Ramos Brieva JA. Psiquiatria.com. 2011; 15:21.
http://hdl.handle.net/10401/4092
Artículos originales
Los mitos encubridores de la masturbación femenina
The myths that conceal to the feminine masturbation
Jesús Antonio Ramos Brieva1*
Resumen
Apenas se habla de la masturbación femenina. Eso impide conocerla en sus justos términos y
frena su investigación. El lugar de esos conocimientos lo ocupan a nivel popular una serie de
estereotipos que señalan que la masturbación no es cosa de mujeres, o acaso lo sea de mujeres
psicológicamente desquiciadas. El autor confronta tales tópicos con los resultados de la
moderna investigación sexología y determina que todos ellos son falsos. Por otra parte, la
investigación demuestra que la masturbación forma parte de la sexualidad cotidiana de la gran
mayoría de las mujeres y que los mitos existentes sobre la masturbación femenina no son más
que una cortina de humo destinada a impedir que se conozca la verdadera naturaleza sexual
femenina. Lo que ocasiona un sufrimiento innecesario en muchas niñas que crecen creyendo ser
las únicas mujeres que se masturban. Para evitar ese sufrimiento, hay que hacer visible a la
masturbación femenina.
Palabras claves: Mujer, femenina, masturbación, sexualidad.
Abstract
Scarcely one speaks about the feminine masturbation. It prevents from knowing her in his just
terms and stops his investigation. The place of this knowledge is occupied to popular level by a
series of stereotypes that indicate that the masturbation is not a women's thing, or perhaps it
belong to psychologically off-balance women. The author confronts such topics with the results
of the modern sexologic investigation and determines that all of them are false. On the other
hand, the investigation demonstrates that the masturbation forms a part of the daily sexuality of
the great majority of the women and that the existing myths on the feminine masturbation are
not any more than a curtain of smoke destined to prevent to know the real sexual feminine
nature. Causing unnecessary suffering to many girls who grow up believing they are the only
women who masturbate. To avoid this suffering, it is necessary to do visible to the feminine
masturbation.
Palabras claves: Woman, feminine, masturbation, sexuality.
Recibido: 10/05/2011 Aceptado: 12/05/2011 Publicado: 28/07/2011
* Correspondencia: jramosb.hrc@salud.madrid.org
1 Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario "Ramón y Cajal" de Madrid (IRYCIS). Universidad de
Alcalá (Madrid)
Psiquiatria.com ISSN: 1137-3148
© 2011 Ramos Brieva JA.
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Introducción
La masturbación femenina es una actividad sexual socialmente silenciada e interdicta. Lo que ha
permitido que una práctica simplemente íntima, se transforme en la mujer en algo secreto.
Hablar de masturbación femenina es algo que perturba profundamente a muchas mujeres.
Cuando se hace referencia a ella a mujeres que trabajan el ámbito sanitario, puede advertirse
cómo algunas llegan a sentirse incómodas.
Esta turbación es innecesaria. Y no tiene sentido que exista en nuestros días.
Puede afirmarse que hoy se habla más que nunca de la masturbación femenina. Quizás sea
cierto. Pero hablar más no implica hablar mejor. Los mensajes que trasmiten los grandes
medios de comunicación sobre este tema suelen ser poco esclarecedores, tradicionales, y
trasmiten la idea de que la masturbación "no es sexo auténtico o apropiado"1.
Lo cierto es que ni la sociedad desea hablar mucho de la masturbación femenina, ni las mujeres
se atreven a hacerlo entre ellas.
Pero no sólo no se habla de la masturbación femenina, sino que también se oculta.
Sólo el 8% de las mujeres responden afirmativamente a una pregunta directa sobre si se
masturban o han oído hablar de la masturbación. Cuando se hace una entrevista con mayor
profundidad, en un ambiente más confiado y distendido, las cifras de respuestas afirmativas de
esas mismas mujeres se elevaban hasta el 84%2.
Existen mujeres que mienten de un modo sistemático. Algunos autores señalan que actúan así al
menos un 8% de ellas. Aunque los hombres también mienten. Solo que lo hacen de un modo
inesperado: exagerando la frecuencia autoerótica real de forma sistemática. Actúan así hasta el
14% de ellos3.
