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¿cómo o dónde se guarda la memoria según la teoría de lo uno y muchos contra la del circuitos o redes neuronales

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Autor/autores: Carlos Fuentes Samaniego
Fecha Publicación: 12/04/2021
Área temática: Psicología general .
Tipo de trabajo:  Post/Entrada de Blog

Jefe del departamento de Anestesiología del Instituto de la Visión, Torreón Coahuila, México

RESUMEN

Título:

       ¿Dónde o cómo se guarda la memoria? La Teoría de lo Uno y lo Múltiple contra la teoría de los circuitos o redes neuronales.

 Texto:

         El lenguaje es lo que nos hace humanos. Y, ¿qué hace el lenguaje? Es el controlador de la memoria. El animal ni piensa ni intuye, el hombre sí. Pero pensar es hablar, y la intuición son asociaciones que el habla trae, cuando se desarrolla libremente. El animal no es libre para intuir. Su percepción (el recuerdo) está regulada por el Programa de Automatismos.

Locke dice (Libro II, Cap. IX, 4) “El impulso sobre un órgano, insuficiente. El impulso, si no llega a la observación de la mente, no se da la percepción”. Es el programa el que busca el satisfactor (el recuerdo del mismo) cuando llega a esa etapa del copiado. El Modelo, al copiarse, fabrica el programa y a los automatismos. El animal, sobre todo los insectos, no pueden salirse de los automatismos. Percibe las cosas cuando puede percibirlas, y no antes. Y, en un insecto la palabra “percepción” sólo implica captar el estímulo que dispara la siguiente etapa del programa. El parásito Cuco se aprovecha de esos automatismos de los pájaros a quienes parasita en Inglaterra, y hace que lo alimenten, en detrimento de las verdaderas crías de la especie parasitada. La madre bisbita no puede ver al Cuco, ni distinguirlo de sus propios hijos. Así que su percepción es muy limitada y sólo está siguiendo los automatismos de su programa. La boca enorme del Cuco, y sus peticiones de comida, tan exageradas, actúan como un hiper-estímulo que le gana a los estímulos normales que emiten las crías naturales.

Lo que importa es saber que la percepción no es libre, que no se percibe lo hay “allí afuera”, sólo por el hecho de “allí está. En realidad todo se reduce a estímulos que actúan como disparadores del programa. El animal, cualquier aspectos, es un ser automático.  El hombre tiene el lenguaje pero éste, por sí mismo, no lo saca del automatismo; porque el lenguaje es también un automatismo. Se aprende a hablar, y de allí sólo repetimos. Pero se puede entrenar el lenguaje para un habla más libre. Éste es una herramienta y, si se usa bien, funciona bien. Ya lo dijimos: el lenguaje controla la memoria. Pero hay una etapa crítica, que va de los 0 a los 7, 8 o máximo hasta los 12 años, en la que se aprenden los subterfugios del lenguaje, y en la que se le dan sus capacidades futuras o, si no es bien aprovechada, sus incapacidades futuras. En esa etapa se aprende la semántica, los juegos del lenguaje y, por tanto, los juegos y los subterfugios del control de los recuerdos.

Hay un investigador escocés, Andrew Whitten que hizo una prueba muy sencilla. En una niña de dos años le inventa un juego de marionetas. En realidad él maneja los monitos, pero a la niña, aunque lo ve sujetando a los monos, no le importa. Se concentra en lo que le dicen y se imagina la situación perfectamente. El juego es que una muñequita, con el mismo nombre de ella, esconde una bolita en una cesta y la tapa. Luego se va lejos “al jardín”, y un travieso amigo de ella saca la bolita y la mete en una caja. Cuando regresa Sally, la marioneta que escondió la bolita en la cesta el investigador le pregunta: ¿dónde va a buscar Sally la bolita? La niña, casi indefectiblemente, señala la cajita, el lugar en donde está la bolita. O sea: la palabra que designa el objeto despierta la imagen efectiva de dónde está el objeto que la palabra designa.

