En el momento actual, son básicamente dos las estrategias terapeúticas de eficacia demostrada en el abordaje del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC): los fármacos inhibidores de la recaptación de serotonina y la terapia cognitivo-conductual (1). Numerosos estudios han intentado establecer factores predictores de respuesta a estos tratamientos, con el objetivo de clasificar la hetereogenea patología obsesiva en subgrupos subsidiarios de abordajes específicos, aunque los resultados obtenidos hasta la fecha están lejos de ser concluyentes.