Esa ocultación, es la responsable de que los resultados de las encuestas difieran tanto en cuanto
a las cifras de mujeres que reconocen masturbarse. Como reflejan los estudios reflejados en la
Tabla I; nada exhaustiva, por otra parte. Hay valores para todos los gustos. Un test que tuviera
tal variabilidad de resultados sería muy poco fiable.
TABLA I.- Frecuencia de la masturbación en diferentes poblaciones femeninas
Población general
(%)
Población
(%)
universitaria Adolescentes
(%)
(13-18 años)
Haire (1951)4
(98)
Clifford (1978)15
(74)
Moraleda (1977)18
(44)
Horer (1981)5
(85)
Alzate (1978)16
(68)
Smith y cols. (1996)19
(43)
Serrano (1975)6
(84)
Kinsey y cols. (1967)10
(63)
Raboch y cols. (1994)20
( 6)
Hite (1976)7
(82)
Malo y cols. (1988)12
(61)
Liu (1997)21
( 2)
Reinisch y Beasley (1990)8
(70)
Gutiérrez (1978)17
(44)
Hunt (1978)9
(63)
2
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Kinsey y cols. (1967)10
(62)
Das (2007)11
(38)
Malo y cols. (1988)12
(32)
Charron y Julliard (1972)13
(19)
Das y cols (2009)14
(13)
Lo más importante de todo es que esta falta de sinceridad sobre las actividades autoeróticas,
limita nuestros conocimientos sobre la masturbación femenina. Pues no se puede conocer lo que
no se ve. Y esa ignorancia se cubre con mitos e ideas preconcebidas que, además de generar una
falsa sensación de conocimiento, ocultan la verdad.
Lo que se afirma a nivel popular sobre la masturbación femenina es que se masturban pocas
mujeres; que lo hacen con menos frecuencia que los hombres; que tardan en descubrir la
masturbación porque no tienen nada que manipular y suelen descubrirlo después de tener
relaciones sexuales (el viejo mito del Príncipe Azul que despierta a la Bella Durmiente); que las
mujeres dejan de masturbarse después de emparejarse; que si lo hacen emparejadas es porque
se encuentran desatendidas o porque son unas ninfómanas; y, en cualquier caso, las mujeres
adultas que lo hacen son unas inmaduras.
El objetivo de esta revisión es conocer hasta qué punto los resultados de la investigación
sexológica existente confirma o rechaza la veracidad de tales estereotipos.
Resultados
Primer mito: Se masturban pocas mujeres.
Habitualmente, cuando se hace referencia a la cantidad de mujeres que se masturban, se tiende
a exponer las cifras de alguna encuesta aislada. Pero dada la diversidad de los datos mostrados
en la Tabla I ¿cuál merecería ser citado? Atendiendo, tan solo, a las cifras procedentes de las
encuestas realizadas sobre la población general, si el autor se deja llevar por el tópico y la
presión social, daría mayor crédito a los valores más bajos. Pero al actuar así, afirmaría de un
modo implícito que en las investigaciones que muestran cifras de masturbación femenina más
elevadas, hay muchas mujeres que han mentido atribuyéndose una actividad sexual que no
practican. Algo comprensible si se tratara de hombres, como se ha visto antes, pero poco
coherente cuando se trata de mujeres; porque se sabe que ellas tienden a minimizar. Es más
probable que haya más mujeres ocultando esta actividad en las investigaciones que arrojan
cifras menores, que mujeres atribuyéndose algo que no hacen en las investigaciones que arrojan
rangos de frecuencia más altos. Por eso, habrá que atender más a estas últimas, que tienen más
probabilidades de acercarse a la realidad.
Hacerlo así permite entrever que la proporción media más probable de mujeres que se
masturban en la población general se situaría en torno al 85%21.
Hay otras investigaciones que avalan obrar de este modo.
En la primera línea de la Figura 1 se representa la cifra probable de mujeres que se masturban
en la población general extraída de varias investigaciones de crédito reflejadas en la Tabla I. En
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la segunda línea, etiquetada como mujeres "primitivas" está la que encontró Margaret Mead
entre las adolescentes de Samoa, que carecían de las inhibiciones de nuestra cultura sobre la
masturbación y hablaban de ella abiertamente. Estas jóvenes referían masturbarse en el 90% de
los casos22. Y si se presta atención sólo en las mujeres occidentales orgásmicas (y lo son el 90%
de ellas21), como hicieron Darling y colaboradores23, se encuentra que se masturban el 91%.