Un niño de 4 a 5 años ya responde diferente: entiende el juego de palabras: ¿dónde la va a buscar? Pues en donde la dejó. Es decir: entiende más el juego del lenguaje; su semántica ha mejorado e intuye la situación hipotética  y es ya capaz de resolver un problema para emitir un juicio. Diríamos que su semántica es “flexible” y está entrenándose para salirse de la inmediatez de la percepción, para poder resolver los artilugios o artificios del lenguaje y entender mejor la situación. Esta capacidad se torna “rígida”, inflexible, acartonada, a partir de los 12 años. A partir de entonces sólo vale la memoria simple, las imágenes de los objetos, la percepción efectiva, pero ya no se puede jugar el juego de las posibilidades. Así que el lenguaje es el que controla los recuerdos, los saca mediante el oír una palabra o decirla por nosotros mismos y acudir al recuerdo del objeto, pero no organiza –si no está entrenado- sus presentaciones ni su organización.

Recordemos la frase de David Hume (Libro I, Sección III): “La función capital de la memoria no es conservar las Ideas Simples sino organizar su orden y posición.” Pero esta capacidad de organización está limitada a la semántica que se aprendió de niño. Jean Piaget dice que, quien ya para los 12 años no aprendió a hacer abstracciones (Y aquí me atengo al significado de la palabra según el diccionario: “La abstracción (del latín abstrahere: alejar, sustraer, separar) es una operación mental destinada a aislar conceptualmente una propiedad o función concreta de un objeto (o de una situación) y pensar qué es, ignorando  otras propiedades del objeto en cuestión) ya nunca lo va a lograr.” En otras palabras: quien no aprende a jugar con su lenguaje de niño, no puede controlar sus recuerdos de adulto y está sujeto a obedecer a otros sin tener un criterio propio, porque no tiene capacidad para aislar, juzgar, comparar, que Locke atribuyó solamente a las Ideas Complejas. Y obedecer sin chistar es un automatismo. Somos seres automáticos, obedientes, seguidores de la masa, incapaces de pensar por nosotros mismos. Es inevitable. Dice Lincoln Barnett: “Todos los grandes caminos del intelecto, todos los atajos y veredas de la teoría conducen, en última instancia, a un abismo que el ser humano no podrá salvar nunca. Porque el hombre está encadenado por su finitud y por estar encajado y pertenecer al mismo suceso que observa. El hombre es, por tanto, para sí mismo el más grande misterio. No entiende el vasto y velado universo en el que ha sido moldeado por la simple razón de que no se entiende a sí mismo. Menos aún entiende su más noble y misteriosa facultad: la capacidad de trascenderse a sí mismo y verse en el acto de la percepción. La dificultad insuperable en que se halla el hombre estriba en que él mismo es parte del mundo que trata de explorar.” John Locke remata lo dicho: “El entendimiento, como el ojo, a la vez que nos hace ver y percibir todas las otras cosas, no se advierte  a sí mismo y requiere de arte y trabajo para ser puesto a distancia y convertirlo en su propio objeto de observación.”

        La gran diferencia entre la teoría de lo Uno y lo Múltiple y la teoría usual para  explicar la memoria reside en el cómo ambas consideran la percepción. Para la última el objeto está allí, sin ningún problema, en un mundo real por sí mismo; y eso origina un estímulo sensorial que capta el tal objeto real y lo envía por vías singulares que al ser recorridas de nuevo, originarán un recuerdo. El cómo un cerebro finito pueda tener tantas vías infinitas de enviar una información está fuera de mi comprensión. Y el cómo el habla recupera esas vías exclusivas que fueron grabadas por una percepción, no por el habla, tampoco lo entiendo.

La primera teoría dice que el habla menciona un objeto y que esa mención nos hace buscar en nuestro pasado. Éste no tiene ni tiempo ni espacio, así que las cosas están allí, indelebles, listas para ser percibidas de nuevo. Y si al sujeto se le induce el sueño hipnótico recordará más cosas, nombres, porque todo el pasado está allí, intocable.

