Varón de 61 años, diagnosticado de esquizofrenia paranoide a los 18 años y de trastorno por abuso de Biperideno, benzodiacepinas y antiinflamatorios no esteroideos posteriormente. En seguimiento actualmente por Unidad de Salud Mental y Comunitaria.
Más de una década después del diagnóstico de Esquizofrenia Paranoide, este paciente acudía al Servicio de Urgencias Hospitalarias con una frecuencia superior a 20 visitas en 12 meses durante varios años consecutivos. Es tras su primer ingreso en la Unidad de Hospitalización de Salud Mental cuando disminuyen considerablemente sus visitas al hospital.
Si bien su atención por parte de este servicio dejó de ser precisada con la frecuencia previa, sí fueron necesarias numerosas hospitalizaciones a cargo de la Unidad de Hospitalización de Salud Mental en los últimos años por descompensación psicopatológica.
Actualmente realiza tratamiento con Paliperidona ILP 525mg IM cada 3 meses, Clozapina 100mg 1-0-2, Clorazepato dipotásico 10mg 1-1-1, Lorazepam 1mg 1-1-1, Clotiapina 40mg si precisa por insomnio.
Gracias a estos fármacos, el delirio dismorfofóbico y de perjuicio crónico que padece, se mantiene relativamente controlado, aunque sin permitirle realizar una vida corriente.
Por otro lado, estos fármacos le producen numerosos efectos secundarios como una importante sialorrea y disartria, las cuales le impiden relacionarse adecuadamente con su entorno.
Entendiendo que uno de los principales objetivos de la psiquiatría consiste en darle calidad de vida al paciente con patología incurable, ¿por qué nos resulta tan complicado aceptar nuestras limitaciones y lograr así, el mayor bienestar posible de nuestro paciente, aunque no concuerde con el propio?