Cifra que se eleva al 93% entre las lesbianas5; un dato interesante porque se sabe que las
lesbianas tienen mejor asumida su sexualidad y su masturbación que las mujeres heterosexuales
y hablan con mayor libertad de ella24.
Figura 1.- Frecuencia de la masturbación femenina (ver texto)
Todos estos datos vienen a decir que cuando se tiene bien aceptada la propia sexualidad, no
existen impedimentos para experimentar orgasmos, y se carece de las inhibiciones que inducen
a mentir, la proporción de mujeres que reconocen masturbarse se mantiene en rangos que
rodean al 90%. La mayoría de las mujeres.
Masturbarse, entre las mujeres, no es, pues, la excepción sino la regla. Esta amplia extensión de
la masturbación femenina establece la norma, lo que es de esperar entre mujeres sanas. Algo
bastante alejado del estereotipo que algunos sectores sociales están interesados en imponer.
Podría hacerse el ejercicio de corregir las cifras reflejadas en la Figura 1 añadiéndoles ese 8% de
mujeres que se sabe que mienten con seguridad y ocultan sistemáticamente que se masturban3.
Las cifras se hacen entonces más universales aún. Lo que permitiría sostener que se masturban
entre el 85% y el 93% de la población general femenina y prácticamente todas las mujeres que
son orgásmicas (91% a 99%).
Este último dato es importante. Porque numerosos autores han señalado, también, que entre un
60% y un 95% de las mujeres que se definen como completamente anorgásmicas, por cualquier
medio, no se masturban6,25.
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Así, masturbarse y tener orgasmos quedan tan inextricablemente ligados que ambas cosas
pueden considerarse sinónimas en el género femenino.
Segundo mito: Las mujeres se masturban con poca frecuencia.
Sabiendo que la masturbación es una actividad prácticamente universal entre las mujeres sanas,
las orgásmicas, la segunda cuestión a responder sería si es cierto que el mundo femenino se
masturba poco como afirma el viejo estereotipo.
La verdad es que la frecuencia es un dato muy difícil de cuantificar en estas investigaciones.
Porque para medirla se utilizan adverbios cuantificadores de significados equívocos con una
fuerte carga de subjetividad y no siempre equivalentes entre sí, lo que obstaculiza las
comparaciones. ¿Equivalen "frecuentemente" y "a diario"? ¿Muchas veces es lo mismos que dos
tres veces por semana? Este es el principal obstáculo cuando se intenta determinar la
frecuentación del autoerotismo y establecer equivalencias de unas investigaciones a otras.
Pero se dispone de algunos datos útiles. No hay ambigüedades en cuanto a la frecuentación
diaria. Eso sólo significa una cosa: hacerlo TODOS los días. Serrano encontró que las mujeres de
más de 25 años de su muestra se masturbaban a diario (una o varias veces al día) en un 41% de
los casos. Dos de cada cinco. Sus otros datos sobre frecuentación son menos precisos2.
Pero existen otros.
El grupo de Devendra Singh estudió un conjunto de mujeres casadas que tenían una edad media
de 31 años; semejante a la referida por Serrano. Ellos encontraron que se masturbaban el 87%
del total y no lo hacían el 13% restante. El 36% (41% del total que se masturbaba) lo hacían a
diario y el otro 51% (59% del conjunto de las que se masturbaban) lo hacía entre dos y tres veces
por semana, que es lo mismo que decir "casi a diario"26.
Aunque no es mucha información, son datos que permiten sostener que las mujeres no sólo se
masturban casi todas sino que, además, todas ellas lo hacen con una frecuencia diaria o casi
diaria.
No está mal para unas personas a las que se suponía alejadas de las tentaciones autoeróticas.
Tercer mito: Las mujeres se masturban con menor frecuencia que los hombres.
Otro tópico relacionado con el anterior es que las mujeres se masturban con una frecuencia
menor que los hombres. "Si eso pasa con las mujeres qué harán los hombres", le decía al autor
una compañera cuando le comentaba estos datos a raíz del libro que ha escrito sobre la
masturbación femenina. De hecho, este es un hallazgo frecuente en la investigación sexológica.