Eso dicen Reiff y Schereer: “Aunque sabemos que no se puede viajar en el tiempo hacia el pasado eso es justo lo que parece suceder en la regresión hipnótica de edad.” Locke dice que la percepción es un recuerdo, y como tal es acumulable a través de varias percepciones. Es decir, el olvidar y el recordar son procesos terriblemente dinámicos y con cada recuerdo de una misma cosa, la percepción cambia. Percibir es revivir la percepción; Y cada vez que ésta se revive, cambia. Dice Luria: “Debemos abandonar la idea de que la percepción es un proceso pasivo. Lo que nos parece a nosotros la “percepción instantánea” de un objeto visual es el resultado final de una compleja actividad investigadora. En la experiencia ontogénica, este proceso tan complejo gradualmente se empieza a acortar y se convierte en ese condensado casi instantáneo que nos hace creer que el percibir es una forma pasiva de captar un objeto. Los movimientos del ojo son esenciales para reconocer señales dominantes de un objeto.” Pero, a partir de esas señales dominantes, se pasa a la visión general. Por ejemplo, a un paciente se le muestra un cuadro en que hay una villa, un río helado, un hoyo en el río y un hombre tratando de salir de allí. Los vecinos acuden, al llamado de una iglesia repicando las campanas. El paciente no puede captar el cuadro como una situación de conjunto. Si se fija en una parte obtiene una interpretación, y si se fija en otra, la interpreta de forma muy distinta. Es como si la memoria debiera ensancharse mucho para captar la situación completa. Si ve al tipo caído en el hoyo del hielo dice que es alguien que se asoma por una ventana; y si ve a la multitud congregándose para ayudarlo dice que hay una fiesta. Pues Lo mismo pasa con el pensar mediante el lenguaje. Es la flexibilidad semántica la que nos presenta la visión de conjunto, y la inflexibilidad la visión restringida. Sobre el       

“¿Dónde o cómo se guarda la memoria?” la flexibilidad dice que, si las cosas son una y muchas a la vez, lo más natural es apelar a una parte del animal que esté en lo único, porque eso permite guardarla de la manera más fácil, más natural y la más eficiente. La memoria no puede ser guardada en el cerebro, porque el cerebro es un órgano múltiple: existe un cerebro para cada Copia. Así que, guardar la memoria allí exigiría un mecanismo muy ineficiente: significaría tener que modificar el órgano múltiple de cada individuo para que allí se guardara su propia memoria. En cambio el Uno utiliza un mismo Modelo para todas sus copias. Es obvio que, si se puede usar la dimensión, característica o naturaleza única de ese mismo organismo u órgano para guardar la memoria, lo haríamos muy eficientemente, sin ningún esfuerzo, y sin ninguna necesidad de mecanismos extras para transformar una percepción en partes distintas y enviarlas a diversas áreas para guardarlas, y luego revertir ese mecanismo para volverlas a integrar o recordar. El mecanismo de redes neurales –hechas como un cableado necesario para conducir impresiones y organizar movimientos, sería duplicar sus funciones.  La neuróloga Dra. Patricia Smith Churchland sostiene que el cerebro trabaja como un computador. Ella dice: “Es creíble predecir que terminaremos explicándonos el pensar en términos de neuronas y del cómo éstas se conectan para percibir, ver el mundo, tomar decisiones y recordar las cosas.” A mí esto se me hace demasiado optimista.

