejantes a los acontecidos en el pasado (como
fotogramas actualizados del vínculo relacional patógeno) y que generaron mucho dolor y confusión;
pudiendo ser ahora experimentados de manera diferente, más comprensiva, e invitando así a la
posibilidad de generar cambios en la relación. En este sentido, el GMF pone en escena los vínculos
relacionales que se han convertido en patógenos y en los que a su vez, la relación ha quedado atrapada.
En el momento actual se manifiestan en formato de reproches o deberes impuestos entre unos y los
otros. Estos fenómenos aparecen en el GMF cuando no hay una posibilidad de entendimiento en un
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mismo aspecto vivenciado de manera diferente por parte de la familia y del paciente. Se produce una
re-edición de los estilos relacionales históricos.
Estas relaciones que han quedado atrapadas, comúnmente se inician en algún momento del historial
relacional del paciente con su familia. Como decíamos anteriormente, aparecen en formato de
episodios traumáticos en los que la confusión de lo sucedido, hace que cada familiar tome una postura
subjetiva de un mismo suceso compartido, comúnmente doloroso. Dicho de otra manera, se puede
decir que las personas que integran un núcleo familiar realizan los duelos, de un mismo suceso
traumático, de manera diferente. Es como si la relación se mantuviera desde este atrapamiento
subjetivo, y sigue creciendo desde el evento traumático hasta el momento actual. Las realidades de
los diferentes miembros de la familia empiezan a ser vividos de manera parcializada. El GMF permite
la posibilidad de poder hablar de estos procesos familiares, de poner en común las parcialidades,
habitualmente vividas como tabúes familiares, lo que a la vez permite reconstruir hechos del pasado.
El GMF permite una puesta en común que ofrece la posibilidad de llegar, en el mejor de los casos, al
mutuo entendimiento.
En la actualidad, debido a la cercanía con el inicio de este GMF, los procesos de duelo por los que han
pasado los padres ya están apareciendo en sus relatos. De manera que, puede verse como los hijos
han cargado con las herencias emocionales de sus padres (aspectos traumáticos que no han pudieron
ser elaborados) y la respuesta de los hijos a resolver las carencias de los padres. Estos procesos de
duelo explican mucho del estilo relacional que los padres han desarrollado con sus hijos, y viceversa, y
son elementos fundamentales para ayudar al paciente y al familiar para provocar una re-actualización
de la relación. Poco a poco, a medida que van avanzando las sesiones, los propios familiares se van
dando cuenta que ellos también vienen al GMF a realizar un proceso personal (se produce de manera
progresiva una difuminación o horizontalidad de los roles de todos los miembros del GMF).
Una de las maneras en las que se puede ver como las relaciones se mantienen mediante el vínculo
relacional patógeno es cuando la interrelación que se produce en el GMF se realiza bajo un
funcionamiento infantilizado del hijo (en este caso el paciente). Aspecto muy presente en el patrón
drogodependiente, donde la droga es la sustancia que el paciente utiliza para manifestar un malestar.
Los familiares se convierten en figuras cuidadoras, que asustados por la situación de su hijo,
desarrollan conductas asociadas a patrones del cuidado infantil (control, castigo, desconfianza en la
capacidad de cambio por él sólo, exigencias de demostrarlo cuando salgan de nuevo a la calle,...) en el
que sitúa al paciente y al familiar en un funcionamiento dependiente a nivel emocional. Son procesos
simbióticos en los que muchas veces no se ha producido un proceso de separación saludable.
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Uno de los fenómenos que se han hecho evidentes en este tiempo de trabajo, es la dificultad o
resistencia por parte del paciente de invitar a sus familiares a este espacio grupal. Puede parecer que
el paciente, al invitar al familiar al grupo, sienta que la imagen que mantenía por ahora en el grupo
quede alterada. Sin embargo, no creemos que esta sea la principal resistencia por parte del paciente.
Muchos de los pacientes admiten al cabo del tiempo que son ellos mismos los que ponen las trabas a
sus familiares para que no vengan, porque están seguros que ante la posibilidad de ofrecerles una
oportunidad de encuentro en el GMF, en la mayoría de los casos (no en todos) no objetaran una alta
dificultad para venir. En este sentido, valoramos que tal resistencia está en consonancia con el reto
que propone el GMF, ya que supone tratar su proceso personal, y por lo tanto, salir de las posiciones
"cómodas" del "no-cambio" para acercarse a nuevos escenarios que pueden promover "cambios".