Los hombres manifiestan masturbarse entre dos y tres veces más frecuentemente que las
mujeres27. Sobre todo en la adolescencia; porque con la edad y al emparejarse, los hombres
aminoran progresivamente su frecuentación autoerótica mientras que las mujeres mantienen
aproximadamente la misma toda su vida aunque estén emparejadas; con un pequeño
incremento premenopáusico para volver a las tasas anteriores tras finalizar el
climaterio9,11,28,29,30.
Pero estas investigaciones ignoran, la proporción de hombres y mujeres que maximizan y
minimizan sistemáticamente sus respuestas de frecuentación autoerótica3.
Podría hacerse otro pequeño ejercicio muy ilustrativo incluyendo las correcciones pertinentes a
esas cifras
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Admitamos la frecuencia diaria como referencia, por ser la menos ambigua. Ya se comprobó que
aproximadamente el 40% de las mujeres lo hacen todos los días. La única frecuencia fiable que
he encontrado referida a hombres que podría parecerse a "diaria" es la que Gutiérrez Calvo
denomina "habitualmente" a la que añado por mi cuenta otra que llama "frecuentemente", que
es muy parecida16. No es lo mismo que "a diario", pero para este ejercicio servirá. Su población
tampoco es enteramente de la misma edad pues son varones menores de veinticinco años. Pero,
insisto, para este ejercicio puede ser útil. Según este autor, los hombres que afirman
masturbarse de forma habitual o frecuente son el 58%. La tendencia general es aceptar estas
cifras sin dudarlo mucho porque se ajustan al estereotipo que se tiene al respecto.
Si se corrigen esas cifras y se añaden 8 unidades porcentuales a la frecuencia confesada por las
mujeres y se restan 14 unidades del mismo tipo a las referidas por los hombres, la imagen
alcanzada puede sorprender a muchos. Lo harían a diario el 48% de las mujeres y el 44% de los
hombres. Frecuencias aproximadamente iguales con un ligero predominio femenino (Figura 2).
Figura 2.- Frecuencia diaria de la masturbación, confesada y corregida, en hombres y
mujeres (ver texto).
El mito bien podría ser falso. O, si esta afirmación parece demasiado osada, convéngase en que,
al menos, este ejercicio da que pensar.
Cuarto mito: Las mujeres descubren la masturbación tardíamente.
Existe otro tópico que pretende justificar que las mujeres se masturben poco o nada porque a
ellas les cuesta más esfuerzo descubrir la masturbación que a los hombres. La razón sería que no
tienen nada tan visible como un pene para manipularlo por razones higiénicas o de cualquier
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otro tipo (atención: porque esta idea asume de modo implícito que las mujeres no se limpian sus
genitales o que lo hacen sin tocarse). Y en cualquier caso, ellas aprenderían a masturbarse
después de comenzar a mantener relaciones sexuales.
Si fuera cierto que las mujeres no tienen nada que manipular y por eso son más lentas en
adquirir experiencias autoeróticas, habría que encontrar en la bibliografía datos que soportaran
dos predicciones o hipótesis de trabajo: 1ª) los hombres comenzarían a masturbarse a edades
más temprana y 2ª) el aprendizaje espontáneo de la masturbación sería más frecuente entre los
hombres que entre las mujeres.
Los datos rechazan ambas ideas. Una proporción importante de mujeres (entre el 20% y el 42%)
recuerdan haber comenzado a masturbarse antes de cumplir los diez años de edad. Mientras que
el número de hombres que recuerdan haber comenzado a masturbarse antes de los diez años
oscila entre el 3% y el 13%; una cifra bastante menor que la encontrada entre las mujeres
6,9,28,31.