Un computador lo hace porque tiene un algoritmo, o sean, los pasos pregrabados, prediseñados, para resolver un problema. ¿Quién o  qué diseñó el algoritmo cerebro humano? A eso ella responde: “Nuestros cerebros han evolucionado, pero los computadores han sido construidos por nosotros. Pero, ¿es esta diferencia relevante? Supongamos que nuestros cerebros no evolucionaron, sino que fueron diseñados por seres super-inteligentes de otras galaxias quienes, astutamente, les interesa que sus chapucerías pasen inadvertidas dentro del ecosistema terrestre. O supongamos que, como piensan algunos, nuestra mente-cerebro haya sido diseñada por Dios.” La autora es, a la vez que una profesora en San Diego, California, miembro del consejo de profesores de la Universidad Estatal de Moscú, el rascacielos construido por Stalin para ensalzar la ciencia soviética? Claro que uno puede ser un materialista en cualquier parte del mundo, pero es extraño que un materialista base su explicación en Dios o los extraterrestres. Dice Churchland: “Critchley (1979) describe varios casos de individuos severamente retardados que tenían habilidades de cálculo superlativas. Un caso famoso fue Fleury, descrito como un “imbécil destructivo”, quien producía la raíz cúbica de 465,484,375 en trece segundos; y quien tenía una memoria prodigiosa para las fechas, pero era incapaz de captar los más sencillos rudimentos para la geometría. Algunos prodigios de ese tipo pueden recordar las fluctuaciones de la bolsa que muestran los periódicos por meses pero que, en cualquier otro aspecto, están severamente retardados. Y es increíble que, a veces, esos prodigiosos calculistas pueden también ser genios en Matemáticas, como es el caso de S. Ramanujan.

Pero cuando las capacidades intelectuales están tan perdidas y la habilidad matemática está allí, aislada, uno se pregunta: ¿qué posición ocupan las actividades aritméticas y cómo se integran a las otras capacidades? ¿Cómo han evolucionado? ¿Por qué están tan desarrolladas en cerebros tan severamente dañados? ¿Es acaso que esas áreas se desarrollan a expensa de otras? Pero no podemos hacernos tantas preguntas. Para obtener fondos para investigar uno necesita mostrar resultados. No podemos obtener esos fondos para investigación sólo proponiendo teorías. Una teoría puede ser una cosa muy buena, sobre todo si estimula el trabajo de investigación, pero no podemos estar sentados en el sofá esperando a que se nos ocurra alguna teoría. Se requiere un trabajo duro para hacer un mapa del cerebro. Y cada paso necesita mostrarse, porque sin resultados que mostrar no nos llegarán los fondos para investigar. Para los filósofos, que tienden a creer que el cerebro está dedicado al conocimiento, al pensamiento abstracto o, en general, “a la funciones intelectuales más elevadas”, les resultará una sorpresa saber que los pacientes neurológicos frecuentemente exhiben trastornos motores de algún tipo. Aún en los casos en que los déficits cognitivos son particularmente prominentes, hay déficits motores que típicamente los acompañan. Esto nos hace preguntarnos acerca de qué tanto del cerebro se dedica a pensar y que tanto al control motor. O al menos a preguntarnos de si el cerebro es primariamente un aparato para adquirir conocimientos y, sólo incidentalmente, un aparato motor.” Yo opino que, si en los millones de especies que nos precedieron y de las cuales provenimos, el cerebro –cuando lo hay, porque el sistema nervioso se organiza desde losn proto-cerebros- no es un “aparato para adquirir conocimientos”, sino un órgano sensorio motor, ¿por qué en el hombre esto debería de ocurrir?

Ya lo dijo John Hughlings Jackson en 1875: “No imagino lo que los más altos centros nerviosos puedan ser, más que desarrollos a partir de los centros más inferiores, los cuales se ocupan de recibir impresiones y organizar movimientos.” El cerebro, antes de existir como tal, son simples ganglios en el extremo cefálico del animal. Cuando esos ganglios, que efectúan funciones endócrinas, sensoriales y motoras, se fusionan, dan algo que, aún en los insectos, no puede llamarse aún un “cerebro”, ni puede decirse que efectúa alguna función cognitiva, sino que sólo captan estímulos y originan movimientos, especialmente del lado contralateral. Esos son automatismos. Ahora bien: si la Sra. Churchland parece muy dispuesta a considerar que las “capacidades aritméticas” han evolucionado, o que “se desarrollan a expensas de otras capacidades” y, en fin, de que “hay áreas del cerebro con capacidades que, sorpresivamente, evolucionaron independientemente de otras y que se muestran mejor en cerebros dañados que en los normales”, debemos recordarle que esas extrañas “capacidades” no pudieron haber evolucionado, porque esos enfermos habitualmente no dejan descendencia, Así que no pudieron nunca “evolucionado” porque la evolución sólo trabaja –según Charles Darwin- en animales que dejan descendencia. (Origen de las Especies, Introducción: “Cualquier variación que no sea heredable no es importante para nosotros”). Además, el hecho de que el cerebro sea un órgano sensorio-motor no afecta para nada el pensar, si pensar es hablar, tal y como dice Sócrates en el Teetetes.

