Hemos comenzado el mes de diciembre y la mayoría de los estudiantes del grado en Medicina comienzan (o continúan) su preparación para afrontar los exámenes de la convocatoria ordinaria que en todas las facultades de Medicina de España dará comienzo en las próximas semanas.
A estas alturas del cuatrimestre, ya podemos encontrar numerosos tochos de apuntes, libros de consulta y resto de material bibliográfico encima de la mesa de los estudiantes, con el objetivo de adquirir todos los conocimientos posibles exigidos para poder pasar satisfactoriamente cada una de las asignaturas.
Ha llegado esa época del año en la que el estudiantado de medicina, y del resto de carreras sanitarias y no sanitarias, dejan de realizar planes sociales para encerrarse como locos, ya sea en casa o en la biblioteca, a contar las horas que llevan estudiando, cuántas páginas por hora deben avanzar si quieren llegar al examen con toda la materia estudiada, calcular las ponderaciones necesarias para que aparezca ese 5.0 tan ansiado en las calificaciones finales de las asignaturas… pero nos olvidamos que también somos personas y ponemos en jaque nuestra propia salud mental.
En esta época jugamos con todas las técnicas posibles, como la del Pomodoro, o con técnicas especiales de subrayado para poder almacenar la máxima información posible en el (poco) tiempo que nos queda. Pero además, tenemos que sumar que en algunas facultades de Medicina, durante esta época también tienen seminarios obligatorios, clases obligatorias, entrega de trabajos de algunas asignaturas… ¿Quién nos enseña a gestionar el tiempo y el estrés que puede llegar a generar esta situación?
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La respuesta es sencilla: nadie. Ningún plan de estudios recoge la posibilidad de formarse para poder gestionar el estrés de una forma adecuada o la ansiedad o el desbordamiento por todo lo que queda por hacer en esta época. Y es que, al igual que se enseña la prevalencia del infarto agudo de miocardio, o la técnica empleada para corregir una hernia diafragmática, también se debe enseñar la gestión de las emociones por las que pasaremos a lo largo de los meses en la carrera.
Esto entra dentro, desde mi punto de vista, de las competencias transversales que el grado en Medicina debe contener y es que, no son muy dispares a las que como futuros profesionales sanitarios nos enfrentaremos.
¿En qué se diferencia esta ansiedad en época de exámenes en la que podemos llegar a sufrir cuando, el día de mañana, estemos ante una guardia en cualquier servicio complicada? Bajo mi punto de vista, no se diferencia en absolutamente nada.
Por ello pido encarecidamente que no caiga en el olvido que detrás de un número de DNI en un examen existe una persona, con todos los vínculos socio-afectivos que ella posee. Que no se olvide que un número no refleja todo lo que sabemos acerca de una materia, aunque así nos lo han demostrado desde nuestra etapa escolar (el que más sabe es el que más nota tiene).
Estamos enfermando en el proceso de aprender a curar y nadie mira por nosotros.
Ángel Benegas Orrego es estudiante del Grado de Medicina.
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