Tres de cada cinco mujeres (entre el 57% y el 62%) y uno de cada cinco hombres (28%)
recuerdan haber aprendido a masturbarse espontáneamente. Es decir, por su cuenta,
autoexplorándose. Y, aunque el aprendizaje verbal o escrito no sea pequeño para ellas (entre el
12% y el 43%), lo es aún mayor entre los hombres (75%). Del mismo modo que también hay más
hombres (40%) que aprenden dicha práctica observando cómo lo hacen otros, aunque no sean
pocas las mujeres que también aprenden a masturbarse de ese modo (11%)6,9,28. El
descubrimiento espontáneo de la masturbación parece ser más propio del género femenino14
que del masculino. Después de todo, el clítoris no está tan escondido ni tan alejado de la
atención de las niñas como pretendían hasta no hace tanto tiempo varones muy alejados de la
crianza y observación de la infancia. Los hombres suelen comenzar sus prácticas autoeróticas
movidos por la curiosidad, pero después de haber oído hablar de ello a sus amigos o de
observarles haciéndolo.
Este estereotipo tampoco es cierto. El descubrimiento temprano y espontáneo de la
masturbación es más propio de mujeres que de hombres.
Quinto mito: Las mujeres emparejadas no se masturban.
El otro mito señala que la masturbación finaliza cuando se comienzan a tener relaciones
sexuales estables. Este pensamiento se basa en la idea de que ambos tipos de actividades
sexuales son antagónicas. La una sería más propia de edades infanto-juveniles y la otra de
edades más adultas. El mantenimiento de la masturbación a edades adultas disponiendo de la
oportunidad de mantener relaciones sexuales se consideraría inmaduro32.
La investigación arroja resultados que contradicen el tópico: las mujeres siguen masturbándose
en proporciones nada desdeñables pese a mantener relaciones sexuales. Excluyendo los datos
más sospechosos de no ser sinceros, se masturbarían un mínimo del 75% de las mujeres
emparejadas; aunque otros datos permitirían sostener que es más probable que se masturben en
torno al 90% de las mujeres casadas (Figura 3). Sobre todo, si sólo nos atenemos a las mujeres
orgásmicas que son sexualmente activas y tienen pareja (91%)5,26,33,34,35,36. Y si se
corrigieran esas cifras sobre la base del 8% de mujeres que, pese a todo, se sabe que minimizan
la frecuencia de sus prácticas autoeróticas en las encuestas3, como se hizo antes, resulta que se
masturbarían alrededor del 93% de ellas, como promedio.
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Figura 3.- Valores más verosímiles de mujeres emparejadas que se masturban (ver texto)
Lo que significa que la masturbación es una actividad sexual prácticamente universal entre el
género femenino emparejado.
Más aún. La inmensa mayoría de las mujeres emparejadas (87%) continúan masturbándose con
una frecuencia similar o superior a la que tenían antes de encontrar pareja; al contrario que los
hombres emparejados que la disminuyen11.
Y más todavía. Son precisamente las mujeres que más copulan las que también se masturban
más; algo que sucede en culturas occidentales (Reino Unido, por ejemplo) y orientales
(China)37,38,39,40. Lo que parece reflejar que ambas actividades responden al mismo fondo de
tensión sexual general elevado.
Aún mas: hasta el 80% de los orgasmos femeninos, proceden de la masturbación37,41.
Lo más importante de todo es que masturbarse no hace menos deseable el coito a las mujeres
emparejadas; aunque sepan que no van a alcanzar el orgasmo en él5,6 (el principal temor
masculino y la fuente más importante de rechazo a la idea de que las mujeres se masturben; un
temor infundado, pues las mujeres se masturban..., y copulan..., desde los tiempos más
remotos).
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Es algo que no puede extrañar. Porque la masturbación y las actividades sexuales en pareja
satisfacen necesidades personales diferentes. Por eso no son contrapuestas, como se creía32, y
coexisten. Conviven de un modo masivo, lo que indica la norma, lo esperable en las mujeres
emparejadas.
La masturbación satisface la necesidad de sentir orgasmos intensos, con seguridad de
obtenerlos y sin la laboriosidad que requieren otras actividades sexuales.
Las relaciones sexuales en pareja, añaden al deseo de satisfacción sexual, la necesidad de
compartir el propio placer con el otro, de sentir la proximidad emocional y física del otro, la
fusión con el otro.
Es algo que sucede en otros aspectos de la vida. Somos seres sociales permanentemente exigidos
por nuestro entorno. Y mantenemos mucha actividad en relación permanente con los demás.
Pero de vez en cuando apetece aislarse y sentarse en un sillón a leer, a escuchar música y
disfrutar de la soledad.