De hecho, la diferencia entre el homo Neanderthalensis y el Sapiens no depende del tamaño, que es mayor en el Primero, sino en el desarrollo de áreas motoras frontales relacionadas con el lenguaje, que estaba más desarrollado en el Segundo. Si el habla se mantiene intacta podemos apreciar serias discapacidades que afectan la vida integral del individuo aunadas a ciertas “capacidades” que, en un individuo normal, estarían supeditadas a no ser desarrolladas en ese grado porque eso afectaría la adaptación integral y normal del individuo. Cualquier daño cerebral, mientras no afecte una función sensorio-motora aprendida, no va a afectar ni la memoria (que es absoluta mientras que sea una Idea Simple, una percepción) ni la expresión de la tal memoria. Creo que esto lo podemos observar de manera práctica en el caso del llamado “cerebro hendido”. Iniciadas las comisurotomías desde 1961 para tratar crisis epilépticas severas, el estudio clínico de los post-operados ha descubierto cosas interesantes. Dice Churchland: “En pacientes diestros con cerebro hendido el H. I. (Hemisferio Izquierdo) inventa una explicación plausible para lo que hace el H.D. (Hemisferio Derecho). Esta confabulación ocurre en forma natural, sin problemas.

Es como si el cerebro tuviera que acomodar las cosas para que cobren sentido, y no tolerara extravíos. Los pensamientos que ponen en evidencia desunión o desintegración no pueden ser representados o sería desastroso para la coherencia cerebral. Hacer que la percepción cobre sentido es, pues, una de las funciones básicas en lo que hace el cerebro. Las explicaciones de la conducta son menos una introspección que una teoría. Tal vez no haya tal cosa como “estar consciente”.  Es obvio que tenemos que revisar lo que la conciencia es. Porque el uso común del término, el de “darse cuenta de lo que pasa en nosotros o en nuestro alrededor” no se aplica en estados patológicos. Parece que sólo tiene sentido en gente sana. Los pacientes con cerebro hendido muestran dos centros cognitivos diferentes. Pero, ¿por qué la evolución fue tan pródiga como para hacer dos centros cognitivos? Cada hemisferio tiene una integridad propia. Aunque en unos experimentos sólo la mitad de la cara fue mostrada a cualquiera de los dos hemisferios, lo que se veía era una cara completa. El proceso por medio del cual sucede esto no es bien conocido. Uno está acostumbrado a pensar en sí mismo como un único, unido y coherente Yo.

El hecho de que el cerebro hendido nos muestra una divisibilidad de algo que considerábamos indivisible es desafiante. Indudablemente los pacientes con cerebro hendido tienen dos de lo que nosotros sólo tenemos uno. Pero, ¿dos qué? ¿Dos mentes. Dos almas, dos personas, dos centros de conciencia, dos centros de cognición o de voluntad? ¿O dos qué? Lo que sí se vuelve cada vez más evidente es que no tenemos la máquina teórica adecuada para resolver tales preguntas. Pero los dualistas también tienen el mismo problema. ¿Cómo reconcilian su idea de un alma con el hecho de que esos pacientes tienen dos de cualquier cosa que eso resulte ser?” Esas preguntas se hubieran evitado i hubiera pasado más tiempo pensando en la pregunta que hablando sin ton ni son. ¿Que la conciencia sólo vale para la gente normal? Entonces es un artilugio que, en el paciente enfermo, se ve puesto en relieve. ¿Qué el cerebro hendido nos hace ver que tenemos dos almas, dos mentes o dos algos? Veamos: si el cerebro es un órgano sensorio-motriz los dos lados del cerebro, así como los de la médula, son simplemente complementarios. Cada lado  se ocupa de sus cosas senso-motrices. Pero ambos están conjugados. Incluso en una amiba, si un lado percibe un grano de sal (un tóxico) el otro lado maniobra para alejarse; acción que un perro descerebrado también es capaz de realizar, según un clásico experimento de Pavlov. Ahora, la comisura inter-hemisférica o Cuerpo Calloso (C.C.) es una estructura para mejorar y unificar la percepción, obviamente. Aunque típicamente se describe como un haz de fibras, también posee neuronas, y la densidad neuronal aumenta a medida que el C.C. se hace posterior.

