Reflexiones psicoéticas del proceso de envejecimiento.
FUENTE: PSICOLOGIA.COM. 2004; 8(1)
Mirta Lidia Sánchez*; Deisy Krzemien**.
* JTP Psicología del Desarrollo. Fac.Psicología. UNMdP
Don Bosco 1975 - (CP 7600) Mar del Plata. TÉ. 0223- 4757914
E-mail: mlsanche@cybertech.com.ar
** Docente y Becaria de Investigación. Fac. Psicología. UNMdP
Av. Colón 2388 5º H (CP 7600) Mar del Plata. TE 0223- 491-3958
E-mail: dekrzem@mdp.edu.ar
[artículo especial] [3/3/2004]
Resumen
El progresivo envejecimiento poblacional supone una reflexión ética sobre el envejecer en nuestro tiempo. A
mediados del siglo anterior fue decayendo el universalismo kantiano que propone una ética del deber ser, y que se
ha reemplazado por un relativismo moral. Siguiendo el pensamiento de Foucault que considera a la ética como un
tipo de relación con uno mismo por la cual el individuo se constituye como sujeto moral de sus propias acciones,
se destaca la práctica de la libertad en las diversas dimensiones de la vida social. La cultura actual privilegia
ideales ligados a valorizar la juventud, la belleza y la apariencia estética como mera exterioridad, por lo cual la
persona que envejece es devaluada y la vejez es connotada negativamente. En una en una dimensión ética, el
"cuidado de si" representa una práctica reflexiva de la libertad para la vejez en la actualidad.
Introducción
El envejecimiento poblacional se ha convertido en una problemática que no sólo afecta a los países más
desarrollados, sino más recientemente ha comenzado a manifestarse en América Latina y fundamentalmente en
Argentina y Uruguay (Carnivali, 1990). La llamada "revolución de la longevidad" alude a un cambio poblacional
estructural donde a la vez que se prolonga la esperanza de vida, aumenta el número de longevos. Este es un
fenómeno que se observa a nivel nacional y mundial. Si bien es posible vivir mucho más, esto no se traduce en el
bienestar de las personas mayores. Algunos transitan la vejez rodeados de cuidados y sistemas de apoyo social,
pero para la mayoría, envejecer representa una odisea de desafíos que afrontar.
El creciente envejecimiento poblacional plantea una serie de cuestiones ligadas con la seguridad social, la salud, la
vivienda y converge con la fragmentación de lazos de solidaridad, la modificación en la conformación y función de
la familia tradicional, la cultura individualista, el corrimiento del rol social y asistencial del Estado nacional, la
ruptura de relaciones éticamente fundadas y la trastocación de valores morales que caracterizan a nuestra
sociedad actual.
Aspectos demográficos de la vejez
El crecimiento de la población adulta mayor está acompañado por un proceso de femenización, dada la mayor
esperanza de vida de las mujeres. Se calcula que en los países desarrollados la expectativa de vida para las
mujeres ronda los 80 años. En el contexto argentino, este fenómeno demográfico es claramente acentuado. Si
bien en todos los grupos de edad las mujeres superan en número a los varones, a medida que aumenta la edad de
los sujetos esta diferencia se incrementa. En este sentido, puede notarse que el porcentaje de los varones con
respecto al de mujeres del mismo grupo etario disminuye de manera inversa al incremento de edad (Tablas 1 y 2).
TABLA 1. Estimación del porcentaje de la población argentina de 65 años y más. Años 1990 -
2010
TABLA 2. Población añosa del país según sexo y edad. Año 1991
En relación a la vivienda, la consideración del tipo de hogar de la población anciana de la Argentina, permite
observar que la gran mayoría vive en hogares de tipo multipersonal familiar, en general las familias parecen
todavía albergar a sus mayores, luego en orden decreciente le siguen los que viven en hogares unipersonales y por
último, en menos importancia porcentual se hallan aquellos que viven en hogares multipersonales no familiares
(Tabla 3). Considerando las diferencias según el sexo, el mayor porcentaje de personas de edad que viven solos
corresponde a las mujeres, mientras que el porcentaje más elevado de las personas mayores que viven en
hogares multipersonales familiares corresponden al sexo masculino.
TABLA 3. Tipo de hogar de población añosa Argentina según sexo. Año 1991
Las instituciones de internación pasan a cumplir las funciones que anteriormente estaban reservadas para la
familia. La institucionalización, en muchos casos, segrega al envejescente de su hogar y del medio social, a la vez
que ofrece al interno escasas posibilidades de desarrollo personal y vincular.
Calidad de vida de la población anciana
Las personas de edad continúan relegadas de beneficios sociales y asistenciales, ocupando un lugar de poco
privilegio en nuestro medio (Tabla 4). Esta situación se suma a los cambios biológicos, psicológicos y sociales
inherentes al proceso de envejecimiento. Es decir, en general durante el proceso de envejecimiento deben
afrontarse ciertas situaciones propias de la crisis evolutiva de esta etapa de vida, como la viudez, el abandono de
roles sociales, la separación de los seres queridos, las pérdidas inherentes a la vejez, con lo cual los viejos desde el
punto de vista de la calidad de vida constituyen un grupo de vulnerabilidad.