Con el sexo sucede otro tanto.
Las razones para masturbarse las mujeres emparejadas están encabezadas por la más obvia:
satisfacer sus necesidades sexuales autónomas con una probabilidad de éxito orgásmico del
96%. Ninguna otra actividad sexual tiene esa cantidad de éxitos. Más de la mitad de ellas (54%)
consideran la masturbación como una actividad sexual que sustituye al coito cuando este no es
posible5. Y lo hacen, en proporciones similares (40%), tanto en ausencia de sus parejas, como
cuando estas no están ausentes34. También se masturban para aliviar las tensiones no sexuales
de la vida diaria (40%)34.
Y una mayoría importante de ellas (80%) se masturban, además, para resolver cópulas que no
han sido orgásmicas34,41. Algo de lo que se habla muy poco.
Pero, además de estas necesidades independientes, propias de cada una de ellas, las mujeres
emparejadas también se masturban por otras razones relacionadas con la cópula, como se
señaló más atrás. Así, dos de cada cinco mujeres sexualmente activas (40%), o dos de cada tres
(69%), según otros investigadores, se masturban durante el coito cuando necesitan facilitar la
consecución del orgasmo5,35. Algunas no son capaces de actuar de ese modo tan directo y
prefieren masturbarse después de las cópulas no orgásmicas, a escondidas. Casi la mitad de las
mujeres emparejadas (47%) actúan así5. Y una de cada cinco mujeres se masturba después de
un coito orgásmico con la finalidad de cubrir sus necesidades de disfrutar de más orgasmos.
Finalmente, una proporción menor de mujeres (9%) se masturba delante de sus maridos como
parte del juego sexual que realiza la pareja34. Una misma mujer puede hacerlo por todas esas
razones que no son excluyentes entre sí.
Además, la masturbación se encuentra detrás de la inmensa mayoría de los orgasmos
simultáneos que experimentan las mujeres. El 83% de los orgasmos simultáneos se deben que la
mujer se masturba durante el coito y acompasa su ritmo al de la pareja para alcanzarlos juntos.
El deseado orgasmo simultaneo, no es una experiencia espontánea (que sólo ocurre
ocasionalmente), es el resultado de un decidido afán de la mujer en obtenerlo por sus propios
medios sin dejar las cosas al azar y tomando las riendas de su propio placer35.
Sexto mito: Las mujeres emparejadas que se masturban lo hacen porque están "aburridas", "mal
atendidas", o son unas "necesitadas".
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Los tópicos también dicen que si las mujeres emparejadas se masturban es porque están
aburridas, mal atendidas sexualmente por sus parejas, o son unas necesitadas (con mayores
deseos sexuales de los que son capaces de satisfacer).
Pero lo cierto es que refieren masturbarse el 90% las mujeres de 25 años que llevan emparejadas
al menos un año35. Y parece poco probable que ya estén aburridas en un año de convivencia.
Por otra parte, el tedio o aburrimiento, es una causa de masturbación que refieren más las
mujeres solteras que las casadas8.
Y no se masturban porque no encuentren satisfacción en la cópula. Un 75-81% de las mujeres
emparejadas que se masturban indican que lo hacen aunque sus coitos sean regularmente
orgásmicos2,36.
Tampoco se puede sostener el malicioso "sambenito" de que las mujeres emparejadas que se
masturban son unas "necesitadas". Porque lo hacen en proporciones similares tanto las mujeres
casadas afectadas por un "deseo sexual inhibido" como las casadas que no tienen ese
problema42. O lo que es lo mismo: las mujeres que no sienten deseos de tener relaciones
sexuales (no "necesitadas") se masturban tanto como las que los tienen; sin que en ninguno de
ambos casos haya alteraciones de la personalidad o dificultades psicológicas reseñables43.
Es que, habrá que repetir, la masturbación y las relaciones sexuales con una pareja van por
caminos distintos. No son actividades sexuales antagónicas, como aún se sigue diciendo, sino
complementarias. Satisfacen necesidades sexuales y psicológicas diferentes.
Séptimo mito: Las mujeres adultas que se masturban son unas inmaduras.
