La agresividad se define según la Real Academia Española de la Lengua como “tendencia a actuar o a responder violentamente”, fenómeno observable desde la realidad de nuestra sociedad. Aunque no constituya un diagnóstico médico por si mismo, es un término que describe también cómo una enfermedad o un tumor en particular que aparece, crece o se disemina rápido, así como se usa para describir un tratamiento que es más intenso que el habitual. Desde la salud mental consideramos las conductas agresivas aquellas que tienen como propósito causar daño a otra persona. Aunque la agresividad va con frecuencia acompañada de agitación psicomotriz, no debe confundirse con ella.
En este trabajo, consideraremos la agresividad bajo una perspectiva de tratamiento farmacológico dirigida a lo conductual, donde la base siempre será psicológica y con más frecuencia la terapia cognitivo-conductual. Dentro de los fármacos, valoraremos según la evidencia la eficacia de los antipsicóticos, antidepresivos, entre otros, para la agresividad según los escenarios médicos más frecuentes en la práctica clínica.