Estas situaciones problemáticas de la vejez se agudizan, como dijimos, en el marco de la sociedad contemporánea
caracterizada por relaciones humanas efímeras, la crisis de valores, la falta del sentimiento de pertenencia social,
la segregación de las personas de edad, contribuyendo a una situación de malestar.
TABLA 4.Total de hogares particulares por estratos de hogares con población objetivo del país
según clima educacional, proporción de población pasiva y asistencia social y de salud. Año 1991
El proceso de envejecimiento y su vivencia es una experiencia singular, pero los diferentes significados que pueda
tener el envejecer están vinculados al contexto histórico-social, el cual produce una variedad de discursos que
instituyen determinadas subjetividades, legitiman prácticas y que en lo relativo a la vejez, la connotan
negativamente. En ese sentido, podemos mencionar una postura funcionalista que considera la vejez como una
forma de ruptura social suponiendo a los ancianos como una "carga social", como grupo improductivo.
Estas y otras ideas prejuiciosas tienen un efecto negativo en la persona que envejece quedando circunscripta a un
lugar devaluado que le ofrece el orden social. Esta valoración negativa no es exclusiva de esta época, en la cultura
occidental a través de textos de historiadores, filósofos y literatos se desprende que la vejez ha sido objeto de
desprecio y temor. Se suma a esto los cambios propios del envejecimiento que implican al cuerpo, a la imagen de
sí, a los roles, a la relación entre los géneros y al status social.
El posicionamiento ético del envejescente en la cultura actual
La cultura actual propone ideales ligados a valorar y exaltar el cuerpo sano, joven y bello, resultando un modelo
identificatorio. ¿Cómo incide este discurso cultural en el sujeto al que le toca transitar su propio envejecer?. Las
ideas que consideran a la vejez como enfermedad, fealdad e inutilidad, si son asumidas por quien envejece se
constituyen en mandatos identificatorios, dificultando la elección de otros conceptos posibles y la asunción de un
posicionamiento ético-valorativo que dignifique el transitar la vejez.
Como consecuencia, el viejo puede quedar posicionado en una franca introversión, en una actitud pasiva frente al
mundo que lo rodea, descalificado como sujeto, social y ético. Esta concepción favorecería la supuesta ausencia de
proyectos de vida y de posibilidades de cambio con que se suele describir a la vejez. De esta manera, al acotarse
la oferta significante, el universo simbólico aparece restringido, ejerciéndose una violencia simbólica que implica el
no respetar al viejo en su dignidad como persona, desconocer sus derechos, restringir su libertad y en muchos
casos excluirlo del sistema social.
Foucault, (1982) al dedicarse a la "cuestión del sujeto" plantea modos o "prácticas" de subjetivación y de
objetivación estas últimas hacen a los seres humanos objeto de saber (prácticas epistémicas), o de segregación
(prácticas divisorias). Siguiendo esas ideas, cuando la persona que envejece es homologada a enferma, se
convierte en objeto de cuidados, consumidora de medicamentos, o clase pasiva.
Para el paradigma actual que se rige por el ideal de "joven, consumidor y productivo" el viaje de volverse viejovieja puede ser una odisea, sobre todo si el sujeto ha tomado la vía de conservar una apariencia juvenil. Esa meta
puede exigir muchos esfuerzos y desvelos en este contexto donde la apariencia, la mirada y la imagen están
privilegiadas, esfuerzo que se redobla en el caso de la mujer que envejece. Para cumplir con ese ideal portará en
sus maletas todo lo que le lleve a ilusionar que el tiempo se puede detener o que se pueden borrar todas las
huellas identificadas con la fealdad. Con tal de anularlas el cuerpo será expuesto a cirugías, lifting, gimnasia,
retoques y dietas pero, a pesar de todo, algo indefectiblemente se pierde.
¿A qué nos remite la fealdad? Lacan, (1986) en el Seminario de la Ética cuando se refiere a lo bello dice que actúa
como velo, siguiendo esa idea el cuerpo bello y joven impide ver aquello que la vejez anuncia, que nos resulta
insoportable, porque nos remite a la muerte. "La visión de un cuerpo que envejece fuerza por reintroducir la idea
del paso del tiempo y de la existencia de la muerte desmentida por tantas vías distintas" (1).
Según Lipovetsky, (1994) pertenecemos a una "cultura higiénica, deportiva, estética y dietética" que se rige por
un "imperativo narcisista," en reemplazado al "imperativo categórico" kantiano, originando nuevos valores:
juventud, belleza física, esbeltez, ocio. Hace unos años que ha ido decayendo el universalismo kantiano que
proponía una ética del "deber ser," en su lugar fue ganando terreno un relativismo moral que otorga relevancia al
placer, a la promesa de felicidad, resaltando valores individualistas. La "cultura de la felicidad aligerada" dice
Lipovestky, disuelve la culpabilidad moral, en lugar de la necesidad de castigo, predomina una "moral sin
obligación de sanción".