En este punto, des de la coordinación del GMF es importante mantener una actitud de ánimo hacia los
pacientes para tener una continuidad en la experiencia, sabiendo que la oportunidad de lo que se les
propone es costosa emocionalmente y puede generar en los pacientes actuaciones defensivas,
evitativas o escapatorias.
Por otra parte, también se dan casos de familiares que tienen dificultades para poder asistir al grupo.
Es cierto que en algunos casos resulta imposible acceder al encuentro ya que el propio vínculo
relacional patológico ha superado el límite de la tensión haciendo que la relación quede rota, por lo
tanto, con la imposibilidad en este momento de acceder a un encuentro. En otros casos la resistencia
del familiar viene condicionada por el propio hecho de reabrir aspectos que mientras estén
depositados en el preso, quedan escondidos y encerrados. Es aquí donde el familiar puede poner en
funcionamiento un mecanismo defensivo de evitación. La posibilidad de poder realizar un encuentro
terapéutico dentro de la prisión con el familiar encerrado significa reabrir, los antes llamados, tabúes
familiares. Esto significa que el familiar puede optar para poner en actuación sus posturas de
funcionamiento defensivas. Dicha defensa, no cabe duda, que es una resistencia importante que
puede suponer un obstáculo para el proceso de cambio del paciente y su relación vincular con el
familiar.
En este sentido, dichas reflexiones nos permiten hacer otra lectura si ampliamos el foco de análisis a
sistemas más amplios que el familiar. Entendiendo a la sociedad como ejemplo de grupo grande (como
lo podría ser el GMF) podríamos desarrollar la siguiente reflexión: la sociedad, mediante los sistemas
normativos para la convivencia común, se encarga de determinar quiénes son los que no merecen
pertenecer al mismo grupo de personas "legales". De este modo, los "no-legales" (presos) se
convierten en los depositarios de todo aquello que la sociedad narcisista rechaza de su estructura
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interna. Volviendo de nuevo a los sistemas familiares, podemos mantener la misma reflexión: todos
aquellos elementos negativos que la familia rechaza de si mismo, lo acaba depositando en el actuador
del malestar (el paciente preso), que la misma sociedad lo ha relegado en la posición de delincuente y
en consecuencia, lo ha apartado de la sociedad.
A tenor de esta premisa, observamos que la misma resistencia principal que tenía el paciente, es
compartida por el miembro de la familia que viene al grupo, ya que el grupo convierte al familiar en
otro paciente, y por lo tanto es él mismo el que deberá hacer un proceso personal en el GMF
(concretamente, en el rol que representa en su núcleo familiar). Este fenómeno no siempre es deseado
por el familiar, ya que resulta más fácil delegar los elementos culpógenos al familiar preso. Una vez
aceptadas estas resistencias en los pacientes y familiares, provocan en ambos una reestructuración de
los elementos internos, una reelaboración de su estructura interna, que no les permite acomodarse
en las posiciones de inmovilismo patológico vincular, siendo la única alternativa, el cambio en la
relación.
Cabe decir que las dificultades para venir, no son únicamente las resistencias internas o posturas
defensivas que antes comentábamos. Hay impedimentos objetivamente notables como es el hecho
que la GMF se celebra una mañana de un martes en un centro penitenciario a 45 kilómetros de la
ciudad de Barcelona. Tomamos como referencia la ciudad de Barcelona puesto que es el núcleo urbano
más grande y cercano al centro penitenciario, lugar de dónde provienen la mayoría de los familiares.
Además la oferta horaria de transporte público es muy limitada y exige a los familiares invertir mucho
tiempo de su día para poder realizar el desplazamiento.
En este apartado de resultados también cabría destacar que la afectación o influencia que tiene el GMF
en el grupo pequeño de pacientes que se celebra de manera semanal es muy elevado. El GMF sirve
como referencia para emerger los patrones relacionales, lo que permite que luego en el GP se puedan
recoger y trabajar. El hecho que el GP del día siguiente del GMF esté dirigido en coterapia favorece
que todos los asistentes puedan expresar lo vivido en el día anterior, así como señalar con una mayor
fuerza correctora por parte de los coordinadores del GMF aquellos aspectos identificados en la sesión
multifamiliar.
