Resumen
Sufrir, presenciar o intervenir en un accidente de tráfico es una circunstancia con alto índice de probabilidad de ocurrencia en la vida de las personas, independientemente del lugar de residencia. La incertidumbre que se apodera de ellas una vez sufrido el siniestro, puede derivar en diversas patologías si no se aplican unos primeros auxilios psicológicos, gestionar esos momentos que les dificultan conseguir comprender lo sucedido, calmarse o manejarse, evitará en un futuro, posibles secuelas.
Una vez ocurrido el accidente, se puede ofrecer de forma inmediata una primera ayuda que calme, contenga y que evite generar más secuelas de las necesarias a las víctimas, procurando un ambiente a ser posible fuera del lugar del siniestro, donde se les ofrezca información y faciliten el contacto con su red de apoyos.
Reducir los niveles de estrés que se producen, potenciar sus estrategias de afrontamiento, fomentar la autonomía de los afectados, aportarles calma, respuestas saludables y sinceras, sin forzar verbalizaciones no deseadas, son objetivos a lograr.
La intervención psicológica ha de tener en cuenta respecto a la víctima, su vulnerabilidad y sufrimiento en función de la gravedad del accidente donde puede que hayan vivido la pérdida de uno o más seres queridos o que simplemente su día se haya desajustado en relación a sus planes. También se ha de atender a las edades de las posibles víctimas, culturas y religiones que profesan, adecuándose a cada una de ellas para una buena comunicación.
Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes del Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias
Liuba Yamila Peña Galbán
Psiquiatría - Cuba
Fecha: 23/05/2023