El "cuidado de sí" como práctica ética
La cultura proclama la necesidad de ocuparse de uno mismo, pero dista de una propuesta ética como lo fue en
Grecia antigua "el cuidado de sí". Según Foucault, representaba una actitud, una actividad, un ejercicio en relación
a uno mismo, a los otros y al mundo. También, inauguraba una serie de "prácticas de sí" por las que se constituye
el sujeto ético, la ética indica un tipo de relación que se tiene con uno mismo. Foucault ha puesto el acento en un
componente de la ética: la "práctica de sí", que se refiere a la manera en que obramos, a prácticas reflexivas y
voluntarias por las cuales los seres humanos se fijan reglas de conductas, buscando transformarse para
convertirse en un ser singular.
En la antigüedad aquel que se preocupaba por el "cuidado de sí" elegía valores y prácticas que se enmarcaban en
una estética de la existencia y que inducían a un vínculo armonioso consigo mismo. La ética pensada así es una
práctica de libertad, Foucault la considera como una estrategia de lucha contra la normalización, el
disciplinamiento, la individualización y por sobre todo una posibilidad para asumir nuevas formas creadoras de
cuidado de sí.
En nuestro siglo, señala Foucault, estas prácticas tienen que ver con la combinación de la belleza y la estética en la
exterioridad de los objetos y las obras de arte, pero no se atiende a la conformación de una vida bella como la
pensaban los antiguos griegos. Con esto no pretendemos proponer un retorno a la antigüedad sino mostrar la
movilidad del pensamiento en una dimensión histórico-social. Este análisis permite un sendero posible para
repensar el cuidado de sí, a través de prácticas individuales en una dimensión ética y estética. Es decir, afirmar la
ética en su faz productiva y transformadora del sujeto, como práctica cuestionadora del presente. Las prácticas del
cuidado de sí, serían el intento de elaborar, transformar y acceder a un cierto modo de ser, pudiendo amarse,
conocerse y aceptarse a pesar de los cambios que sufre el cuerpo. Para Foucault esta transformación se realiza "a
través del impulso del eros, del amor, movimiento a través del cual el sujeto de ve desgajado de su estatuto, y
siempre por medio de un trabajo sobre sí mismo para convertirse al fin en un sujeto capaz de lograr la
verdad" (2).
Siendo una práctica de libertad, por eso mismo, esta propuesta cuestionadora no es ajena a las relaciones de
poder presentes tanto en el interior de una familia, en una relación de amistad y en toda relación social, que
muchas veces pueden cobrar la modalidad de relaciones de dominación, aislamiento y hasta de exclusión de los
ancianos como lo hemos mencionado anteriormente. Sin embargo, también es posible por vía del ejercicio del
poder en su dimensión constructiva y proactiva, producir, transformar y generar nuevas formas de subjetividad.
Conclusión
¿Cuál sería entonces el posicionamiento del envejescente en nuestro tiempo: disimular su vejez, alienándose
pasivamente a esos ideales culturales, o tal vez, recuperar una dimensión ética revalorizando el "cuidado de sí", y
cuestionando activamente el presente, que implica reflexión y práctica de libertad?
Pensamos que la dimensión ética le permitirá al sujeto crear y recrear una forma de estar en el mundo, donde el
predominio de eros favorecerá los vínculos con los otros y la posibilidad de proyectar, suponiendo una apertura al
campo de la simbolización y contrarrestando los ideales culturales de predominio negativo.
Bibliografía
Abraham,T. (comp.), (1988): Foucault y la ética. Editorial Biblos. Buenos Aires.
Censo Nacional de Población y Vivienda 1991, (1995). Total del país. Ministerio de Economía y Obras y Servicios
Públicos. Secretaría de Programación Económica. Instituto Nacional de Estadística y Censos. (I.N.D.E.C.)
Argentina.
Dreyfus, H. y Rabinow, P. Sobre la Genealogía de la Etica. En: Abraham, T. y Otros (1988) Foucault y la ética.
Editorial Biblos. Buenos Aires.
Foucault, M. (1996) Hermeneútica del sujeto. Altamira. La Plata.
Lacan, J. (1986) El Seminario de Jacques Lacan: Libro 7, La ética del Psicoanálisis. Ediciones Paidos. México.
Lipovestky, G. (1994) El crepúsculo del deber. Anagrama. Barcelona.
MacIntyre A. (1994), Historia de la ética. Editorial Paidos. Barcelona.
Monchietti, A. y Sánchez, M. (1997) Vejez, narcisismo y oferta significante. Revista Geriatría Práctica. Vol. VII. Nº
4. Buenos Aires.
Notas
(1) Monchietti, A y Sánchez, M Vejez, narcisismo y oferta significante.- Revista Geriatría Práctica. Vol. VII. Nº4.
1997. Buenos Aires. Pag. 25-26.
(2) Foucault, M.: Hermenéutica del sujeto, Altamira, La Plata, 1996, pág.39.
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