La parte anterior, casi estrictamente formada por axones y, por tanto, la “más motora”, también se dedica a la percepción, ya que es imprescindible para la organización de los movimientos oculares. De hecho, el cerebro no puede ser limpiamente dividido en una parte aferente (que recibe información) y otra parte eferente (que manda una respuesta). Ambas partes están unificadas. Alexander Luria, estudiando a su paciente Zazetsky, se dio cuenta que la escritura, que tiene un centro motor del lado izquierdo, no estaba tan dañada en esa lesión del lóbulo temporo-parietal izquierda y que al escribir su paciente recordaba eventos de su pasado que, al dejar de escribir, se borraban de su mente. Zazatesky no podía ni leer ni hablar, así que una función motora, la escritura, dejada intacta, le traía los recuerdos que la gente normal tiene acceso por medio del habla. En su libro “El cerebro humano y los procesos psicológicos, 1966) dice. “Lo importante es saber qué función es la que está dentro del cerebro. Porque el área motora no es un órgano eferente, sino uno aferente.” O sea que los dos lados dan información para la percepción. El cerebro izquierdo habla, pero eso no es pensar, así que no tenemos dos almas, ni dos mentes, sino sólo un animal con su información senso-motriz dividida. Y, porqué el habla está lateralizada?      Bueno,  ya dijimos que el cerebro es un órgano endócrino (la parte más antigua)- sensorio-motor (especialmente la corteza). A ese conocimiento agreguemos otra cosa: en muchas funciones el órgano está duplicado (ya que se necesita un control sensorio-motor para cada lado) y en otras está lateralizado (o sea, que una función no está duplicada), y esto sólo puede achacarse al uso y desuso hereditarios que preconizaba Darwin.

Hay muchas evidencias de que el uso y desuso hereditarios lateralizan una función cerebral. Para la construcción de herramientas y armas se necesita una mano que tenga movimientos finos como para controlar el golpe contra una piedra sostenidos por otra mano menos diestra. Y eso fue hecho durante millones de años. Es un hecho de que los Australopitecinos Sud-Africanos ya no tienen colmillos. ¿Por qué? La única explicación posible es que ya no los necesitaban; porque ya no cazaban rasgando la piel de su oponente con los colmillos. El Australopitecus Afarensis vivió hace unos 2.5 a 2.9 Millones de años, así que la construcción de herramientas tuvo que haber sido muy anterior a eso, para que perdiese sus colmillos. Se dice que el hombre primitivo tuvo primero un pie semejante al humano moderno antes que un cráneo igual. Pero la marcha bípeda es muy ineficiente, porque ningún mamífero ni primate actual la tiene. Así que la única razón que impulsó la marcha bípeda es que la nueva postura posibilitara otro hábito (manejar ramas, garrotes, tirar piedras, y construir armas) que contrarrestase las deficiencias de la marcha bípeda.  Darwin insiste en que todo cambio de hábitos en un animal debe significarle una ganancia, por mucha o poca que ésta sea. Así que no caminamos erguidos porque nos conviniese, sino porque el tener las manos libres para hacer otra cosa cubrió con creces las desventajas. Así que tan pronto caminamos erguidos comenzó el uso, y después la construcción, de herramientas.