Otro tópico muy afianzado es aquel que afirma que las mujeres adultas que se masturban son
unas inmaduras. Una imagen que ninguna mujer está dispuesta a mostrar, por razones
atávicas21, y que influye negativamente para que reconozcan masturbarse.
Si este estereotipo fuera cierto se encontrarían pocas mujeres adultas que se masturben. Lo
disfuncional, por numeroso que sea, debe ser siempre minoritario entre la población general. Y,
por otra parte, si es cierto que la masturbación es propia de mujeres inmaduras, se encontrará
más rasgos de inmadurez entre aquellas que se masturban que entre las que no lo hacen.
Pero ya se ha comprobado que se masturba la inmensa mayoría de las mujeres adultas, estén
solteras o casadas Eso marca una pauta, una norma; lo que es esperable encontrar en las
mujeres. No es una excepción que así suceda. Parece absurdo afirmar, sobre estos datos y la
premisa que proporciona el estereotipo, que todas las mujeres adultas son unas inmaduras por
masturbarse. Todas, es demasiado.
Si se examina el perfil psicológico que dibujan diferentes investigaciones acerca de las mujeres
que se masturban y las que afirman no hacerlo, se encuentran resultados altamente interesantes
(Tabla II). Las mujeres que afirman no masturbarse son, frente a las que reconocen hacerlo, más
anorgásmicas completas, más introvertidas, puntúan más alto en rigidez obsesiva y
escrupulosidad, tienen una mayor religiosidad, obtienen mayor puntuación en neuroticismo,
poseen menos experiencia sexual, y refieren con mayor frecuencia "no necesitar" ni masturbarse
ni el sexo.
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TABLA II.- Rasgos de las mujeres que afirman no masturbarse (no sucede igual entre los
hombres).
1-Anorgasmia completa [95% de los casos] 25
2-Mayor frecuentación religiosa 8,9,11,16
3-Religiosidad, neuroticismo, poca experiencia sexual, "no necesitarlo" 16
4-Anorgasmia en el coito 2,5,6
5-Mayor introversión [más extroversión entre quienes lo hacen] 16
6-Mayor rigidez obsesiva y escrupulosidad 41
7-Mayor neuroticismo 44
8-Poca autoestima sexual, menor asertismo social y sexual; mayores dificultades de relación de pareja,
mayor neuroticismo 2,9,45,46
9-Creen más en tópicos, no piden caricias en clítoris, sexo culpable 42
Obsérvese en la Tabla II que el neuroticismo se repite en varias investigaciones, como sucede
con la religiosidad. Además se sabe que el neuroticismo es tanto mayor cuanto mayor es la
frecuentación religiosa16 .
Tienen, además, poca autoestima sexual, son menos asertivas desde el punto de vista social y
sexual, presentan mayores dificultades de relación con su pareja, les cuesta mayor esfuerzo
solicitar caricias íntimas a sus parejas, viven su sexualidad con mayor culpabilidad y, en general,
son más ignorantes respecto al sexo; lo que les hace creer más en estos tópicos que se están
denunciando aquí.
Decididamente, el perfil que dibujan estas investigaciones contradicen el tópico sin atenuantes:
las mujeres realmente más inmaduras son, precisamente, las que afirman no masturbarse.
Conclusiones
Los datos referidos hasta aquí revelan dos cosas.
Primera, que la masturbación es una actividad que forma parte de la vida sexual cotidiana de la
inmensa mayoría las mujeres a lo largo de toda su vida; estén solas o emparejadas.
Segunda, que todo lo que la población general cree saber sobre la masturbación femenina es
falso.
El primer punto pone en evidencia que las mujeres tienen una sexualidad autónoma, privativa,
que gustan satisfacer; a veces acompañadas y otras, a solas. Una sexualidad independiente,
ajena a las necesidades sexuales masculinas y a los requerimientos reproductivos de la especie.
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El segundo señala que esos tópicos, tan firmemente sostenidos por algunos sectores sociales, no
son más que una cortina de humo destinada a ocultar la verdadera naturaleza sexual de las
mujeres, acreditada de un modo vicario por sus actividades autoeróticas.
