En el tiempo del genoma, de la clonación, justo cuando ya, al fin, de una vez por todas, vamos a saber de donde venimos y nos vamos a adueñar de adonde vamos, cuando la biología molecular o la astrofísica nos van a sacar para siempre de todas las viejas dudas, justo en este tiempo, volverse a plantear algunas cosas, como aquellas que distinguían entre el explicar y el comprender, recordar por tanto a gente como Dilthey o como Jaspers, pueda parecer inoportuno.
Pero cuando una y otra vez, en la clínica diaria, conocemos a personas que piden nuestra ayuda y cuyo diagnóstico de Depresión mayor y luego de Manía, valga como ejemplo, es tan nítido que no admite duda alguna, así como tampoco su adecuado tratamiento farmacológico, y una de esas personas se concreta y resulta ser una joven de veintisiete años, que iba a contraer matrimonio y que suspende su boda pocos días antes, con todos los preparativos hechos y todas las invitaciones cursadas, la explicación biológica se nos antoja un tanto roma, mientras que la posible comprensión biográfica, dinámica, relacional, nos tienta de forma irresistible y nos hace soñar en si además de ser todos nosotros ?física y química (desengáñese)?, como dijo el gran Severo Ochoa, no podríamos resultar, física, química y literatura.