Los píes grabados en la ceniza volcánica hecha piedra de Laetoli, Tanzania, tienen entre 3.4 y 3.8 millones de años. Ya para entonces teníamos armas, pues de lo contrario no hubiésemos sobrevivido. Es muy posible que el uso de herramientas (y después, la construcción de armas) haya empezado al menos hace 7 millones de años, cuando el hombre empezó a tener las manos libres porque empezó a caminar erguido) y que eso lateralizó el cerebro del Australopitecos, el pequeño homínido del Sur de África, y le hizo perder sus colmillos. Ahora bien: el habla está también lateralizada, igual que la capacidad motora que nos hace diestros y zurdos. ¿Es eso una coincidencia?  No lo creo. Decía Lamarck que “La necesidad crea la función y la función hace al órgano”. El cerebro es un órgano y tiene que haber obedecido los mismos lineamientos. Lo importante es que se lateralizó, por el uso y después fabricación de herramientas, durante al menos 4 millones de años. Después se lateralizó con respecto al lenguaje. Pero hay al menos dos hechos claros que ligan al movimiento de las manos (ganado por la lateralización original por el uso y construcción de herramientas) con el habla. El primero es que el habla no comenzó propiamente más hace unos 200,000 años. Y, ¿Cómo se comunicaba el hombre de hace 7 millones de años? Pues con las manos, a base de gestos y movimientos, o sea: con un lenguaje de señas. Así que, si un ser hablante (el homo sapiens-sapiens) surgió hace apenas 0.2 millones de años, tenemos casi  7 millones de años para desarrollar un lenguaje, a partir de un ser que ya se comunicaba por medio de señas manuales.

Así que las dos funciones están correlacionadas y la una tuvo que surgir de la otra. Y si una ya está lateralizada la otra lo estará también. Dice Richar E. Leakey (El Origen del Hombre, 1981): “Como lo ilustran los fósiles de África, los homínidos de hace aproximadamente  tres millones de años tenían cerebros que se parecían a los de los simios en cuanto al tamaño. Probablemente los homínidos vivían en una forma muy diferente a la de sus parientes simios, ya que habitaban en medios más abiertos y ya que caminaban en dos patas. Pero, cualquiera que haya sido su estilo de vida, aparentemente no requería de un cerebro muy desarrollado. Sólo cuando surgió el Homo Habilis hace dos millones de años, el cerebro crece hasta unos 800 cc. Con el homo Erectus de un millón y medio de años, se incrementará a 1,000cc, muy cerca de la capacidad promedio actual, y eso es a través de un millón de años. Unas palabras de advertencia acerca de las implicaciones de acerca del tamaño del cerebro en los seres humanos: la variación es enorme, y no necesariamente se relaciona a la inteligencia. Johnatan Swift, por ejemplo tenía un cerebro de alrededor de unos 2,000 cc, mientras que Anatole France se las arreglaba muy bien con apenas 1,000cc. Sin duda la inteligencia es algo más que el tamaño del cerebro, pero exactamente qué es lo que es sigue siendo un misterio. Sin embargo, aunque el cerebro del Australopitecus, con cerebros de entre 450 y 550 cc, eran de un tamaño cerebral cercano al de los chimpancés y los gorilas, empiezan a ser diferentes en un área especial del cerebro, llamada la Circunvolución de Broca. Ésta, en el hombre moderno, coordina los músculos de la boca y la garganta. Hay otra región en el costado del H.I., que es la responsable del verdadero lenguaje, llamada la Zona de Wernicke. Ésta recibe la información de los oídos y de los ojos, y está localizada cerca de una de las áreas de asociación de la corteza cerebral, que integra y compara la información que recibe de todos los sentidos. Las frases que salen de nuestros labios han sido organizadas en forma gramatical por los programas neurales de la circunvolución de Wernicke, pero los movimientos musculares para emitir los sonidos son controlados por la circunvolución de Broca.