Estos viejos estereotipos, muy arraigados aún en nuestros días, sólo pueden mantenerse en una
sociedad que aún no está muy segura de querer admitir que las mujeres tienen una sexualidad
que le es propia, que es autónoma e independiente. Una sociedad que aún teme que una mujer
que se masturbe se desinteresaría en copular con los hombres y no procrearían. Y algunos
varones que se sienten ofendidos por no ser responsables del placer femenino.
Y para evitar que esto se sepa, algunos sectores sociales no dudan en promover una imagen muy
perturbadora de la mujer que se masturba. Así consiguen que pocas mujeres se atrevan a
levantar la cabeza para admitir que lo hagan. Por eso etiquetan a la mujer que se masturba de
"necesitada", "guarra", "inmadura", e incapaz de emparejarse. Una imagen que por razones
atávicas ninguna mujer quiere dar a los demás21. Por eso, estos mitos o estereotipos son tan
eficaces en su intención de mantener la realidad de la masturbación femenina tan alejada del
conocimiento popular.
Todo esto carecería de importancia si no fuera porque ese intencionado muro de silencio
ocasiona un sufrimiento innecesario. El de las niñas que crecen con el convencimiento de ser las
únicas que se masturban, creyendo hacer algo que no le es propio; simplemente porque no
saben que sus amigas hacen lo mismo.
Los chicos, cuando comienzan a masturbarse saben que actúan como los demás; les han oído
hablar de ello. Su actividad autoerótica, para los jóvenes, es algo normativo que les hace iguales
a sus amistades.
Pero las chicas descubren la masturbación generalmente a solas. Y no encuentran en el
ambiente un eco que les permita saber que hacen lo que las demás. Porque al no hablarse de la
masturbación femenina, para ellas es como si no existiese. Así crecen creyendo que son unos
bichos raros, sin saber a quién preguntar.
Y el sufrimiento de muchas mujeres adultas que mantienen en secreto una actividad sexual que,
simplemente, es íntima, avergonzándose de una parte sustancial de su sexualidad que las
acompañará durante toda su vida.
Por eso hay que hacer visible a la masturbación femenina. Para conocerla en sus justos
términos, y darla a conocer. Hay que despojarla de falsas atribuciones para evitar ese
sufrimiento innecesario. Porque las mujeres, en general, no se pueden identificar con los mitos
que configuran el conocimiento popular sobre la masturbación femenina. Y no todas son
capaces de elevarse por encima de esos mitos y considerarlos falsos. Muchas, creyéndolos
verdaderos se sienten como dolorosas "excepciones" al confrontar su realidad con lo que tales
estereotipos afirman. Otras, sucumben a ellos y los interiorizan, asumiendo con ello una imagen
de la sexualidad femenina muy disfuncional como se ha tenido oportunidad de comprobar
(Tabla II). No es una idea nueva, es algo que algunos ilustres psiquiatras ya afirmaron a
mediados del siglo pasado: "un adulto sin tendencia a la satisfacción sexual, incluso
masturbatoria, indica así un temor particularmente masivo de las pulsiones sexuales. Digamos a
este respecto, y de un modo más general, que la abstinencia sistemática constituye más a
menudo un signo de neurosis que de virtud"47.
Hablar y escribir sobre la masturbación femenina supone darle visibilidad, carta de naturalidad,
como sucede con la masculina. La visibilidad es un arma de transformación social
extraordinariamente eficaz. Y hablar, normalizaría la masturbación femenina entre la población
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general, sacándola de su actual secuestro social, permitiendo a las mujeres disfrutar de su
sexualidad de un modo más libre y saludable. Además de permitir investigarla mejor. Pues lo
que no se ve resulta difícil de observar y comprender.
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Ponencia presentada al: 4th World Congress on Women's Mental Health. 16-19 March 2011. Madrid.
Spain. En el Symposium nº 3-2-1: "Sexuality & Women's Mental Health", con el título Myths and Realities
of Female Masturbation.
Correspondencia:
JA Ramos-Brieva
Servicio de Psiquiatría - Hospital Universitario "Ramón y Cajal"
Crta. De Colmenar km 9,100
28040 Madrid
Email: jramosb.hrc@salud.madrid.org
Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Ramos Brieva JA. Los mitos encubridores de la masturbación femenina. Psiquiatria.com
[Internet]. 2011 [citado 28 Jul 2011];15:21. Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/4092
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