Creemos que la simple disposición del familiar a asistir al encuentro al GMF ya está permitiendo en el
paciente la posibilidad de dar cabida a estos procesos. Con lo cual, la asistencia de los unos y los otros
es altamente terapéutica para ambos, incluso para aquellos que vienen sin el familiar presente.
Muchas veces, en el caso de la relación padres-hijos, el GMF supone una invitación para aprender a
relacionarse con los padres en el mundo de los adultos. Para ello, se precisa de un cambio en todos los
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protagonistas del núcleo familiar puesto que durante mucho tiempo ha existido un estilo relacional
confuso, siendo el paciente, preso (valga la redundancia) de aquellas cargas heredadas que no iban
con su verdadera identidad, manteniendo la confusión en los otros y confundiéndose a sí mismo.
A modo de reflexión, las personas somos seres dinámicos que vamos cambiando a través de los otros
mediante identificaciones. En este sentido, el GMF como espacio dinámico, con el tiempo irá
proponiendo nuevos retos a través de las nuevas identificaciones que se vayan sucediendo. Hay más
fenómenos que se han podido observar a lo largo de este proceso grupal, aspectos que tienen cabida
dentro de las sesiones de GMF así como en el GP que dan margen para poder seguir considerándolos
material de análisis, como por ejemplo, las ubicaciones que adoptan los pacientes en el GMF,
idealizaciones, frustraciones, prejuicios (y juicios) y exigencias, inclusión de dinámicas de movimiento,
trabajo de las ausencias y su simbolismo en el trabajo que se propone (dificultad en el compromiso,
continuidad...). Estos son aspectos a considerar en futuras investigaciones.
CONCLUSIONES
Por último, en este apartado nos gustaría hacer constar los elementos importantes para que este
proyecto se haya podido empezar, así como algunos de los aspectos clave en el proceso:
- Formación en grupos por parte de los coordinadores del GMF, especialmente grupo-analítica y
sus metodologías en el funcionamiento de los grupos multifamiliares.
- Es deseable que el GMF se realice en coterapia. Es un requisito elemental para el buen
funcionamiento del grupo. El entendimiento mutuo entre los terapeutas en la tarea que se
propone a familiares y pacientes permite dar más fuerza a los procesos que se viven en el GMF.
- Disponer de un grupo altamente cohesionado. El grupo con el que se inicia la propuesta de GMF
es un grupo conducido por el mismo psicoterapeuta y que dispone de una matriz grupal de 5 años
de duración antes de empezar el GMF.
- Importancia en considerar que la propuesta que se va a plantear a los pacientes y sus familiares
forma parte del proceso de recuperación.
- Consideración de que el GMF es sólo una propuesta terapéutica y no la única de las maneras para
acceder al mundo interno del paciente.
- Tener en cuenta que un GMF implica muchas cosas más que las dos horas de sesión. Este grupo
empieza días antes y días después de sus dos horas de duración, tanto para los familiares como
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los pacientes, así como para los coordinadores del grupo. Significa invertir alto grado de
dedicación y meticulosidad en los detalles del setting con la intención de generar un espacio
suficientemente facilitador.
- El GMF como escenario para poder visualizar duelos no superados en las interrelaciones familiares
que continúan perpetuando comportamientos infantilizados y que no han permitido realizar el
proceso de separación de manera menos dañina.
- Convicción de que en las profesiones sanitarias dedicadas al acompañamiento de pacientes con
patología mental, y más en contextos penitenciarios, a veces hay que cruzar ciertos límites para
poder acceder a otros lugares que por ahora quedaban escondidos, o simplemente encerrados
en lo más profundo de las cárceles mentales.
- Tener en consideración que son los pacientes los que marcan los tiempos en base a sus procesos
personales. Todo lo planificado debe ser revisado si no se ajusta a los tiempos de los pacientes.
A lo largo de todo el proceso vamos viviendo con agradecimiento todo lo ofrecido por los pacientes y
sus familiares, acompañados con la sensación de "actuar en escenarios terapéuticos desconocidos"
dentro de los centros penitenciarios. Consideramos que esta convicción de ir rompiendo muros
mentales e institucionales sólo puede suponer un reto y una oportunidad.
BIBLIOGRAFÍA
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ASMR. 2016 - Vol. 16 - Núm. 1
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