Mientras ésta última apenas se diferencia de la de los simios en el Australopitecus, ya es notablemente distinta entre el Homo Erectus con respecto al Homo Hábilis. ¿Significa eso que nuestros antepasados de hace dos millones de años tenían ya un lenguaje rudimentario? Es difícil asegurarlo. Además, los Australopotécidos también muestran un ensanchamiento en ésta parte del cerebro. ¿Comenzaban también a utilizar el lenguaje para comunicarse entre sí? Los estudios recientes con Chimpancés es que se comunican con señas y que pueden aprender el AMESLAN, el lenguaje de señas de los sordomudos. Lo único que está claro es que la capacidad de comunicarnos, que terminó siendo el lenguaje moderno, tuvo una larguísima evolución, en la que una gran parte fue a través de señas, de movimientos de las manos. Así que es muy posible el que el lenguaje de señas esté vinculado a la fabricación, por un larguísimo período de tiempo, de armas de piedra, período lo bastante largo como para causar la desaparición de los caninos. El mayor control manual requerido para la fabricación de artefactos es paralelo a la mayor destreza para ejecutar gestos y señas precisos. La conclusión es: definitivamente sí es posible vincular la creciente destreza manual con el surgimiento del lenguaje.” Y, si la destreza manual está lateralizada, el lenguaje también lo estará. Sabemos que el primate, en general, es ambidextro (Robert Ardrey, African Génesis, cap. 10): “El delicado patrón nervioso por medio del cual el lóbulo izquierdo del cerebro se convierte en dominante y, debido al entrecruzamiento de los nervios en la espina, produce al hombre diestro, no ha sido algo que un primate cazador pudo haber adquirido de repente. Ya Kenneth Oakley (Man: the tool maker,1954) ha demostrado que la creación de una mano preferencial (diestra) y una zurda es, con toda probabilidad, una consecuencia del uso de armas y herramientas. El simio en estado de naturaleza es uniformemente ambidextro. Manipula objetos, comida, ramas y la anatomía de sus compañeros con una completa indiferencia con respecto al uso preferente de una de las manos. Sólo la especialización por medio del continuo uso para la construcción de armas y herramientas puede explicar ese tan singular atributo humano, el dominio de una mano sobre la otra. Así como el control de la mano derecha está centrado en el hemisferio generalmente dominante, el izquierdo, también el habla está centrada allí.”  

Así que vemos que la lateralización de funciones motoras, que empieza desde el Homo Habilis (ya que el chimpancé es ambidextro), fue lograda por la fabricación de herramientas; proceso en el que una mano se especializa para movimientos finos y la otra para movimientos gruesos, y que esa misma función (los movimientos de las manos, por señas) se va a usar por millones de años como lenguaje, así que no es extraño que, cuando ya aparezca el lenguaje articulado,  muy recientemente, éste esté lateralizado y en la misma área. Charles Darwin, en su libro “La expresión de las emociones en los animales y en el hombre.”, dice: “Para el animal, el poder comunicarse entre sí es de la mayor importancia. Y está claro que los gestos y señas son mutuamente inteligibles. El hombre, aparte de eso inventa el lenguaje articulado, si es que puede aplicarse ese término “inventar” para describir un proceso que se ha ido desarrollando por medio de innumerables pasos y de modo semiinconsciente.” O sea que hubo una larga preparación de lenguaje de señas antes del lenguaje articulado, y ambas están lateralizadas. Darwin cita Además, en su Origen de las especies, otra razón. “En la evolución, dice vemos poca creatividad, tal y como debiésemos verla si cada órgano hubiese sido inventado para para un solo propósito. Lo que vemos es que una vejiga natatoria se transforma en pulmón, las aletas en pies, etc. Milne-Edwards acertadamente dice “que la evolución es pródiga en improvisaciones, pero avara en nuevas creaciones.” Y esto es perfectamente entendible: Es mucho más fácil descubrir un nuevo uso para un órgano ya bien desarrollado, crear un órgano nuevo que, al inicio, no tiene ningún uso.”

Palabras clave: Locke, Darwin, toeía de lo uno y muchos


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